miércoles, 8 de abril de 2015

LA TEORÍA DE LOS INMORTALES


 


UN ENSAYO PARA QUITARSE LA VIDA
 
Las lágrimas sólo son ardientes en la soledad. Todos aquellos que desean rodearse de amigos en la hora de la muerte lo hacen por temor e incapacidad de afrontar su instante supremo. Intentan, en el momento esencial, olvidar su propia muerte. ¿Por qué no se arman de heroísmo y echan el cerrojo a su puerta para soportar esas temibles sensaciones con una lucidez y un espanto ilimitados?
 
E.M.Cioran
 
 
 
 
Lic. Jesús Antonio Pérez
 
Los hombres se mueren una sola vez en su vida. Los hombres se mueren más de una sola vez en su vida. Los hombres padecen de vida en un lapso vivencial ultramundano llamado muerte. Los hombres nunca mueren. Los hombres no viven ni mueren. Los hombres transcurren, están expuestos a todo y a la vez a la nada. Las posibilidades no priorizan a los hombres si estos se inclinan para ver qué hay allá, más allá de su punto de partida. Quien lo hace difícilmente vuelve, pocas veces regresa, y si lo hace llega incompleto. Alguien dijo que todo el mundo estaba loco, ¿por qué lo dijo?, lo dejó como sentencia y como cuartada. Aquel que exclamó, ¡Todo el mundo está loco! También pudo ser el único cuerdo, o el único verdaderamente necesitado de escuchas.
La respiración indica vitalidad pero siempre que sea conducida tal y cual como respiración, no pausado ni precipitado. Que la respiración sea la respiración y ya. Que el hombre se esté vivo o se crea vivo indica la probabilidad de estados de habla del que se atreve a ser, un ser viviente. Lo vivo es una antítesis, es decir un contrario de la muerte. Lo cual es fácil de aceptar y entender  por qué si uno no está muerto es porque está vivo y viceversa.  Pero la muerte no siempre se la considera antítesis de la vida, la muerte es quien da a luz a la vida, por ello con ella acaba, como la apología del huevo y la gallina. ¿Qué fue primero, la vida o la muerte? ¿Existe una necesidad por morir cuando se sabe que se morirá de una u otra forma algún día? Es esa la frase más dolorosa. “Los hombres solo mueren una vez.”
Si ocurrió primero la vida como tal tuvo que tener lugar como algo cuyo núcleo aguantara el depósito del transcurrir. Cuerpo humano receptor de una voracidad llamada vida. Receptáculo de posibles posibilidades. Lo que se llama vivir hoy en día como parte del estatus no es la vida pura, vivir es transcurrir, vivir es luchar, vivir es tratar siempre de cumplir expectativas ajenas impuestas. Pero la vida es una carrera perdida hacia su premio máximo que es la muerte. Vivir para esperar la muerte no tiene sentido, -estoy viviendo para luego morirme-, les resultara absurdo y trágico, triste cuando mucho. Lo patético es que sea absurdo, es lógico, y lo más lógico ilógico es ganarle la batalla a la muerte sin esperanzarnos en llegar a la meta de la vida con letargos. Vivir exige cierta estabilidad en función a lo que vida se refiere. Es decir, vivir lo hace cualquiera, pero la vida lo tienen todos. Todos no adhiere a que la totalidad humana o extrahumana este viviendo. Para vivir se requiere la vida, pero para la vida misma no es menester siquiera vivir porque en ella se concentra la posibilidad misma del transcurrir.
La expresión, “estoy cansado de vivir” significa “estoy cansado de actuar” cansado de imitar el vivir de los demás, pero no puedo dejar de emular el vivir de los otros porque para yo sentirme a gusto conmigo mismo requiero constituirme en tanto que consigo la constitución que los otros seres logran al vivir. Pero quien vive no reconoce la expresión, “me gusta mi vida” porque ya es su vida, la vida es puramente un estado de posibilidad, abierto a algo y a los otros, vida es muerte en tanto que vivir es a intento de vida.
Es por ello que para quien el vivir lo es todo la muerte no es nada. Quien se reconoce como eje dinámico de su propia vida no hace de su vivir una carrera digna para que llegada la hora de morir se diga a sus adentros, “viví bien, ya puedo morir” no. Quien está viviendo no toma en cuenta que exista dentro de su sendero eso llamado límite, llamado muerte. Vivir es un estado inconsciente de vida. Quien vive camina en línea recta, quien está consciente de su vida escala. Y escalar sólo pueden hacerlo aquellos que tengan un piso sólido y unas piernas y brazos fuertes. Quien transcurre usa vehículos para no usar sus pies.
¿Qué significa vivir? Vivir es estar mirando de lejos aquello que anhela alcanzarse, la vida es alcanzar el anhelo, anhelo que ya es conquistado. La conquista del hombre sobre la muerte se cree que es vivir lo mejor posible para cuando se muera valga la pena haber muerto como si morir fuera aquel obstáculo que se cruza sabiendo que se va a cruzar y aun así pasarse toda la vida viviendo por luchar en ejercicios y poder brincarla cuando se llegue. Vivir es un completo engaño. Lo que se llama vivir no existe, la vida existe pobremente como eso, como punto de partida. Los que viven entonces son los corredores profesionales que se profesionalizan para correr ya sabiéndolo hacer pero incrédulos a sus dones de correr como corredores profesionales. Como perdedores profesionales. Vivir significa llenarnos, atascarse de ene cantidad de cosas, experiencias, objetos, amores, amigos.
Pero eso es inevitable, vivir es inevitable si se transcurre en un globo terráqueo de hombres vitalísimos por vivir. Aunque tener amigos o amores no es sinónimo de vivir, porque ellos también viven y no necesariamente formen parte de mi vivir, ellos tienen sus amigos y sus amores que buscan vivir con o sin ellos, cerca o lejos para vivir y por lo tanto “mi vivir” es violado por un sin número de hombres que viven por causa de mi vivir. Una especie de ente parasitario que propaga el consciente colectivo de vivir.
Otros, por consiguiente, consideran que dos seres distintos no pueden vivir de la misma manera. ¿Qué significa vivir como los demás? Cuando uno se dice en la soledad de su habitación, “quiero vivir como lo hacen los demás” está aceptando no sólo que no está viviendo como los demás, sino que los demás si están vivos y él o ella no. Esto no es vida, expresan algunos. Ya que la limitante demás es más zalamera que despectiva. Vivir se vuelve un transcurrir de infamias individuales, de falacias biológicas indignas, corrosivas, pero cómodas. Quién logra vivir como ha deseado hacerlo le duele más perder algo, no porque haya costado sudor conseguirlo, es más porque la perdida por mínima que sea le afirma su condición de polvorón, de resquebrajamiento. Se puede decir que el vivir es ceguera pero también es fuerza ocular, es para quien lo vive y lo sufre un padecimiento descontrolado de miedo, miedo por vivir. Asco de saberse vivo a causa del transcurrir. Los demás ocultan su vivir y es por ello que se desea el vivir de los que viven, porque para quien el vivir lo es todo, la realidad lo es todo, la realidad eclipsa la conquista del hombre que decide vivir. Que decide salir de su vida.
La ira surge como respuesta al choque entre lo que estoy viviendo y lo que quiero vivir. Cuando se expresa, Yo quiero vivir así, no se envía un correo al que está viviendo Así, porque el que vive así deja de vivir así cuando quien lo ha deseado consigue vivirlo. Lo vive pero no lo vive. La eyección al deseo arrojado por capturar vivir Así se transmuta a un vivir diferente. Allí que surja la frustración que no es más que el veneno que sirve para matar y como antídoto. Un mago isabelino decía que para cometer un crimen perfecto hay que ocasionar que el otro se someta a la envida hacía uno. La envidia es un veneno que envenena al veneno mismo, como resultado del cómico envenenamiento quedaría el receptáculo vacío pero vital del hombre. Vivir es un invento del re-descubrimiento de América. Los hombres han vivido dos veces en la historia de la humanidad durante la absorción griega y después que Europa clavara la primera espada y la cruz primera en estas tierras. Resurge el vivir que en el Medioevo se apagara. Donde la gente estaba viva y no se eyectaba a metas o conquistas.
¿Quién está viviendo realmente? Los que viven son un transcurrir, la vida es el punto de expulsión de ese transcurrir. Vivir no es fácil, sin embargo no vivir tampoco, porque tomar dicha decisión de No vivir es una acción del vivir, no vivir es vivir. Porque quien no vive está vivo, no vivir no existe, existe el vivir, el no vivir es una utopía lingüística que usan los poetas callejeros para no aceptar su condición de mediocridad, muchas veces pasajera.
 La calidad exclamativa, ¡me muero! Es utópica, es algo que no se puede dar, quien se está muriendo o está a punto de terminársele la vida o sólo siente que se desmaya, ¡me muero! Entra en lo inmediato porque se absorbe, se aniquila asimismo. Lo inmediato existe en tanto que inmediatez desaparece así como aparece, no es posible, dentro de las posibilidades del hombre no entra lo inmediato. ¡Me estoy muriendo!, es como decir estoy entrando en un lugar sin entrada para buscar la salida. Me muero significa ¡estoy viviendo!, para poder afirmar tal patraña se debe de estar viviendo al máximo. Así que quién desee vivir al máximo debe estar muriendo en lo mínimo. Así como el amor, la vida-muerte se ha apoderado del lenguaje, del discurso.
La crítica al discurso es un discurso más. Así como filosofar sobre la vida es vivir. Nadie está a salvo del vivir ¡señores!, y esa ES nuestra mayor verdad. Hasta hace poco la libertad era la bacteria a la que todos aspiraban portar, pero la libertad es esclava de la libertad misma ya que depende de su ejecución para que exista. ¡Estoy libre!, no simboliza libertad, se es presa de la misma. Y como ya sabemos provoca más terror ser libre que encontrarse con un perro en un callejón sin salida.
La vida se apodera del discurso, del lenguaje, ¿qué es vida? Cuando uno experimenta una emoción se cree que está viviendo cosas increíbles, ¿qué nos provoca emoción? ¿No será que es una trampa? Pensar o ver la muerte, -que es inmediato puesto que nadie ve la muerte-, vemos a los muertos. Aunque un cadáver es la prueba veraz de vida. No muere dos veces un cadáver. La vida es un cuenco donde las emociones se hacen vivas, ¿qué pasa con los insensibles? Decíamos que el vivir en hombres no se prepara para morir, no se está viviendo para alcanzar la muerte, se vive para ser como se quiere ser, no hay voluntad en ello, la voluntad es querer siempre querer más y el vivir no quiere nunca más de lo que se puede querer se quiere lo que otros quieren y tienen y luego vuelven a tener. Cuando se trata de responder a la pregunta sobre el vivir o la vida no se está reflexionando para darle una respuesta, el mismo análisis reflexivo lo impide, no estoy pensando porque estoy vivo, estoy pensando porque pienso, sin embargo no por dejar de pensar voy a responder a la pregunta, ¿entonces los muertos piensan?, no, todo es un más allá indefinible, con pequeñas abstenciones definibles.
La vida es una voluntad. Es querer siempre querer saberse más. El vivir como transcurrir quiere algo que dice creer que quiere, pero se puede estar consciente o no, se quiere consciente o se quiere inconsciente. Si yo quiero eso, eso es lo que quiero, dejamos de quererlo porque ya apuntamos a lo que queremos. Pero querer no es apropiarse de algo, sino más bien apropiarse de la misma acción de apropiar. Si se apropia de eso el querer es querer siempre querer más. Quien vive, a diferencia del que está viviendo, transcurrir no persigue lo que se quiere porque no quiere nada. El que vive no quiere la muerte, ¿pero que tanto va muriendo por no aspirar a morir? Los hombre del vivir no están preparados para la muerte porque no aspiran a morir, quieren al contrario vivir más para ser siempre “aspirar” entonces la inmortalidad si existió alguna vez.
Imaginemos la inmortalidad como una raza y la vida de estos seres sobre la tierra. No se tiene la idea de muerte ni se sabe su existencia, ¿podría llamarse vida a la inmortalidad? Es decir, no hay mortalidad, no hay muerte, ¿sólo existe la vida?, pero si la sustancia de la vida tal y como la sabemos enterada es lo que es porque la muerte se manifiesta arrebatándola. Realmente la arrebata, ¿o es al revés?, la vida no sería la misma sin cuerpos pudriéndose sobre tierra. Los inmortales no son vivos ni muertos son otra raza. Si a la inmortalidad se le dejara de suministrar la bebida de la vida eterna entonces sería el origen de la vida. Los inmortales estarían sentados con los brazos cruzados esperando, qué. ¿Qué esperan los inmortales?, esperan la vida o la muerte. Los inmortales no esperan nada, de ellos nace la espera, ellos son el receptáculo, el cáliz de donde surge la vida y la muerte. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Y si un inmortal desea suicidarse. Pues ¡señores! El suicidio es el sencillo arte de afirmar la muerte y negar la vida volviéndose inmortales. Cuando se filosofa sobre la vida merece respeto, pero cuando se filosofa sobre la muerte merece admiración, pero quien filosofa para el suicidio merece ser solamente escuchado.
El suicidio da origen a la vida y a la muerte cuando sólo hay inmortalidad. Pero cómo se suicida un inmortal. Considerando que el inmortal no puede morir, no poder morir significa eso, que no se puede morir, pero suicidarse no es hacer posible la muerte en un inmortal, es dársela. Por ello, quitarse la vida no se parece en nada al suicidio. Para quitársela de debe tenerla, pero los inmortales no tienen vida, sólo son inmortales. El suicidio es darse la vida para darse la muerte. Todo esto es muy estético, no faltara quien le deposite el título de genealogía de la vida, pero es parte fundamental para poder llegar a la vida que es querer siempre querer ser más que el simple querer más.
Vivir es estar expuesto a las posibilidades que la vida ofrece. La vida ofrece, nos remite a una fuerza mayor y muchas veces divina de nuestra propia vida. La vida te ofrece, la vida te está dando esta oportunidad, cosas así se escuchan a diario. Pero la vida, y la vida son dos cosas distintas. Una es en receptáculo del transcurrir y la otra es la vida de los otros como gama de posibilidades. La vida te ofrece, es, ellos, los que viven te ofrece, el mundo aquel globito pequeño con seres vivientes hacen posible que el vivir siga su incontrolable marcha al acto del mundo y su inexorable telón de fondo. ¿Qué significa vivir?
Aquellos que utilizan el suicidio después de vivir son personas de lo más extraño. Si vivir es actuar, es emprender una carrera para alcanzar el vivir de los demás, ¿por qué recurrir al suicidio?, ¿qué detona en ellos para que se suiciden? Hay una verdad muy grande entre los hombres, la miseria ajena que aparece en uno, es peor que la que se desea padezca el otro. Hay quienes se suicidan para vivir y otros para acabar con su sufrimiento, otros lo hacen para escapar, lo que se matan por enfermedad, y otros muy pocos porque el suicidio es en ellos su transcurrir. Así como los que se prefieren entre sus mismo sexo, hay quienes se deciden por su propia muerte. En última instancia el suicidio sólo existe para los vivos. Por ello los inmortales se suicidaron, para darse sus propios espectadores.
Ahora la vida se tiñe de otros matices que no son propios de la utilidad de la vida. Si te mueres ya no estás vivo pero entre morirse y estar muerto hay un espacio donde nadie, sabe qué ocurre y nadie es el único espectador. Y aplaude siempre. Cómo considerar la vida sin la cúspide humana y su reproducción, sus lazos sociales de besos y caricias. El amor, ¡vaya cosa color de rosa! Vivir es ese transcurrir del que tanto se ha hablado y no le hemos dado el placer de reproducirse. El vivir es en su transcurrir procreador de seres vivos. El hombre que ama hace algo particular que poco se ve en el mundo extraterrestre. El hombre entrega su vida al ser amado. Esta vida no se entrega en cajita empapelada y con moño colorido, no. La vida es algo tan preciado que el valor incalculable que le podemos dar, y precisamente sometiéndola al experimento de otro receptáculo viviente. Mi ser amado es mi otro cuenco donde anida mi posibilidad que da lugar a otras posibilidades y se multiplican al cubo por mi ser amado que tiene su propio cuenco donde a su vez se gestan otras posibilidades y el transcurrir se mecaniza en engranajes y por ello cuando mi ser amado me deja de amar mi fábrica de posibilidades se viene abajo. Todos están viviendo pero no todos, por hacer referencia a la vida, están viviendo.
Vivir es ese manifiesto individual de ser el dador de su propia vida. La responsabilidad de entregarse lo que se quiere, sin ser pastoreado por el vivir. Y en este punto, el suicidio deja de existir. Hay dos sentimientos que son fatídicos si se mezclan en el cuerpo del hombre que vive y que también desea vivir: el coraje y la vergüenza. Existen otros motivos y razones por la que el mundo se suicida. ¿Cómo se suicida el mundo?
Nadie quiere estar vivo, pero todos quieren vivir, es a lo que estamos acostumbrados. Pero estar consciente de que estoy consciente de algo, ¿es otra perspectiva del vivir? En filosofía se maneja el termino suicidio filosófico, que no es más que darse cuenta el sinsentido del mundo a causa de haber pensado demasiado. Se está vivo pero se está terriblemente consciente de lo que pasa alrededor, que es preferible la auto-mezquindad que la autoestima. ¡Esto es tan miserable!, es muy común en quienes se suicidan filosóficamente, pero que miran lo bello relativamente, encuentran en lo ignominioso las esencias verdaderas y la alquimia cósmica para continuar el ascenso. Quien vive camina en línea recta, el vivo asciende.
Quien ha optado por amilanarse la existencia es muy probable que se esté dando más existencia. Darse la vida que uno quiere es muy difícil, pero el hombre si no es inteligente es perspicaz, y entonces cuando ve las cuatro paredes compuestas cada una por lo real y la realidad se dice, -esto es lo que me tocó vivir-, “esto es lo que me tocó vivir” ¡Qué miseria la tuya! Gritarán los conscientes de su consciencia.
Los que transcurren si se enteran le dirán, que, qué está haciendo para conseguir lo que quiere. Si el otro individuo es lo mínimo de inteligente se quedara callado con la mirada ida como si viera al que le debe y se sentirá tan poco valioso que probablemente camine considerándose un sin suerte. Y se preguntará, -¿qué es esto?-, y no podrá responderse. Si lo hace no pasará nada, sólo aumentará su miseria. Pero si es atrevido le callará la boca al transeúnte, -tú lo dices porque tienes todo, trabajo, amor, dinero, una casa bonita, etc.-, y quien lo escuche pensará que se trata de deficientes patadas de ahogado. Pero si quien escucha se pusiera a pensar cómo consiguió él todo lo que tiene, y más aún si cree que haciendo lo que él hizo el otro conseguirá vivir como él. Puede derrumbarse prontamente como lo mencionaba anteriormente. En el vivir, la carrera por alcanzar el vivir de los otros nos puede aparecer un espejo que refleje nuestro resquebrajamiento por correr de prisa.
Vivir por supuesto es estar conscientes. Vivir es ganar competencias y beber buen vino. Leerse libros preciados y echarse ricos polvos. Pero vivir también es más que sólo eso, vivir es cambiar radicalmente nuestra visión respecto al mundo. hay una película mexicana llamada Rapiña, donde uno de los personajes que es muy pobre escucha sin querer como un médico se refiere a él con un maestro como lo inexistente, como un paria, ¡son pobres y no son nada! Aquel tipo antes de escuchar eso no sabía que eso era él ante los ojos del médico. Y lo peor o mejor de todo es que lo acepta. ¿Qué significa vivir? En esta entrega vivir significa darse-cuenta. Necesitar de la miseria intolerable de los otros para mirar nuestra miseria propia. Y saber que la posibilidad que suministra posibilidades a la posibilidad es que a veces nada es posible. Porque lo posible sólo es para los vivos y suicidarse no es ejecutar la mayor posibilidad que es arrebatarse la vida antes que naturalmente la muerte llegue. Quizá la frase, “los hombres mueren sólo una vez signifique que viven muchas veces. “
Lo que ocurre con esa gente que creemos que no viven a consecuencia de que no se alienan a nuestro tipo de vida sólo deja como apertura lo pobre de nuestra vida. Ya se terminaron esos días donde el valor de vida se media en la medida en que pensabas sobre pensar, la filosofía de vida no es ser esto, así o asado. La filosofía de vida es amar sabiamente la vida como algo irrepetible; si es que volveremos de nuestras cenizas ¡qué bueno!, una experiencia previa a la nueva, ¿y si no?, ¿qué será de nuestras mentes pasajeras y vivaces? Tampoco es abusar de lo positivo y saltar de alegría, ¡estoy vivo, jodido sin amor ni alimento pero vivo!, eso ya es extremo amor propio y todo exceso es feo, más no negativo.
Si nuestra vida es irrepetible es única y hermosa. Veámoslo como la posibilidad de gozar de nuestra comedia y nuestro propio funeral. Vivir es luchar, es emprender la carrera a lo que queremos. Muy bien, vivamos esa vida de carreras y lucha constante, de consumo y sexo desenfrenado. Pero vivamos la muerte, vivamos el incomprendido arte de hacerse daño a uno mismo, filosofemos. ¿Qué significa vivir bien? Vivir bien es vivir de acuerdo a él vivir de los que viven así y son felices, una cadenita interminable de actuaciones mentirosas. Si yo deseo vivir como él, qué pasa o quién es aquel que quiere vivir como yo. Estar feliz no es estar completo es ser satisfecho, ¿será verdad?, ahora bien, la vida es vivir como queramos siempre y cuando se pueda, pero ojo, la vida no sólo es querer vivir querer vivir más allá del vivir común.
La vida es una superación irregular de los hombres, irregular porque se manifiesta de formas diferentes y con acciones diferentes. Los hombres han tenido ideas con fines o propósitos que se dirigen a ciertas partes de la vida. Tener ideas propias y no dejar que vivan nuestras vidas, hacer que nuestra vida sea la vida deseada. No se limiten hombres de pensamiento libre a negar su dolor o su sufrimiento, hay hombres con suerte y hombres jodidos pero si ellos son así son porque transcurren. Su vivir es eso, transcurrir, no estamos exentos del vivir pero si propensos a la muerte de los otros. No muramos como mueren los otros, si vivimos como ellos moriremos como ellos.
Pero es insatisfecho el vivir, se hace contra sí mismo, no podemos enajenarnos a los hombres que viven su transcurrir. Ni podremos nunca evitar la muerte. Lo que podemos evitar es nuestra vida y sobre ella tenemos la libertad y la obediencia que se quiera.
El pensar sobre todo lo pensado anteriormente resurge del devenir, propicia la actividad inmaterial de las ideas propias. Si una idea propia te hizo despertar y tener ideas propias lo seguro es que no sea una idea propia lo que te hizo tener ideas propias.
Si vivir es igualar la carrera de los otros, la vida es lograr por encima de todos y todos, sobresalir. Pero es exclusivo de unos cuantos, quien lo lea se identificará o no, lo criticará o lo atacará, pero aunque no lo acepte o no lo vea o sienta, estará moldeando su vida al no dejar entrar otras ideas a su vivir. Aunque esto también signifique una modificación. Como quien trabaja la arcilla y hace un hermoso jarrón. Así es la vida, arcilla, y los que viven se vuelven un solo jarrón, pero quien hace su vida decide entre jarrón o vasija. Hay una frase popular utilizada por los europeos que llegaban a América, “vengo a hacerme la América” ¿cuándo nos hacemos la vida?
Teniendo ideas propias, ¿para qué?, ese para qué es resultado de la vida. No podemos escapar de eso llamado vida, nos transgrede cuando menos lo esperamos, abusa de nosotros, nos corrompe. Nada nos influencia más que el vivir. ¿Qué significa vivir?, también significa, ¿qué significa pensar?, quien en su aislamiento ata la cuerda que lo ahorcará está participando en la historia de la humanidad, al final del día, la muerte es esa carrera interminable donde si se llega a conquistar lo que los transeúntes aspirar al correr en línea recta. Muchos caen en locura y nunca vuelve, nos referíamos al acercarse a mirar más allá, y algunos vuelven algunos no y algunos incompletos.
 Los locos esos seres abstractos al ojo bastardo de la clínica, el loco baila en silencio, el loco no es como Prometeo que roba el fuego a los dioses y se la entrega a los hombres, el loco es el fuego mismo. El hombre puede ser a veces el hombre mismo, debe dejar de temerle a dejar de ser hombre, eso de ser animal no está mal. Suponiendo que la teoría de la animalidad conduzca al adiestramiento social. ¿Qué significa vivir?
La locura es una capa protectora del ente viviente llamado razón. La locura es parte de la vida, no la vida es parte de la locura. Démonos cuenta que hablar de locura es otra inmediatez, y lo inmediato así como el “me muero” no existe en este tiempo incompleto que da cuerda al loco. Vivir es sinónimo de no vivir. Vivir es darse la locura en dosis recetadas, ¡Qué lindo se filosofa sobre la locura! Y quién enjuicia esto, dónde terminan los caminos y los ríos surtidores de ideas nuevas, desempolvadas. ¿Y si la misma filosofía de la vida y el vivir es producto de una carrera donde se aspira a vivir como viven los que hacen filosofía? Eso es la vida, una crítica de la crítica.
Los que viven y abruptamente saben que van a morir. ¿Padecen de vida o de muerte? El hombre padece de vida en un lapso ultramundano llamado muerte. Los que están próximos a morir, aquellos a los que se les cuentan los días desarrollan un dolor incomprendido, otros se vuelven muy espirituales pero los realistas se van a la calle y hasta lista de cosas antes de morir escriben. La vida en ellos, ellos que se encaminan en la carrera del transcurrir, de repente les detectan alguna enfermedad y por tanto no sólo saben que va a morir, (como lo sabemos todos), tienen contados los días que van a vivir.
Los planes entonces y todo se vuelve absurdo, lo absurdo es aquello que si bien tiene un sentido, dicho sentido no es que se pierda, es que ya no cuenta, ha perdido su validez en donde se halle. Se tenía vida, tenía sentido aunque sépase que algún día morirá, pero ese algún día lo imaginamos lejano siempre, entonces cuando se nos dice que vamos a morir, por ejemplo en dos semanas, la vida misma deja de tener sentido, se vuelve un absurdo, es decir, la vida adquiere el sentido de la absurdez, porque ya no encaja más dentro de quien lo vive, pero para sus seres queridos la vida de él o ella sí tiene sentido, obvio, porque no quieren que se muera y porque en ellos si tiene sentido la vida.
Pero aquí incluimos otro factor vivencial que es cuando se nos muere la persona amada y está el dueño o la receptora de nuestra propia vida. La expresión poética “sin ti me muero” es literal, si tú te mueres yo me muero, ¡atención!, ¿recuerdan que les dije que el amor se apoderó del lenguaje? Pues aquí hace su entrada triunfal, el popular “sin ti me muero” es una muerte mímica, se vuelve un supuesto creíble, sin-ti-me-muero es real, en tanto que lenguaje, pero factible si quien lo dice luego se suicida, no si se muere, aunque ha habido casos de gente que muere luego que fallece su pareja de años, pero está más ligado a la necesidad, la tristeza es un veneno.
Sin ti me muero es real. La frase viene cargada de inmortalidad, de pasión y justicia. Sin ti me muero, si ti, mi extensión de vida yo perezco. Recordemos el final de la película Tizoc, el ser amado muere a causa de una flecha en el pecho, Tizoc desclava la flecha y dice que no quiere vivir sin ella, y se apuñala con la misma flecha que mató a su amada.
Vivir para morir de amor es vivir. ¿Quién dio la vida por ti? La vida se da, cómo se da esta vida que se da, cómo yo te doy mi vida, otra expresión como la de “te di mi vida” que se usa como reclamo, la vida se da, se entrega de diferente forma, si tú vives yo vivo, pero tienes que vivir como yo vivo. En los amores la vida se da, se comparte y hasta se asesina. Pero en nuestro transcurrir, el vivir por vivir, nos estamos olvidando de algo. La vida tiene un valor ajeno, la de quitarla.
Matar, asesinar, ajusticias, ejecutar. Los castigos, las penas y todo aquello que hace un hombre para impedir que su otro ostente vida. ¿Qué significado cobra la vida cuando es esta presa de quién quiere que ya no exista dicha vida? Cuantos deseos tengo de matarte. Matar, es algo que el hombre ha hecho desde siempre, matarse unos a los otros. No mates a ese pobre gatito, pero mata esa cucaracha porque da asco. Hay niños que matan lagartijas y nadie les reclama o tacha de asesino, puede ser exagerado pero la vida entonces es, lo exagerado o no que sea, ¿cómo exagero la vida? Hasta dónde el límite ilimitado del raciocinio del hombre puede conjurar estás perturbadores imágenes de la vida, la muerte o el susidio. ¿Por qué no es tan normal la muerte y tan incomprendido el suicidio? El que se suicida es débil, es cobarde, es poco hombre. Si vemos la vida no como un regalo mejor como algo nuestro, y si el canto de la libertad filosófica es ser responsable de nuestros propios actos, en algún momento esa responsabilidad deberá hacerse cargo como un verdugo de nuestra propia tajada mortal, sea cuchillo, daga, navaja o cuerda.
En la vida se busca la felicidad. Esa palabra usadísima Felicidad, es todo, podrás tener todo, y no ser feliz, tu lenguaje se apodera y expresa, “qué infeliz soy” sin imaginarte que afuera hay otros corriendo su carrera por aspirar, por ser como tú para ser feliz y tú que estás allí no eres feliz. La vida es un laberinto que da vida a laberintos.
Hasta el pesimista busca su felicidad optimistamente. Si te quito la vida te quito todo, ¿qué significa quitar la vida?, no es suicidio, es asesinar, el peor castigo se cree es quitarle la vida a alguien, pero los castigos son para ejemplificar, y la muerte no es ejemplo de nada, ni de vida, o acaso matamos a alguien y decimos, “si te portas mal te mato para que te sirva de escarmiento” el valor de la vida hasta ese punto se devaluó, a la vida no la castigas dándole muerte, a la vida se le castiga impidiéndole las posibilidades. En la antigua Grecia el castigo que si castiga a la vida era condenar a alguien al suicidio. Una cosa es suicidarse y otra muy distinta que te condenen a suicidarte sin que desees o haya pasado por tu mente la idea del suicidio.
La vida quiere ser más de lo que querer siempre querer más es el origen y el final de todos vivir que es un transcurrir si quiero querer siempre querer más, lo más preciado es querer la vida de los otros. Pero lo más preciado aparte de la vida de los otros es mi vida misma. Entonces pensar nos fulmina, nos aniquila, la locura nos comienza a hormiguear por los talones y piernas, abdomen y pechos, cara y cabellos. En dado caso que sólo sea un relámpago de ideas, será aquel acercarse al vacío, y si se avienta muere, si no lo hace, regresa, pero no regresa completo.
El hombre muere una sola vez en su vida, así iniciaba esta odisea. Si la impenetrable victoria sobre la vida es ilógica, y si la triunfante derrota de la muerte es utópica, si el suicidio es la exaltación más grande de responsabilidad y libertad, entonces la vida, esa vida del vivir y del transcurrir, del vivo y del muerto, de la vida vale mucho, porque es irrepetible.
No se conoce otra vida tan bien como la que se desea y aspira vivir. Envidiar la vida es biológicamente aceptable. El animal que cae al pozo lucha por salir porque su instinto le advierte que corre peligro de morir. Apreciamos tanto la vida y sabemos tan prontamente que vamos a morir que inventamos métodos artificiales para prolongarla o para restarla.
Es muy irónico el hombre que un día en su intimidad se sienta a reflexionar sobre la vida y la vida pasa sobre él pero sigue con la serenidad de vivirla. Si se trata de filosofar sobre la vida todos podemos hacerlo, puesto que para hacerlo necesitamos estar vivos, somos experimentados y podrías albergar idea sobre idea, teoría y más teoría de algo que creemos conocer porque estamos vivos o viviendo. ¿Pero puede el intelectual ofrecerse a sí mismo una vida de la que se sienta orgulloso? Probablemente sí, la mejor forma de vivir la vida es impedir que otros se entrometan en ella, llámeles padres, amores, dios, etc.
No reditúa económicamente nada pensar sobre la vida, esperamos que la Vida nos trate bien aceptando que la Vida es algo y no más bien alguien, soy yo la Vida y soy yo todo que de mí emane. Hacernos la vida, deshacernos la vida e hilvanársela nuevamente. No sirve de mucho reflexionar qué ha sido de nuestra vida, qué hemos hecho para darle más que el simple logotipo de vida miserable. Porque quien analiza su vida es porque hay un problema en ella, los que están a gusto ni se enteran que un miserable ha muerto. ¿Son ellos la vida o sus vidas los que los hacen así?
La tarea de quitarse la vida y suicidarse veámosla qué tan sabia es. Uno puede asesinarse pero, cómo me doy la vida. Es fácil morirme, pero, ¿cómo me doy vida? Y se vuelca todo lo que pensamos antes, todo se regresa en avalancha, ¿dar o tener hijos?, ¿así me doy la vida?, ¿y las mujeres que prefieren morir y así procurarle la permanencia a sus hijos?, ¿se están dando la vida muriéndose?   
La vida es esto, es lo que veo y pienso e imagino. Lo que hago lo que no hago, lo que me dicen lo que no oigo, la vida es esa frase hermosa, “no se debe dejar de hacer daño” significa desarrollarse la vida, es decir, no se debe, por ningún motivo  bajo ninguna circunstancia dejar de filosofar.
 

[1] Autor: Leonardo Alenza Título: Sátira del suicidio romántico Técnica / Material: Óleo sobre lienzo Datación: Ca. 1839

La estupidización mediática (colonización de la subjetividad)





Dominio invisible

El poder de los medios de comunicación





El tema tiene poco tiempo desde que se hizo presente en los sectores intelectuales y la raza izquierdista rebelde. Desde teóricos importantes hasta alguno que otro filósofo de carácter, apostándole a lo de “ahora” que son temas de orden tecnopolítico, sospechan que la sociedad, (o como diría Castoriadis el imaginario instituyente), está siendo sodomizado por la propaganda de la TV-V, televisión vomito. Siendo así un despeñadero propicio la televisión nacional el sitio donde arrojar la basura y escupir una que otra verdad que punza. La tesis central de la siguiente reflexión polémica es que la estupidización comunicacional trabaja de dos formas, es decir, nos somete dos veces. La primera para cegarnos y la segunda para reafirmar nuestra ceguera. Más adelante explicaremos cómo.

Ahora considero correcto llevar hasta ustedes una breve anécdota con respecto a este tema. Hace ya dos años que estaba dando una conferencia en la Universidad del Sur sobre el poder de los medios de comunicación cuando una señorita, -estudiante de psicología-, muy indignada me preguntó a modo de afirmación participativa que ella se sentía muy triste al ver como la mayoría de sus compañeros sólo hablan de estupideces y cuando creían decir algo serio en  realidad era lo que alguien más inteligente que ellos les hacía pronunciar. Porque ese es el problema como diría el gran Feinmann, -¡usted no piensa, es pensado, no interpreta es interpretado, repite todo lo que los medios quieren que usted hable!- y tenía razón.   Llegamos a uno de los momentos de estupidización aunque no es el primero. Vayamos con calma.

Desde la revolución de los senos cuando la TV en los 70’ mostraba en horario nocturno películas donde podían apreciárseles los pechos caídos a mujeres naturales los hombres se consolaban con ellos, sé que lo anterior Freud lo interpretaría de otro modo. Sin embargo hoy no es tiempo ya más para Freud. En el cine mexicano las actrices, o en su mayoría bailarinas de cabaret se desnudaban en las cintas provocando en el espectador una sensación de libertad en el sentido yuxtapuesto de sus emociones diarias. Esto hacía anidar en ellos el sublime y efímero deseo de su poder. Pero no era así, el seno era para someter, para alienar, para decirle sin palabras, -¡tu mujer no puede ni podrá nunca bailarte así, mostrarte los senos con esos movimientos porque es tu señora y como tú señora deberá comportarse! En la actualidad lo mismo ocurre en la televisión pública que nada tiene de pública, tiene todo menos algo público. Los poderes encontraron un arma letal para cazar a sus presas, La televisión en nuestro país somete al pueblo  mediante la enorme ola de programas, melodramas y series que les interpretan la vida a las personas.

Un ejemplo de esto son las telenovelas donde se cuentan historias irreales tan mal realizadas, (porque al menos hasta antes del 2000 las telenovelas eran historias originales, dramas casi imitando tragedias), en cambio hoy una persona que ve la telenovela de las 9 que no estudió la universidad y que además hay que confesarlo, no suele tener ideas propias por naturalidad social, se deja vivir por esas vidas presentadas en la TV, se enajena de su propia vida, es decir, eyecta su razón porque ahora su vacío tiene suficiente televisión y en la escena le dicen que si ella es muy bonita y pendeja no faltara algún gandul o viejo rabo verde que se case con ella y si tiene buena suerte le tocara una suegra ciega y un cuñado guapo con pectorales inflados y más nalgas que un babuino.

 Termina la telenovela, quizá cena si es que no lo hizo al ver la pantalla, luego se dormirá, mirará al tipo con el que  se casó y lamentará que no tuviese esos brazos fuertes del actor. Luego si es que es una mujer que trabaja se levantara temprano, dará de desayunar a sus hijos y al marido, irá a su laburo chismeara con sus colegas las buenas nuevas de las revistas o el perfume de imitación que quiere porque el original no le alcanza. Luego después de más de ocho horas de jornada llegará a su domicilio y sólo querrá aplastar su trasero y mirar el monitor para no pensar como desde siempre, porque para eso ella tiene la TV-V. Televisión vomito. Y si no trabaja vera la televisión desde que inicia el noticiero matutino hasta que culmina el nocturno.

En nuestra ciudad Cancún ocurre lo mismo gracias al sistema hotelero que es el más cruel de todos. Aquí en Cancún las personas que trabajan en el sector turismo no miran televisión como la mayoría lo hace a excepciones cuando hay un gran partido, alguna pelea de box o va dar fin la serie de narcotraficantes porque eso si que ha fascinado a la sociedad que no sólo vive entre violencia, también la televisión fomenta el amor a los líderes de esos grupos delictivos con sus series.

Sin que ustedes se dieran cuenta ya se ejemplifico en lo anterior el primer momento. La estupidización comunicacional. Tanto así, que mucho de lo que yo les he dicho también lo han dicho otros, lo han escrito otros y otros medios que comen a medios de su competencia lo hacen. ¡Por favor no veas televisa! ¡Ah, ves televisa, no me hables!, ¡yo no veo televisión, yo si pienso!, estás frases o intento de frases las podemos oír a diario. Tanto fuera como dentro del sistema comunicacional, en casa con los amigos, en convivios ya cuando los hombres llevan seis u ocho venenos comienzan a filosofar al estilo de Zygmunt Bauman, ¡esa modernidad líquida nos está ahogando! “Por favor, dame paciencia dios si es que existes”

Bueno, pues esa es la segunda forma de sometimiento. La que somete haciéndole creer a las personas que ellos son más inteligentes que los mismos medios de comunicación y por ningún extraño motivo son sujetos sujetados del monstruo de la TV-V. Y es precisamente este tipo de sometimiento al que yo he bautizado como dominio invisible el más salvaje y que mejor estructurado está. Su composición material actúa de la siguiente manera. El hombre previamente sometido un día despierta (o cree despertar) y se da cuenta porque en facebook un amigo compartió una de esos memes o peor aún una nota de algún periódico que se asimila como libre y ¡pum!, algo dentro de sí, le dice en reiteradas ocasiones, -fulanito de tal, has vivido sometido pero eso se acabó-. Lo que sigue es una especie de propaganda nacionalsocialista con una mezcla y rancia protesta digna de cualquier creyente. Mil repeticiones hacen una verdad.

El hombre que cree haber despertado se siente tan mal porque se da cuenta que fue utilizado por el sistema y los medios que sólo una marcha, un blog, o sus lecturas sobre Marx pueden consolar su pesar. Se dedica a evangelizar a toda aquella criatura alejada de la mano de la descolonización de los medios televisivos, periodísticos y de internet. La cosa no acaba allí, aquel individuo que se cree consciente de su libertad también se da cuenta, -porque no es totalmente fatuo-, que nada puede hacer en contra de la hidra política comunicacional y lo que sigue es una frustración que lo autosomete en una crisis de tristeza tan grande que sólo esa mediocre libertad oscurecida que provee estar sentado frente a un computador y compartiendo memes le retribuye consuelo. Por momentos es libre y se siente feliz porque su espíritu le afirma que él es libre, aunque sólo le sirva para no darse cuenta que sigue sometido. Que no piensa, es pensado, que no es libre de decir lo que quiera, y que lamentablemente si todo lo que sabemos no lo llevamos a juicio personal sigue siendo del dominio público.

Así actúan los medios de comunicación. Ahora recuerden, todo lo anterior puede ser parte del dominio, o no. Porque ya lo dijo Heidegger, “El hombre domina la técnica más no la esencia de la técnica”      


Lic. Antonio Pérez-Paredes