UN ENSAYO PARA QUITARSE LA VIDA
Las lágrimas sólo son ardientes en
la soledad. Todos aquellos que desean rodearse de amigos en la hora de la
muerte lo hacen por temor e incapacidad de afrontar su instante supremo.
Intentan, en el momento esencial, olvidar su propia muerte. ¿Por qué no se
arman de heroísmo y echan el cerrojo a su puerta para soportar esas temibles
sensaciones con una lucidez y un espanto ilimitados?
E.M.Cioran
Lic. Jesús Antonio Pérez
Los hombres se
mueren una sola vez en su vida. Los hombres se mueren más de una sola vez en su
vida. Los hombres padecen de vida en un lapso vivencial ultramundano llamado
muerte. Los hombres nunca mueren. Los hombres no viven ni mueren. Los hombres
transcurren, están expuestos a todo y a la vez a la nada. Las posibilidades no
priorizan a los hombres si estos se inclinan para ver qué hay allá, más allá de
su punto de partida. Quien lo hace difícilmente vuelve, pocas veces regresa, y
si lo hace llega incompleto. Alguien dijo que todo el mundo estaba loco, ¿por
qué lo dijo?, lo dejó como sentencia y como cuartada. Aquel que exclamó, ¡Todo
el mundo está loco! También pudo ser el único cuerdo, o el único verdaderamente
necesitado de escuchas.
La respiración
indica vitalidad pero siempre que sea conducida tal y cual como respiración, no
pausado ni precipitado. Que la respiración sea la respiración y ya. Que el
hombre se esté vivo o se crea vivo indica la probabilidad de estados de habla
del que se atreve a ser, un ser viviente. Lo vivo es una antítesis, es decir un
contrario de la muerte. Lo cual es fácil de aceptar y entender por qué si uno no está muerto es porque está
vivo y viceversa. Pero la muerte no
siempre se la considera antítesis de la vida, la muerte es quien da a luz a la
vida, por ello con ella acaba, como la apología del huevo y la gallina. ¿Qué
fue primero, la vida o la muerte? ¿Existe una necesidad por morir cuando se
sabe que se morirá de una u otra forma algún día? Es esa la frase más dolorosa.
“Los hombres solo mueren una vez.”
Si ocurrió primero
la vida como tal tuvo que tener lugar como algo cuyo núcleo aguantara el
depósito del transcurrir. Cuerpo
humano receptor de una voracidad llamada vida. Receptáculo de posibles
posibilidades. Lo que se llama vivir hoy en día como parte del estatus no es la
vida pura, vivir es transcurrir, vivir es luchar, vivir es tratar siempre de
cumplir expectativas ajenas impuestas. Pero la vida es una carrera perdida
hacia su premio máximo que es la muerte. Vivir para esperar la muerte no tiene
sentido, -estoy viviendo para luego morirme-, les resultara absurdo y trágico,
triste cuando mucho. Lo patético es que sea absurdo, es lógico, y lo más lógico
ilógico es ganarle la batalla a la muerte sin esperanzarnos en llegar a la meta
de la vida con letargos. Vivir exige cierta estabilidad en función a lo que
vida se refiere. Es decir, vivir lo hace cualquiera, pero la vida lo tienen
todos. Todos no adhiere a que la totalidad humana o extrahumana este viviendo.
Para vivir se requiere la vida, pero para la vida misma no es menester siquiera
vivir porque en ella se concentra la posibilidad misma del transcurrir.
La expresión,
“estoy cansado de vivir” significa “estoy cansado de actuar” cansado de imitar
el vivir de los demás, pero no puedo dejar de emular el vivir de los otros
porque para yo sentirme a gusto conmigo mismo requiero constituirme en tanto
que consigo la constitución que los otros seres logran al vivir. Pero quien
vive no reconoce la expresión, “me gusta mi vida” porque ya es su vida, la vida
es puramente un estado de posibilidad, abierto a algo y a los otros, vida es
muerte en tanto que vivir es a intento de vida.
Es por ello que
para quien el vivir lo es todo la muerte no es nada. Quien se reconoce como eje
dinámico de su propia vida no hace de su vivir una carrera digna para que
llegada la hora de morir se diga a sus adentros, “viví bien, ya puedo morir”
no. Quien está viviendo no toma en cuenta que exista dentro de su sendero eso
llamado límite, llamado muerte. Vivir es un estado inconsciente de vida. Quien
vive camina en línea recta, quien está consciente de su vida escala. Y escalar
sólo pueden hacerlo aquellos que tengan un piso sólido y unas piernas y brazos
fuertes. Quien transcurre usa vehículos para no usar sus pies.
¿Qué significa
vivir? Vivir es estar mirando de lejos aquello que anhela alcanzarse, la vida
es alcanzar el anhelo, anhelo que ya es conquistado. La conquista del hombre
sobre la muerte se cree que es vivir lo mejor posible para cuando se muera
valga la pena haber muerto como si morir fuera aquel obstáculo que se cruza
sabiendo que se va a cruzar y aun así pasarse toda la vida viviendo por luchar
en ejercicios y poder brincarla cuando se llegue. Vivir es un completo engaño.
Lo que se llama vivir no existe, la vida existe pobremente como eso, como punto
de partida. Los que viven entonces son los corredores profesionales que se
profesionalizan para correr ya sabiéndolo hacer pero incrédulos a sus dones de
correr como corredores profesionales. Como perdedores profesionales. Vivir
significa llenarnos, atascarse de ene cantidad de cosas, experiencias, objetos,
amores, amigos.
Pero eso es
inevitable, vivir es inevitable si se transcurre en un globo terráqueo de hombres
vitalísimos por vivir. Aunque tener amigos o amores no es sinónimo de vivir,
porque ellos también viven y no necesariamente formen parte de mi vivir, ellos
tienen sus amigos y sus amores que buscan vivir con o sin ellos, cerca o lejos
para vivir y por lo tanto “mi vivir” es violado por un sin número de hombres
que viven por causa de mi vivir. Una especie de ente parasitario que propaga el
consciente colectivo de vivir.
Otros, por
consiguiente, consideran que dos seres distintos no pueden vivir de la misma
manera. ¿Qué significa vivir como los demás? Cuando uno se dice en la soledad
de su habitación, “quiero vivir como lo hacen los demás” está aceptando no sólo
que no está viviendo como los demás, sino que los demás si están vivos y él o
ella no. Esto no es vida, expresan algunos. Ya que la limitante demás es más zalamera que despectiva.
Vivir se vuelve un transcurrir de infamias individuales, de falacias biológicas
indignas, corrosivas, pero cómodas. Quién logra vivir como ha deseado hacerlo
le duele más perder algo, no porque haya costado sudor conseguirlo, es más
porque la perdida por mínima que sea le afirma su condición de polvorón, de
resquebrajamiento. Se puede decir que el vivir es ceguera pero también es
fuerza ocular, es para quien lo vive y lo sufre un padecimiento descontrolado
de miedo, miedo por vivir. Asco de saberse vivo a causa del transcurrir. Los
demás ocultan su vivir y es por ello que se desea el vivir de los que viven,
porque para quien el vivir lo es todo, la realidad lo es todo, la realidad
eclipsa la conquista del hombre que decide vivir. Que decide salir de su vida.
La ira surge como
respuesta al choque entre lo que estoy viviendo y lo que quiero vivir. Cuando
se expresa, Yo quiero vivir así, no se envía un correo al que está viviendo
Así, porque el que vive así deja de vivir así cuando quien lo ha deseado
consigue vivirlo. Lo vive pero no lo vive. La eyección al deseo arrojado por
capturar vivir Así se transmuta a un vivir diferente. Allí que surja la
frustración que no es más que el veneno que sirve para matar y como antídoto.
Un mago isabelino decía que para cometer un crimen perfecto hay que ocasionar
que el otro se someta a la envida hacía uno. La envidia es un veneno que
envenena al veneno mismo, como resultado del cómico envenenamiento quedaría el
receptáculo vacío pero vital del hombre. Vivir es un invento del
re-descubrimiento de América. Los hombres han vivido dos veces en la historia
de la humanidad durante la absorción griega y después que Europa clavara la
primera espada y la cruz primera en estas tierras. Resurge el vivir que en el
Medioevo se apagara. Donde la gente estaba viva y no se eyectaba a metas o
conquistas.
¿Quién está
viviendo realmente? Los que viven son un transcurrir, la vida es el punto de
expulsión de ese transcurrir. Vivir no es fácil, sin embargo no vivir tampoco,
porque tomar dicha decisión de No vivir es una acción del vivir, no vivir es
vivir. Porque quien no vive está vivo, no vivir no existe, existe el vivir, el
no vivir es una utopía lingüística que usan los poetas callejeros para no
aceptar su condición de mediocridad, muchas veces pasajera.
La calidad exclamativa, ¡me muero! Es utópica,
es algo que no se puede dar, quien se está muriendo o está a punto de
terminársele la vida o sólo siente que se desmaya, ¡me muero! Entra en lo
inmediato porque se absorbe, se aniquila asimismo. Lo inmediato existe en tanto
que inmediatez desaparece así como aparece, no es posible, dentro de las
posibilidades del hombre no entra lo inmediato. ¡Me estoy muriendo!, es como
decir estoy entrando en un lugar sin entrada para buscar la salida. Me muero
significa ¡estoy viviendo!, para poder afirmar tal patraña se debe de estar
viviendo al máximo. Así que quién desee vivir al máximo debe estar muriendo en
lo mínimo. Así como el amor, la vida-muerte se ha apoderado del lenguaje, del
discurso.
La crítica al
discurso es un discurso más. Así como filosofar sobre la vida es vivir. Nadie
está a salvo del vivir ¡señores!, y esa ES nuestra mayor verdad. Hasta hace
poco la libertad era la bacteria a la que todos aspiraban portar, pero la
libertad es esclava de la libertad misma ya que depende de su ejecución para
que exista. ¡Estoy libre!, no simboliza libertad, se es presa de la misma. Y
como ya sabemos provoca más terror ser libre que encontrarse con un perro en un
callejón sin salida.
La vida se apodera
del discurso, del lenguaje, ¿qué es vida? Cuando uno experimenta una emoción se
cree que está viviendo cosas increíbles, ¿qué nos provoca emoción? ¿No será que
es una trampa? Pensar o ver la muerte, -que es inmediato puesto que nadie ve la
muerte-, vemos a los muertos. Aunque un cadáver es la prueba veraz de vida. No
muere dos veces un cadáver. La vida es un cuenco donde las emociones se hacen
vivas, ¿qué pasa con los insensibles? Decíamos que el vivir en hombres no se
prepara para morir, no se está viviendo para alcanzar la muerte, se vive para
ser como se quiere ser, no hay voluntad en ello, la voluntad es querer siempre
querer más y el vivir no quiere nunca más de lo que se puede querer se quiere
lo que otros quieren y tienen y luego vuelven a tener. Cuando se trata de
responder a la pregunta sobre el vivir o la vida no se está reflexionando para
darle una respuesta, el mismo análisis reflexivo lo impide, no estoy pensando
porque estoy vivo, estoy pensando porque pienso, sin embargo no por dejar de
pensar voy a responder a la pregunta, ¿entonces los muertos piensan?, no, todo
es un más allá indefinible, con pequeñas abstenciones definibles.
La vida es una
voluntad. Es querer siempre querer saberse más. El vivir como transcurrir
quiere algo que dice creer que quiere, pero se puede estar consciente o no, se
quiere consciente o se quiere inconsciente. Si yo quiero eso, eso es lo que
quiero, dejamos de quererlo porque ya apuntamos a lo que queremos. Pero querer
no es apropiarse de algo, sino más bien apropiarse de la misma acción de
apropiar. Si se apropia de eso el querer es querer siempre querer más. Quien
vive, a diferencia del que está viviendo, transcurrir
no persigue lo que se quiere porque no quiere nada. El que vive no quiere la
muerte, ¿pero que tanto va muriendo por no aspirar a morir? Los hombre del
vivir no están preparados para la muerte porque no aspiran a morir, quieren al
contrario vivir más para ser siempre “aspirar” entonces la inmortalidad si
existió alguna vez.
Imaginemos la
inmortalidad como una raza y la vida de estos seres sobre la tierra. No se
tiene la idea de muerte ni se sabe su existencia, ¿podría llamarse vida a la
inmortalidad? Es decir, no hay mortalidad, no hay muerte, ¿sólo existe la
vida?, pero si la sustancia de la vida tal y como la sabemos enterada es lo que
es porque la muerte se manifiesta arrebatándola. Realmente la arrebata, ¿o es
al revés?, la vida no sería la misma sin cuerpos pudriéndose sobre tierra. Los
inmortales no son vivos ni muertos son otra raza. Si a la inmortalidad se le
dejara de suministrar la bebida de la vida eterna entonces sería el origen de
la vida. Los inmortales estarían sentados con los brazos cruzados esperando,
qué. ¿Qué esperan los inmortales?, esperan la vida o la muerte. Los inmortales
no esperan nada, de ellos nace la espera, ellos son el receptáculo, el cáliz de
donde surge la vida y la muerte. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Y si
un inmortal desea suicidarse. Pues ¡señores! El suicidio es el sencillo arte de
afirmar la muerte y negar la vida volviéndose inmortales. Cuando se filosofa
sobre la vida merece respeto, pero cuando se filosofa sobre la muerte merece
admiración, pero quien filosofa para el suicidio merece ser solamente
escuchado.
El suicidio da origen
a la vida y a la muerte cuando sólo hay inmortalidad. Pero cómo se suicida un
inmortal. Considerando que el inmortal no puede morir, no poder morir significa eso, que no se puede morir, pero
suicidarse no es hacer posible la muerte en un inmortal, es dársela. Por ello, quitarse la vida no se parece en nada al
suicidio. Para quitársela de debe tenerla, pero los inmortales no tienen vida,
sólo son inmortales. El suicidio es darse la vida para darse la muerte. Todo
esto es muy estético, no faltara quien le deposite el título de genealogía de
la vida, pero es parte fundamental para poder llegar a la vida que es querer
siempre querer ser más que el simple querer más.
Vivir es estar
expuesto a las posibilidades que la vida ofrece. La vida ofrece, nos remite a
una fuerza mayor y muchas veces divina de nuestra propia vida. La vida te
ofrece, la vida te está dando esta oportunidad, cosas así se escuchan a diario.
Pero la vida, y la vida son dos cosas distintas. Una es en receptáculo del
transcurrir y la otra es la vida de los otros como gama de posibilidades. La
vida te ofrece, es, ellos, los que viven te ofrece, el mundo aquel globito
pequeño con seres vivientes hacen posible que el vivir siga su incontrolable
marcha al acto del mundo y su inexorable telón de fondo. ¿Qué significa vivir?
Aquellos que
utilizan el suicidio después de vivir son personas de lo más extraño. Si vivir
es actuar, es emprender una carrera para alcanzar el vivir de los demás, ¿por
qué recurrir al suicidio?, ¿qué detona en ellos para que se suiciden? Hay una
verdad muy grande entre los hombres, la miseria ajena que aparece en uno, es
peor que la que se desea padezca el otro. Hay quienes se suicidan para vivir y
otros para acabar con su sufrimiento, otros lo hacen para escapar, lo que se matan
por enfermedad, y otros muy pocos porque el suicidio es en ellos su
transcurrir. Así como los que se prefieren entre sus mismo sexo, hay quienes se
deciden por su propia muerte. En última instancia el suicidio sólo existe para
los vivos. Por ello los inmortales se suicidaron, para darse sus propios
espectadores.
Ahora la vida se
tiñe de otros matices que no son propios de la utilidad de la vida. Si te
mueres ya no estás vivo pero entre morirse y estar muerto hay un espacio donde
nadie, sabe qué ocurre y nadie es el único espectador. Y aplaude siempre. Cómo
considerar la vida sin la cúspide humana y su reproducción, sus lazos sociales
de besos y caricias. El amor, ¡vaya cosa color de rosa! Vivir es ese
transcurrir del que tanto se ha hablado y no le hemos dado el placer de
reproducirse. El vivir es en su transcurrir procreador de seres vivos. El
hombre que ama hace algo particular que poco se ve en el mundo extraterrestre.
El hombre entrega su vida al ser amado. Esta vida no se entrega en cajita
empapelada y con moño colorido, no. La vida es algo tan preciado que el valor
incalculable que le podemos dar, y precisamente sometiéndola al experimento de
otro receptáculo viviente. Mi ser amado es mi otro cuenco donde anida mi
posibilidad que da lugar a otras posibilidades y se multiplican al cubo por mi
ser amado que tiene su propio cuenco donde a su vez se gestan otras
posibilidades y el transcurrir se mecaniza en engranajes y por ello cuando mi
ser amado me deja de amar mi fábrica de posibilidades se viene abajo. Todos
están viviendo pero no todos, por hacer referencia a la vida, están viviendo.
Vivir es ese
manifiesto individual de ser el dador de su propia vida. La responsabilidad de
entregarse lo que se quiere, sin ser pastoreado por el vivir. Y en este punto,
el suicidio deja de existir. Hay dos sentimientos que son fatídicos si se
mezclan en el cuerpo del hombre que vive y que también desea vivir: el coraje y
la vergüenza. Existen otros motivos y razones por la que el mundo se suicida.
¿Cómo se suicida el mundo?
Nadie quiere estar
vivo, pero todos quieren vivir, es a lo que estamos acostumbrados. Pero estar
consciente de que estoy consciente de algo, ¿es otra perspectiva del vivir? En
filosofía se maneja el termino suicidio filosófico, que no es más que darse
cuenta el sinsentido del mundo a causa de haber pensado demasiado. Se está vivo
pero se está terriblemente consciente de lo que pasa alrededor, que es
preferible la auto-mezquindad que la autoestima. ¡Esto es tan miserable!, es
muy común en quienes se suicidan filosóficamente, pero que miran lo bello
relativamente, encuentran en lo ignominioso las esencias verdaderas y la
alquimia cósmica para continuar el ascenso. Quien vive camina en línea recta,
el vivo asciende.
Quien ha optado
por amilanarse la existencia es muy probable que se esté dando más existencia.
Darse la vida que uno quiere es muy difícil, pero el hombre si no es
inteligente es perspicaz, y entonces cuando ve las cuatro paredes compuestas
cada una por lo real y la realidad se dice, -esto es lo que me tocó vivir-,
“esto es lo que me tocó vivir” ¡Qué miseria la tuya! Gritarán los conscientes
de su consciencia.
Los que
transcurren si se enteran le dirán, que, qué está haciendo para conseguir lo
que quiere. Si el otro individuo es lo mínimo de inteligente se quedara callado
con la mirada ida como si viera al que le debe y se sentirá tan poco valioso
que probablemente camine considerándose un sin suerte. Y se preguntará, -¿qué
es esto?-, y no podrá responderse. Si lo hace no pasará nada, sólo aumentará su
miseria. Pero si es atrevido le callará la boca al transeúnte, -tú lo dices
porque tienes todo, trabajo, amor, dinero, una casa bonita, etc.-, y quien lo
escuche pensará que se trata de deficientes patadas de ahogado. Pero si quien
escucha se pusiera a pensar cómo consiguió él todo lo que tiene, y más aún si
cree que haciendo lo que él hizo el otro conseguirá vivir como él. Puede
derrumbarse prontamente como lo mencionaba anteriormente. En el vivir, la
carrera por alcanzar el vivir de los otros nos puede aparecer un espejo que
refleje nuestro resquebrajamiento por correr de prisa.
Vivir por supuesto
es estar conscientes. Vivir es ganar competencias y beber buen vino. Leerse
libros preciados y echarse ricos polvos. Pero vivir también es más que sólo eso,
vivir es cambiar radicalmente nuestra visión respecto al mundo. hay una
película mexicana llamada Rapiña, donde uno de los personajes que es muy pobre
escucha sin querer como un médico se refiere a él con un maestro como lo
inexistente, como un paria, ¡son pobres y no son nada! Aquel tipo antes de
escuchar eso no sabía que eso era él ante los ojos del médico. Y lo peor o
mejor de todo es que lo acepta. ¿Qué significa vivir? En esta entrega vivir
significa darse-cuenta. Necesitar de la miseria intolerable de los otros para
mirar nuestra miseria propia. Y saber que la posibilidad que suministra
posibilidades a la posibilidad es que a veces nada es posible. Porque lo
posible sólo es para los vivos y suicidarse no es ejecutar la mayor posibilidad
que es arrebatarse la vida antes que naturalmente la muerte llegue. Quizá la
frase, “los hombres mueren sólo una vez signifique que viven muchas veces. “
Lo que ocurre con
esa gente que creemos que no viven a consecuencia de que no se alienan a
nuestro tipo de vida sólo deja como apertura lo pobre de nuestra vida. Ya se
terminaron esos días donde el valor de vida se media en la medida en que
pensabas sobre pensar, la filosofía de vida no es ser esto, así o asado. La
filosofía de vida es amar sabiamente la vida como algo irrepetible; si es que
volveremos de nuestras cenizas ¡qué bueno!, una experiencia previa a la nueva,
¿y si no?, ¿qué será de nuestras mentes pasajeras y vivaces? Tampoco es abusar
de lo positivo y saltar de alegría, ¡estoy vivo, jodido sin amor ni alimento
pero vivo!, eso ya es extremo amor propio y todo exceso es feo, más no
negativo.
Si nuestra vida es
irrepetible es única y hermosa. Veámoslo como la posibilidad de gozar de
nuestra comedia y nuestro propio funeral. Vivir es luchar, es emprender la carrera
a lo que queremos. Muy bien, vivamos esa vida de carreras y lucha constante, de
consumo y sexo desenfrenado. Pero vivamos la muerte, vivamos el incomprendido
arte de hacerse daño a uno mismo, filosofemos. ¿Qué significa vivir bien? Vivir
bien es vivir de acuerdo a él vivir de los que viven así y son felices, una
cadenita interminable de actuaciones mentirosas. Si yo deseo vivir como él, qué
pasa o quién es aquel que quiere vivir como yo. Estar feliz no es estar
completo es ser satisfecho, ¿será verdad?, ahora bien, la vida es vivir como
queramos siempre y cuando se pueda, pero ojo, la vida no sólo es querer vivir
querer vivir más allá del vivir común.
La vida es una
superación irregular de los hombres, irregular porque se manifiesta de formas
diferentes y con acciones diferentes. Los hombres han tenido ideas con fines o
propósitos que se dirigen a ciertas partes de la vida. Tener ideas propias y no
dejar que vivan nuestras vidas, hacer que nuestra vida sea la vida deseada. No
se limiten hombres de pensamiento libre a negar su dolor o su sufrimiento, hay
hombres con suerte y hombres jodidos pero si ellos son así son porque
transcurren. Su vivir es eso, transcurrir, no estamos exentos del vivir pero si
propensos a la muerte de los otros. No muramos como mueren los otros, si
vivimos como ellos moriremos como ellos.
Pero es
insatisfecho el vivir, se hace contra sí mismo, no podemos enajenarnos a los
hombres que viven su transcurrir. Ni podremos nunca evitar la muerte. Lo que
podemos evitar es nuestra vida y sobre ella tenemos la libertad y la obediencia
que se quiera.
El pensar sobre
todo lo pensado anteriormente resurge del devenir, propicia la actividad
inmaterial de las ideas propias. Si una idea propia te hizo despertar y tener
ideas propias lo seguro es que no sea una idea propia lo que te hizo tener
ideas propias.
Si vivir es
igualar la carrera de los otros, la vida es lograr por encima de todos y todos,
sobresalir. Pero es exclusivo de unos cuantos, quien lo lea se identificará o
no, lo criticará o lo atacará, pero aunque no lo acepte o no lo vea o sienta,
estará moldeando su vida al no dejar entrar otras ideas a su vivir. Aunque esto
también signifique una modificación. Como quien trabaja la arcilla y hace un
hermoso jarrón. Así es la vida, arcilla, y los que viven se vuelven un solo
jarrón, pero quien hace su vida decide entre jarrón o vasija. Hay una frase
popular utilizada por los europeos que llegaban a América, “vengo a hacerme la
América” ¿cuándo nos hacemos la vida?
Teniendo ideas
propias, ¿para qué?, ese para qué es resultado de la vida. No podemos escapar
de eso llamado vida, nos transgrede cuando menos lo esperamos, abusa de
nosotros, nos corrompe. Nada nos influencia más que el vivir. ¿Qué significa
vivir?, también significa, ¿qué significa pensar?, quien en su aislamiento ata
la cuerda que lo ahorcará está participando en la historia de la humanidad, al
final del día, la muerte es esa carrera interminable donde si se llega a
conquistar lo que los transeúntes aspirar al correr en línea recta. Muchos caen
en locura y nunca vuelve, nos referíamos al acercarse a mirar más allá, y
algunos vuelven algunos no y algunos incompletos.
Los locos esos seres abstractos al ojo
bastardo de la clínica, el loco baila en silencio, el loco no es como Prometeo
que roba el fuego a los dioses y se la entrega a los hombres, el loco es el
fuego mismo. El hombre puede ser a veces el hombre mismo, debe dejar de temerle
a dejar de ser hombre, eso de ser animal no está mal. Suponiendo que la teoría
de la animalidad conduzca al adiestramiento social. ¿Qué significa vivir?
La locura es una
capa protectora del ente viviente llamado razón. La locura es parte de la vida,
no la vida es parte de la locura. Démonos cuenta que hablar de locura es otra
inmediatez, y lo inmediato así como el “me muero” no existe en este tiempo
incompleto que da cuerda al loco. Vivir es sinónimo de no vivir. Vivir es darse
la locura en dosis recetadas, ¡Qué lindo se filosofa sobre la locura! Y quién
enjuicia esto, dónde terminan los caminos y los ríos surtidores de ideas
nuevas, desempolvadas. ¿Y si la misma filosofía de la vida y el vivir es
producto de una carrera donde se aspira a vivir como viven los que hacen
filosofía? Eso es la vida, una crítica de la crítica.
Los que viven y
abruptamente saben que van a morir. ¿Padecen de vida o de muerte? El hombre
padece de vida en un lapso ultramundano llamado muerte. Los que están próximos
a morir, aquellos a los que se les cuentan los días desarrollan un dolor
incomprendido, otros se vuelven muy espirituales pero los realistas se van a la
calle y hasta lista de cosas antes de morir escriben. La vida en ellos, ellos
que se encaminan en la carrera del transcurrir, de repente les detectan alguna
enfermedad y por tanto no sólo saben que va a morir, (como lo sabemos todos),
tienen contados los días que van a vivir.
Los planes
entonces y todo se vuelve absurdo, lo absurdo es aquello que si bien tiene un
sentido, dicho sentido no es que se pierda, es que ya no cuenta, ha perdido su
validez en donde se halle. Se tenía vida, tenía sentido aunque sépase que algún
día morirá, pero ese algún día lo imaginamos lejano siempre, entonces cuando se
nos dice que vamos a morir, por ejemplo en dos semanas, la vida misma deja de
tener sentido, se vuelve un absurdo, es decir, la vida adquiere el sentido de
la absurdez, porque ya no encaja más dentro de quien lo vive, pero para sus
seres queridos la vida de él o ella sí tiene sentido, obvio, porque no quieren
que se muera y porque en ellos si tiene sentido la vida.
Pero aquí incluimos
otro factor vivencial que es cuando se nos muere la persona amada y está el
dueño o la receptora de nuestra propia vida. La expresión poética “sin ti me
muero” es literal, si tú te mueres yo me muero, ¡atención!, ¿recuerdan que les
dije que el amor se apoderó del lenguaje? Pues aquí hace su entrada triunfal,
el popular “sin ti me muero” es una muerte mímica, se vuelve un supuesto
creíble, sin-ti-me-muero es real, en tanto que lenguaje, pero factible si quien
lo dice luego se suicida, no si se muere, aunque ha habido casos de gente que
muere luego que fallece su pareja de años, pero está más ligado a la necesidad,
la tristeza es un veneno.
Sin ti me muero es
real. La frase viene cargada de inmortalidad, de pasión y justicia. Sin ti me
muero, si ti, mi extensión de vida yo perezco. Recordemos el final de la
película Tizoc, el ser amado muere a causa de una flecha en el pecho, Tizoc
desclava la flecha y dice que no quiere vivir sin ella, y se apuñala con la
misma flecha que mató a su amada.
Vivir para morir
de amor es vivir. ¿Quién dio la vida por ti? La vida se da, cómo se da esta
vida que se da, cómo yo te doy mi vida, otra expresión como la de “te di mi
vida” que se usa como reclamo, la vida se da, se entrega de diferente forma, si
tú vives yo vivo, pero tienes que vivir como yo vivo. En los amores la vida se
da, se comparte y hasta se asesina. Pero en nuestro transcurrir, el vivir por
vivir, nos estamos olvidando de algo. La vida tiene un valor ajeno, la de
quitarla.
Matar, asesinar,
ajusticias, ejecutar. Los castigos, las penas y todo aquello que hace un hombre
para impedir que su otro ostente vida. ¿Qué significado cobra la vida cuando es
esta presa de quién quiere que ya no exista dicha vida? Cuantos deseos tengo de
matarte. Matar, es algo que el hombre ha hecho desde siempre, matarse unos a
los otros. No mates a ese pobre gatito, pero mata esa cucaracha porque da asco.
Hay niños que matan lagartijas y nadie les reclama o tacha de asesino, puede
ser exagerado pero la vida entonces es, lo exagerado o no que sea, ¿cómo
exagero la vida? Hasta dónde el límite ilimitado del raciocinio del hombre
puede conjurar estás perturbadores imágenes de la vida, la muerte o el susidio.
¿Por qué no es tan normal la muerte y tan incomprendido el suicidio? El que se
suicida es débil, es cobarde, es poco hombre. Si vemos la vida no como un
regalo mejor como algo nuestro, y si el canto de la libertad filosófica es ser
responsable de nuestros propios actos, en algún momento esa responsabilidad
deberá hacerse cargo como un verdugo de nuestra propia tajada mortal, sea
cuchillo, daga, navaja o cuerda.
En la vida se
busca la felicidad. Esa palabra usadísima Felicidad, es todo, podrás tener
todo, y no ser feliz, tu lenguaje se apodera y expresa, “qué infeliz soy” sin
imaginarte que afuera hay otros corriendo su carrera por aspirar, por ser como
tú para ser feliz y tú que estás allí no eres feliz. La vida es un laberinto
que da vida a laberintos.
Hasta el pesimista
busca su felicidad optimistamente. Si te quito la vida te quito todo, ¿qué
significa quitar la vida?, no es suicidio, es asesinar, el peor castigo se cree
es quitarle la vida a alguien, pero los castigos son para ejemplificar, y la
muerte no es ejemplo de nada, ni de vida, o acaso matamos a alguien y decimos,
“si te portas mal te mato para que te sirva de escarmiento” el valor de la vida
hasta ese punto se devaluó, a la vida no la castigas dándole muerte, a la vida
se le castiga impidiéndole las posibilidades. En la antigua Grecia el castigo
que si castiga a la vida era condenar a alguien al suicidio. Una cosa es
suicidarse y otra muy distinta que te condenen a suicidarte sin que desees o
haya pasado por tu mente la idea del suicidio.
La vida quiere ser
más de lo que querer siempre querer más es el origen y el final de todos vivir
que es un transcurrir si quiero
querer siempre querer más, lo más preciado es querer la vida de los otros. Pero
lo más preciado aparte de la vida de los otros es mi vida misma. Entonces
pensar nos fulmina, nos aniquila, la locura nos comienza a hormiguear por los
talones y piernas, abdomen y pechos, cara y cabellos. En dado caso que sólo sea
un relámpago de ideas, será aquel acercarse al vacío, y si se avienta muere, si
no lo hace, regresa, pero no regresa completo.
El hombre muere
una sola vez en su vida, así iniciaba esta odisea. Si la impenetrable victoria
sobre la vida es ilógica, y si la triunfante derrota de la muerte es utópica,
si el suicidio es la exaltación más grande de responsabilidad y libertad,
entonces la vida, esa vida del vivir y del transcurrir, del vivo y del muerto,
de la vida vale mucho, porque es irrepetible.
No se conoce otra
vida tan bien como la que se desea y aspira vivir. Envidiar la vida es
biológicamente aceptable. El animal que cae al pozo lucha por salir porque su
instinto le advierte que corre peligro de morir. Apreciamos tanto la vida y
sabemos tan prontamente que vamos a morir que inventamos métodos artificiales
para prolongarla o para restarla.
Es muy irónico el
hombre que un día en su intimidad se sienta a reflexionar sobre la vida y la
vida pasa sobre él pero sigue con la serenidad de vivirla. Si se trata de
filosofar sobre la vida todos podemos hacerlo, puesto que para hacerlo
necesitamos estar vivos, somos experimentados y podrías albergar idea sobre
idea, teoría y más teoría de algo que creemos conocer porque estamos vivos o
viviendo. ¿Pero puede el intelectual ofrecerse a sí mismo una vida de la que se
sienta orgulloso? Probablemente sí, la mejor forma de vivir la vida es impedir
que otros se entrometan en ella, llámeles padres, amores, dios, etc.
No reditúa
económicamente nada pensar sobre la vida, esperamos que la Vida nos trate bien
aceptando que la Vida es algo y no más bien alguien, soy yo la Vida y soy yo
todo que de mí emane. Hacernos la vida, deshacernos la vida e hilvanársela
nuevamente. No sirve de mucho reflexionar qué ha sido de nuestra vida, qué
hemos hecho para darle más que el simple logotipo de vida miserable. Porque
quien analiza su vida es porque hay un problema en ella, los que están a gusto
ni se enteran que un miserable ha muerto. ¿Son ellos la vida o sus vidas los
que los hacen así?
La tarea de
quitarse la vida y suicidarse veámosla qué tan sabia es. Uno puede asesinarse
pero, cómo me doy la vida. Es fácil morirme, pero, ¿cómo me doy vida? Y se
vuelca todo lo que pensamos antes, todo se regresa en avalancha, ¿dar o tener
hijos?, ¿así me doy la vida?, ¿y las mujeres que prefieren morir y así
procurarle la permanencia a sus hijos?, ¿se están dando la vida
muriéndose?
La vida es esto,
es lo que veo y pienso e imagino. Lo que hago lo que no hago, lo que me dicen
lo que no oigo, la vida es esa frase hermosa, “no se debe dejar de hacer daño”
significa desarrollarse la vida, es decir, no se debe, por ningún motivo bajo ninguna circunstancia dejar de
filosofar.
Autor: Leonardo Alenza Título: Sátira del
suicidio romántico Técnica / Material: Óleo sobre lienzo Datación:
Ca. 1839