domingo, 5 de junio de 2016

LA TEMPORALIDAD COMO DIMENSIONES ESTRUCTURALES DEL TIEMPO (LUF)


LA TEMPORALIDAD COMO DIMENSIONES ESTRUCTURALES DEL TIEMPO


Antonio Pérez-Paredes
Conferencia pronunciada en la Universidad del Sur
Del sujeto eyectado a la voluntad cognoscente



Que seamos hombres que piensen cosas raras, raras dentro del campo de lo no pensado como otros sujetos (hombres en general) piensan no le indica rareza a lo que pensemos, sólo vislumbra una originalidad frívola del que mira desde arriba y se marea con su propia altura. Más adelante en la sección dedicada al estudio de la voluntad cognoscente penetraremos más el sentido del no dejarse perder por lo que podría considerarse hermoso dentro del estudio filosófico del Ser ya que entendiéndolo a fondo sólo nos refleja lo supremo que paradójicamente podemos y no podemos ser.

     El Ser es ser de sí porque en él se ha desarrollado el proyecto de siempre ser siempre lo siendo, en otras palabras para referirnos al Ser estéticamente apoyándonos en una poética lo que Es, diríamos que Somos ese Somos, por eso nos duele ser, ya que ser en esencia del en-sí, deja de ser el Ser por ello sólo Siendo lo que Somos podemos seguir estando Siendo el Ser. Heidegger hace significar al Ser desde su genealogía lo oscuro de los entes cuando aparecen como Son, lo oscuro del concepto de Ser en Heidegger vuelve nubarrón al regresarlo y no permitirle luz, esa luz esencial que sólo el lenguaje propicia, entendiendo luz como facilitación existente de un entendimiento práctico del Ser (DASEIN) EL Ser práctico tiene esa luz de la practicidad, porque volvería su sentido hacía el  telos de la acción. No sólo lo oscurece lo priva de una posible estabilidad óntica al superiorizarlo, quien es ya un Ser para Heidegger protagonizaría siempre la historia porque para Heidegger el Ser hace la historia porque tiene que asumir su responsabilidad de Ser en el mundo mediante las decisiones, estás decisiones ya son en esencia historicidad existenciable. 

El Ser del para-sí es del para-sí porque su orden <para> implica un <hacía> su Ser para su Ser, quiere significar el Ser hacía afuera. Pero este <hacía> designa un estado de base ontológico que debe ser el no-ser quien por origen radica u hace radicar el pasado, el Ser que se dirige hacía el para sí es el para sí del futuro por lo tanto lo es del pasado porque ya no Es ese ser del Ser del para-sí. Ahora lo Es del futuro pero a su vez no lo es del pasado porque ya fue, lo <ya fue> implica raíz. El “yo fui” algo que Heidegger anuncia así;[1] El “ser ahí” es en su ser fáctico, en su pasado. Y esto no sólo porque su pasado le quede a “espaldas”, por decirlo así, y posea lo pasado como una peculiaridad aún ante los ojos que a veces obra todavía en él. El concepto del Ser es tan aprehensivo con su vitalidad que se vuelve uno de los más vulgares allende de lo que puede o no dejársenos ver como fenómeno fenoménico.

     El Ser (hombre) del pasado es el Ser de conciencia de pasado, sólo puede ser, Ser del pasado por la conciencia de que fue un ser del no, un en sí. La memoría del Ser es el arma que deviene ser del pasado el no-ser, que es la antítesis del Ser, recuerda ese “no es” en la media que su memoria elabora esquemas de lo que ya no es en cumplimiento de todo lo que hizo cuando era. Y era el no ser, el ser en sí.  El pasado es lo que ya no es, ya fue, por lo tanto dentro de la estructura temporal del Ser el pasado es pasado si hubo posibilidad de que el no ser llegase a Ser del para sí. Con más calma, al hablar de las dimensiones como estructuras de la temporalidad hacemos referencia exclusiva del lugar donde colocar al Ser, quizá esto Sartre no lo tomo en cuenta, de aquí la importancia del análisis dialéctico con la única fina y tal vez cínica intención de no dejarnos envolver. Idiotizar por lo que la filosofía existencial nos entrega.

     Lo pasado es dimensión del Ser porque antes de su Ser, hubo un no ser “su pasado inmediato” por lo tanto el que no hubiera conseguido Ser lo que su Ser sería contradeciría lo usado anteriormente como designios del Ser, ya no tendría para sí, lo uno del sujeto es el sujeto mismo es sujeto del en sí, lo en sí no tiene pasado porque en él no hay conciencia de pasado porque ni siquiera es un para sí, que regresará la mirada y advirtiera que fue algo antes de lo que es, el Ser. En resumen, el no-ser no tiene pasado porque en su ser no cabe lo <fui> en cambio el para sí como tuvo con anterioridad el puesto del en sí y ahora no lo es entonces fue algo, fue en sí, o sea tuvo pasado.

     Ser del para sí entonces es presente, en lo presente se afirma el para sí, ¿Cómo podremos averiguar que lo para sí pertenece al presente sólo porque la pregunta que se formula para saberlo se hace siempre en consideración a un estado donde no soy lo que fui ni lo que podre ser? Sencillo ¿no? La segunda dimensión Sartreana de las estructuras de la temporalidad es el presente pero aquí la discrepancia aumenta porque el presente no brinda las posibilidades de encontrar un hilo conductor hacía el pasado o el futuro más bien lo divide por su fugacidad, la fugacidad del tiempo en su totalización convierte el presente en la línea divisoria entre el pasado y el futuro, el Ser ahora ya no se va preocupar por su pasado que es el no ser, ahora lo primordial es ubicarse en torno a qué y a dónde se sostiene su raíz ontológica, sería estar dentro de la misma fugacidad de la que es propia el sentido de lo que es presente. Es infinitamente finito, en ella se manifiesta lo absoluto de la absolutez, la nada, el presente es la nada. Si estábamos buscando el Ser ya lo encontramos desde la primera parte, y ahora dimos con la nada. El presente del Ser es el Ser que esta. El presente contrario a la ausencia, no es ausencia de presencia sino que lo ausente indica que está ausente de un lugar pero presente en otro donde no es ausente sino presente de la no-ausencia. Resumiendo el Ser es Ser de presente en camino a la presencia presente del otro; este presente es nada. 

La tercera dimensión que comprende la temporalidad como estructura es el futuro, lo que no es lo que viene ni lo que vendrá, sino todo lo posible. El futuro es lo que no es. Si no es todavía en su núcleo sólo hay posible posibilidad. El Ser del para sí como describimos al ser para sí desprende de su Ser el Ser que será arrojado hacía lo posible, lo futuro, Jaspers dice que todo Ser que desee conocer e ir más allá de sí tendrá frente de sí la angustia por lo tanto al no responderse trasciende, se eleva tal elevación en él, como existencialista cristiano es la metafísica de lo imposible para saber. No estamos e absoluto de acuerdo con ello, si trasciende, trasciende porque hay conciencie del Ser que sabe que trasciende. Y punto. El Ser entonces es para futuro porque es para sí, es puro proyecto a voz de Feinmman, <eyectado, vomitado al mundo>. Estos proyectos son la transformación del mundo por parte del hombre. Por lo tanto el Ser del futuro es del futuro porque es para sí, pero no es Ser del futuro porque el futuro es incierto, porque todavía no es, y no es porque el Ser del para sí al ser posibilidad tiene acechándolo la posibilidad de morir, y ante esa posibilidad que negaría toda otra posibilidad, posibilidad a realizar en futuro lo detendría matándolo. Es el Ser del para sí quien en su camino para ser del futuro tiene la posibilidad de morir y no ser del futuro que es lo que no es. En suma, el Ser es pasado, pero el pasado ya no es, entonces es futuro, pero el futuro no es todavía, entonces el Ser es presente, pero el presente no existe, sólo es una línea que divide pasado y futuro, por lo tanto el presente es en dimensión y propiedad estructural NADA. El Ser es nada.



[1] _HEIDEGGER, MARTIN, EL SER Y EL TIEMPO, FCE, MÉXICO, D.F, 2012, pág.  30

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