Dominio invisible
El
poder de los medios de comunicación
El tema tiene poco
tiempo desde que se hizo presente en los sectores intelectuales y la raza
izquierdista rebelde. Desde teóricos importantes hasta alguno que otro filósofo
de carácter, apostándole a lo de “ahora” que son temas de orden tecnopolítico,
sospechan que la sociedad, (o como diría Castoriadis el imaginario
instituyente), está siendo sodomizado por la propaganda de la TV-V, televisión
vomito. Siendo así un despeñadero propicio la televisión nacional el sitio
donde arrojar la basura y escupir una que otra verdad que punza. La tesis
central de la siguiente reflexión polémica es que la estupidización
comunicacional trabaja de dos formas, es decir, nos somete dos veces. La
primera para cegarnos y la segunda para reafirmar nuestra ceguera. Más adelante
explicaremos cómo.
Ahora considero
correcto llevar hasta ustedes una breve anécdota con respecto a este tema. Hace
ya dos años que estaba dando una conferencia en la Universidad del Sur sobre el
poder de los medios de comunicación cuando una señorita, -estudiante de
psicología-, muy indignada me preguntó a modo de afirmación participativa que
ella se sentía muy triste al ver como la mayoría de sus compañeros sólo hablan
de estupideces y cuando creían decir algo serio en realidad era lo que alguien más inteligente
que ellos les hacía pronunciar. Porque ese es el problema como diría el gran
Feinmann, -¡usted no piensa, es pensado, no interpreta es interpretado, repite
todo lo que los medios quieren que usted hable!- y tenía razón. Llegamos
a uno de los momentos de estupidización aunque no es el primero. Vayamos con
calma.
Desde la revolución de
los senos cuando la TV en los 70’ mostraba en horario nocturno películas donde
podían apreciárseles los pechos caídos a mujeres naturales los hombres se
consolaban con ellos, sé que lo anterior Freud lo interpretaría de otro modo.
Sin embargo hoy no es tiempo ya más para Freud. En el cine mexicano las
actrices, o en su mayoría bailarinas de cabaret se desnudaban en las cintas
provocando en el espectador una sensación de libertad en el sentido yuxtapuesto
de sus emociones diarias. Esto hacía anidar en ellos el sublime y efímero deseo
de su poder. Pero no era así, el seno era para someter, para alienar, para
decirle sin palabras, -¡tu mujer no puede ni podrá nunca bailarte así,
mostrarte los senos con esos movimientos porque es tu señora y como tú señora
deberá comportarse! En la actualidad lo mismo ocurre en la televisión pública
que nada tiene de pública, tiene todo menos algo público. Los poderes
encontraron un arma letal para cazar a sus presas, La televisión en nuestro
país somete al pueblo mediante la enorme
ola de programas, melodramas y series que les interpretan la vida a las
personas.
Un ejemplo de esto son
las telenovelas donde se cuentan historias irreales tan mal realizadas, (porque
al menos hasta antes del 2000 las telenovelas eran historias originales, dramas
casi imitando tragedias), en cambio hoy una persona que ve la telenovela de las
9 que no estudió la universidad y que además hay que confesarlo, no suele tener
ideas propias por naturalidad social, se deja vivir por esas vidas presentadas
en la TV, se enajena de su propia vida, es decir, eyecta su razón porque ahora
su vacío tiene suficiente televisión y en la escena le dicen que si ella es muy
bonita y pendeja no faltara algún gandul o viejo rabo verde que se case con
ella y si tiene buena suerte le tocara una suegra ciega y un cuñado guapo con
pectorales inflados y más nalgas que un babuino.
Termina la telenovela, quizá cena si es que no
lo hizo al ver la pantalla, luego se dormirá, mirará al tipo con el que se casó y lamentará que no tuviese esos
brazos fuertes del actor. Luego si es que es una mujer que trabaja se levantara
temprano, dará de desayunar a sus hijos y al marido, irá a su laburo chismeara
con sus colegas las buenas nuevas de las revistas o el perfume de imitación que
quiere porque el original no le alcanza. Luego después de más de ocho horas de
jornada llegará a su domicilio y sólo querrá aplastar su trasero y mirar el
monitor para no pensar como desde siempre, porque para eso ella tiene la TV-V.
Televisión vomito. Y si no trabaja vera la televisión desde que inicia el
noticiero matutino hasta que culmina el nocturno.
En nuestra ciudad
Cancún ocurre lo mismo gracias al sistema hotelero que es el más cruel de
todos. Aquí en Cancún las personas que trabajan en el sector turismo no miran
televisión como la mayoría lo hace a excepciones cuando hay un gran partido,
alguna pelea de box o va dar fin la serie de narcotraficantes porque eso si que
ha fascinado a la sociedad que no sólo vive entre violencia, también la televisión
fomenta el amor a los líderes de esos grupos delictivos con sus series.
Sin que ustedes se
dieran cuenta ya se ejemplifico en lo anterior el primer momento. La
estupidización comunicacional. Tanto así, que mucho de lo que yo les he dicho
también lo han dicho otros, lo han escrito otros y otros medios que comen a
medios de su competencia lo hacen. ¡Por favor no veas televisa! ¡Ah, ves
televisa, no me hables!, ¡yo no veo televisión, yo si pienso!, estás frases o
intento de frases las podemos oír a diario. Tanto fuera como dentro del sistema
comunicacional, en casa con los amigos, en convivios ya cuando los hombres
llevan seis u ocho venenos comienzan a filosofar al estilo de Zygmunt Bauman,
¡esa modernidad líquida nos está ahogando! “Por favor, dame paciencia dios si
es que existes”
Bueno, pues esa es la
segunda forma de sometimiento. La que somete haciéndole creer a las personas
que ellos son más inteligentes que los mismos medios de comunicación y por
ningún extraño motivo son sujetos sujetados del monstruo de la TV-V. Y es
precisamente este tipo de sometimiento al que yo he bautizado como dominio invisible el más salvaje y que
mejor estructurado está. Su composición material actúa de la siguiente manera.
El hombre previamente sometido un día despierta (o cree despertar) y se da
cuenta porque en facebook un amigo compartió una de esos memes o peor aún una
nota de algún periódico que se asimila como libre y ¡pum!, algo dentro de sí,
le dice en reiteradas ocasiones, -fulanito de tal, has vivido sometido pero eso
se acabó-. Lo que sigue es una especie de propaganda nacionalsocialista con una
mezcla y rancia protesta digna de cualquier creyente. Mil repeticiones hacen una verdad.
El hombre que cree
haber despertado se siente tan mal porque se da cuenta que fue utilizado por el
sistema y los medios que sólo una marcha, un blog, o sus lecturas sobre Marx
pueden consolar su pesar. Se dedica a evangelizar a toda aquella criatura
alejada de la mano de la descolonización de los medios televisivos,
periodísticos y de internet. La cosa no acaba allí, aquel individuo que se cree
consciente de su libertad también se da cuenta, -porque no es totalmente
fatuo-, que nada puede hacer en contra de la hidra política comunicacional y lo
que sigue es una frustración que lo autosomete en una crisis de tristeza tan
grande que sólo esa mediocre libertad oscurecida que provee estar sentado
frente a un computador y compartiendo memes le retribuye consuelo. Por momentos
es libre y se siente feliz porque su espíritu le afirma que él es libre, aunque
sólo le sirva para no darse cuenta que sigue sometido. Que no piensa, es
pensado, que no es libre de decir lo que quiera, y que lamentablemente si todo
lo que sabemos no lo llevamos a juicio personal sigue siendo del dominio
público.
La verdad sucede a menudo no solo en nuestra ciudad si no en todos los aspectos de la vida a la que le podemos llamar realidad animosamente ya que los medios internacionales siguen ese mismo patrón para toda la población mundial cabe decir que las victimas de ese mundo misogino no solos son los adultos si que también a los niños y adolescentes se les inculca ese patrón desde el hogar tanto como el padre y la madre que no prestan atención al desarrollo de quienes se supone deberían de ser los pensadores del mañana.
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