martes, 23 de febrero de 2021

El pedagogo que explicó la Historia natural 🌿 de Plinio

 






El pedagogo que explicó la Historia natural de Plinio


 

“El maestro ha de ser amado, venerado, respetado como si fuera el padre, pues, en hecho de verdad, los maestros nos ofrecen como una cierta semblanza de los padres; y de nadie puedes recibir beneficio mayor como aquel que te hace mejor y más instruido”

Juan Luis Vives

 

 

 

Tan solo seis años antes que Juan Luis Vives naciera (1492-1540) Giovanni Pico Della Mirandola escribía con motivo del Concilio Mundial de Religiones y Filosofías que se había planeado llevase a cabo en Roma, su famoso Discurso sobre la Dignidad del Hombre (De dignitate hominis) texto que fue considerado el nacimiento de la “pedagogía moderna”, empero, si sus contemporáneos hubieran conocido años después a nuestro pedagogo, seguramente se habrían retractado. Y es que Juan Luis Vives, -el educador de Occidente-, fue pieza clave para eso que los italianos de la época de Mirandola llamaron “el nacimiento de la pedagogía moderna”.

 

 

¿Quién fue Juan Luis Vives?

 

Fue Vives descendiente de los Verger por parte paterna y del poeta Ausías March, cuyo parentesco le venía de la madre. Juan Vives su padre y Blanca March la mujer que propició en su hijo, el deseo por una educación acuciosa, el fervor amoroso lo verá reflejado en su Institución de la mujer cristiana, donde sin reparo describe como mujer preocupada por sus hijos y modelo de amor, a quien le diera la vida. Fue el 6 de marzo de 1492 la fecha que lo vio nacer en Valencia, España, meses antes que Colón llegara a América.


Se puede deducir de su excelso curriculum, que Vives mostró dotes intelectuales desde párvulo.  A los siete años lo inscribieron en la escuela del Mestre Tristani, estancia que le dejó, -en la misma pluma de Vives-, un gran recuerdo. En 1504 cursa sus estudios elevados en el Studium Generale, igualmente en Valencia, donde tuvo de profesor a un tal Jerónimo Amiguet, un empedernido y corrupto latinista con influencia ciceroniana. Cabe señalar que la adolescencia de Juan Luis se vio desarrollada en medio de un ambiente escolásticamente intelectual, tardío por el auge del humanismo, que proveyó a más de uno, de una formación rigurosa, (que tanta falta hace hoy en día).

 

Estudió gramática griega con Bernardo Navarro, tras fallecer sus padres se muda a París donde es acogido en los Colegios de Montaigu, Beauvais y también en la Sorbona. En Montaigu se instruyó con el flamenco Juan Dullart y Gaspar Lax, el español. De ese periodo de su vida estudiantil no resguardó gratos recuerdos, al parecer Francia no le ofreció lo que buscaba, probablemente decidiera mucho antes, irse a otro lugar a seguir aprendiendo, antes claro, que se prohibiera a todo español residir en territorio galo, por una cuestión  de querella entre Luis XII y Fernando el católico.


Pretexto de ello, es que se traslada a Brujas en 1512, luego regresaría a París y de nuevo retornaría a Bélgica. Conoce a Tomás Moro en 1515, dos años después es nombrado preceptor de Guillermo de Croy, un muchacho de dieciocho años, quien  después se convertiría en Príncipe de España; mientras seguía en Lovaina dirigió el Colegio de las Tres Lenguas, donde se enseñaba griego, hebreo y caldeo.


En el estudio preliminar a la Vida y obra de Vives, José Manuel Villalpando[1] nos informa; “En 1519, la Universidad de Lovaina confirió a Vives un gran honor, nombrándolo profesor; allí conoció y trató al rector, Adrián Dedel, el tutor del Emperador Carlos V, que más tarde fue Obispo de Tortusa, Gran Inquisidor de España, Cardenal en Rioja, y finalmente Papa, con el nombre de Adriano VI”.


A su corta edad ya había escrito libros de un carácter muy erudito, Contra los falsos dialécticos, (Adversus pseudodialecticos), Triunfo de Cristo, (Christi Jesu Triumphus). Su fama de gran hombre culto, sabio y defensor del humanismo le hizo ser apodado el “Segundo Quintiliano” por su agudo sentido de la educación, como lo fuera el más importante pedagogo de Roma, Marco Fabio Quintiliano, inclusive leyó sus Instituciones oratorias, pues su Tratado de la enseñanza le debe mucho a la obra del hispano.


Continuando su estadía en Lovaina explica las Geórgicas de Virgilio y la Historia natural de Plinio. Entabla amistad con el autor de Elogio de la locura, el neerlandés Desiderius Erasmus van Rotterdam. En Oxford (1523) dictó lecciones de un ínclito valor, las de humanidades y de derecho provocaron que los mismos Reyes acudieran a oírlo, se trataba del mejor maestro de su época. Famoso y laureado por su inestimable conocimiento pedagógico, que aplicó como docente igualmente en el Colegio Corpus Christi, educó a la hija de la reina de Inglaterra, -compatriota suya-, casada con el sanguinario Enrique VIII, le pidió a Vives que  enseñara a su hija y sea su consejero, para lo que de gran ayuda le sirvió su Pedagogía infantil (De ratione studii puerilis) y  El compañero del alma (Satellitium animi).


Únicamente para contraer matrimonio tiene que irse de Inglaterra, su casamiento se efectúa en 1524 el 26 de mayo con Margarita Valldaura. Meses después regresa a la Isla a seguir educando a  María Tudor. De la ayuda a los pobres (De subventione pauperum) es un libro de 1525, en el veintinueve De la concordia y la discordia del género humano, dedicado a Carlos V.


La aportación más considerable, de entre toda su obra, fue la que desarrolló para estructurar un sistema de enseñanza que se ocupó en Europa hasta antes de la revolución industrial, en 1531 publicó la que se considera su obra maestra en el terreno pedagógico, Tratado de la enseñanza (De tradendis disciplinis), que dedicó al rey Juan III de Portugal[2]. De ahí le siguen las aportaciones a la psicología, Tratado del alma (De anima et vita) y el más leído de sus libros, Diálogos, que se publicó con el título de (Linguae latinae exercitatio) dedicados a Felipe II de España.


De Vives se puede decir mucho, pero no que se limitó a un solo campo de estudio, su riqueza cultural e interés personal lo llevó a navegar y sumergirse en las disciplinas clásicas como la filosofía, gramática, matemáticas, religión, historia, derecho, sociología, pedagogía y literatura griega y latina.

 

Educación escolástica

 

El pedagogo Juan Luis Vives se destacó admirablemente en la ciencia educacional, heredero de la tradición helénica y latina, conocedor de la paideia de su tiempo, caracterizada por la escolástica medieval aristotélica, que formaba alumnos con un intelecto preciso y altamente digno, la formación en la que se desempeñaban era el resultado de los studia humanitatis que hay que recordar se dividía en dos secciones curriculares: Trivium (o instrumental) donde los profesores se especializaban en gramática, retórica y dialéctica, y el Cuadrivium (o científico) donde se impartían clases de aritmética, geometría, astronomía y música.


Para comprender la forma en que se enseñaba en la época de Vives, es necesario usar un poco la imaginación, dado que las generaciones de la actualidad están lejos de comprender a secas, cómo vivían los estudiantes de su época. La historia oficial que se estudia en las Universidades donde se enseña pedagogía o similares, inculcan la idea de que la edad media fue un periodo oscuro, donde la religión dominaba todas las áreas de los saberes tanto político como social, e igual que únicamente en los monasterios se podía acceder a los libros y por añadidura al conocimiento del pasado. Esto en parte es falso, cualquier pedagogo con suficiente habilidad en conocimientos históricos y hermenéutica podrá llegar a las mismas conclusiones; la educación escolástica regida en parte por la lógica de Aristóteles y en el territorio español por el famosísimo Antonio de Nebrija, (del que Vives en su momento tuvo el ofrecimiento de ocupar su cátedra tras el fallecimiento de este, en la Universidad Alcalá de Henares), era un ambiente exquisito.


Los alumnos que se graduaban poseían un conocimiento muy condensado, lo que les permitía, -y esto seguramente variaba en su interés particular y conducta-, un perfil de prócer, ya que el método les exigía un particular modelo de explicación a partir del mismo enunciado. Edwart Grant[3] lo explica así; “Una forma  de comentario implicaba la presentación sistemática de un texto, ­—frecuentemente alguna obra de Aristóteles— seguida inmediatamente por una explicación de su significado por el comentarista con ocasionales intercalaciones de sus propias opiniones o interpretaciones”.

 

La propuesta pedagógica de Vives

 

Como se mencionó anteriormente, es en el Tratado de la educación, libro donde nuestro ilustre personaje ofreció su propuesta pedagógica, (con mucha influencia de las Instituciones Oratorias en doce volúmenes) que organizó no sólo lo que se debía enseñar, también el cómo y el origen de la educación en su primer capítulo, una metáfora del origen divino del hombre, que si bien describe a modo de símil creacional, los atributos del hombre sobre la tierra, dejan a más de uno, pensando en sus reflexiones. Vives lo describe así:


“Dotado el hombre, por magna donación divina, de la inteligencia y la facultad de investigación, mediante la cual pudiese ver no sólo cuanto se halla presente a sus ojos sino también lo pasado y lo futuro, creyó propio de gran instrumento contemplar todas las cosas, reunir y combinarlas entre sí, y recorrer esta naturaleza universal como una posesión suya. Pero antes bien se ha extraviado de ese camino que adelantado a él; pues si bien consideramos admirable el espacio recorrido y el punto a que hemos llegado, en comparación con lo que no se ha logrado ver aún, resulta que apenas ‘ha salido un paso fuera del umbral’ (…) y viendo en seguida que estaba dotado de un organismo débil, expuesto a la inclemencia del cielo y del suelo; ideó los medios de prevenirse contra los rigores del frío y del calor, cubriendo al principio su cuerpo con pieles o tejidos que no siendo suficientes le hicieron pensar en amontonar piedras, barro, leños, objetos duros donde abrigarse y defenderse de aquellos agentes”. Libro I, capítulo primero.

 

Se halla aquí no solo la cosmovisión del magister y su idea de cómo el hombre se tuvo que valer de su inteligencia para liarse con el medio natural, enemigo primero de la misma naturaleza del hombre. Habla a su vez de la idea muy generalizada que supervivía en la clase ascendente de su época. En este apartado, y después de lo citado arriba, a modo de preámbulo, se describe brevemente el sistema de enseñanza de Juan Luis Vives.


Tratado de la enseñanza es un clásico ejemplo de cómo se escribían los textos para fines educativos del siglo que vio desarrollar la labor de Vives. Para el pedagogo conocedor de la obra de Quintiliano, podrá advertir sin ningún reparo, que la estructura de las Intituciones oratorias goza de un enorme parecido con el libro de Juan Luis. Tan solo en las peticiones que en ambos escritos se hace énfasis, desde lo que debe leer un niño en las primeras etapas de su vida, cómo debe responder a su maestro y qué características deberá contenerse en el educador. En el siguiente cuadro se comparan dos fragmentos de ambos autores:


Instituciones Oratorias Libro III

Tratado de la enseñanza Libro I

La segunda señal es la habilidad de imitar, por señal de docilidad, pero de manera que esa imitación sea de lo que aprende y no para remedar el modo de andar y aire de las personas, o algún otro defecto que llame la atención. Sobre todo, el niño bueno será verdaderamente ingenioso.

Lo primero será aprender, después imitar, según hemos visto más arriba; se ejercitarán en los juegos, que son apropósito también para manifestar ingenio y dotes naturales, sobre todo entre los semejantes, donde nada suele haber ficticio, sino que se produce de modo espontaneo…

 

Sumado al cuadro anterior, nuestro pedagogo da crédito a la obra de su colega, y cita: “Quintiliano consideraba como señal de ingenio la memoria, que consta de dos partes: ‘percibir con facilidad y retener con fidelidad’ lo primero indica seguramente agudeza, lo segundo capacidad; más tarde viene poco a poco el juicio”. Para poder aprender de manera que el intelecto no sea solo un relicario de saberes o datos, Vives se preocupa por el alma, pero no ve en ella un signo puramente metafísico, subraya que el alma misma debe servir de base para el gobierno interior del hombre, por la vía de la educación.


Tratado de la enseñanza se divide en 6 libros, subdivididos a su vez en varios capítulos. En el libro primero se encarga del origen de la educación, en el segundo del estado actual de las escuelas, en el tercero de la enseñanza de los idiomas, en el libro cuarto de las disciplinas superiores, en el quinto de los estudios y la vida y en el sexto y último de la vida y costumbre del erudito. Este sistema tiene como todos los sistemas, varios objetivos y fines a seguir, el telos educativo es hacer al joven más instruido y mejor, por lo tanto. Durante uno o dos meses permanecerá en la escuela para examinar sus dotes mentales; y los maestros se reunirán aparte cuatro veces cada año (muy parecido a los consejos escolares) para hablar y preguntarse mutuamente sobre la capacidad de sus alumnos y para designar cuál sea la ocupación que según las individuales disposiciones conviene a cada uno de ellos. Aconseja que sea pertinente que los profesores vean remunerado su trabajo, pero éstos deberán ser de una conducta impoluta, de acreditada competencia, probidad y prudencia, pagarles sueldo del Tesoro público y que vayan a él niños y jóvenes para aprender las materias de que sean capaces, según su respectiva edad y disposición.


Lo que Vives propone es algo que hoy en día se da por contado, que los alumnos deben recibir formación de profesores calificados, dignos del título de maestros, maestros en toda la extensión de su significado, y no de pedagogos ramplones que consideran que después de egresar de la carrera no solamente ya no requieren seguir estudiando, peor, no siguen leyendo y conociendo su ciencia. Esta conciencia chabaca que prolifera en más de un educador no se liga a lo que Juan Luis creía, «Ningún deleite hay tan suave que se pueda comparar con la plática del varón sabio y bien hablado».

 

Adelantado a las ideas de su tiempo, propuso que los alumnos no vivieran encerrados en las aulas, que ese conocimiento epistemológico del que eran partícipes debía verse obligado a ser comparado con la vida cotidiana, solicitaba que aquellos que se dediquen al estudio de la naturaleza es lo propio que salgan a conocerla en primera persona y no solamente de voz los expertos, allí preguntará constantemente a cuantos se hallen por aquellos parajes, a los hortelanos, campesinos, pastores y cazadores, según es evidente que hicieron Plinio y otros célebres autores de obras de este género, pues nadie por sí solo es capaz de abarcar con su propia vista toda esa multitud y variedad de objetos (De tradendis disciplinis, IV, 1).

 

Para Vives el cultivo de la razón es sinónimo de la sabiduría madurada, en su Introducción a la sabiduría, -un manual de la buena vida-, expone numerando sus ideas, así por ejemplo al inicio del capítulo I dice con relación a la sabiduría que ésta consiste en juzgar bien de las cosas, con juicio entero, y no estregado, de tal manera, que estimemos, a cada cual en aquello que ella es, y no nos vayamos tras las cosas viles como si fuesen preciosas, ni desechemos las viles por preciosas, ni vituperemos las que merecen loor, ni loemos las que de suyo merecen ser vituperadas.

 

 Víctor García Oz  concluye que:

“Puede considerarse Vives como un pedagogo con doble título: por un lado,  porque su vida profesional estuvo consagrada a la práctica; tras iniciarse como preceptor de Guillermo de Croy, prosiguió en las aulas de las universidades de Lovaina y de Oxford, sin referirnos a la parte que tuvo en la educación de María Tudor. Por otro lado porque ejerció la pedagogía como teoría”.

 

 

Los diálogos

 

La figura que es global de Vives, no fue apreciada por todos, es cierto, inclusive, cuando se habla de él como el gran pedagogo, lo fue en parte, por libros que se leyeron más que otros, como es el caso de sus Diálogos o Introducción a la sabiduría, —que se usaron como textos en las escuelas de enseñanza del latín—,  allende, sus aportes son de un valor intelectual incalculable. El mismo erudito de la historia de la pedagogía Winfried Böhm, no le dedicó ni media cuartilla en su sustanciosa Historia de la pedagogía (de Platón hasta la actualidad) donde se refirió a él como “humanista español” que había escrito la Fábula sobre el hombre (fabule de homine) donde plantea una idea bastante pintoresca, al hacer que hombres presentasen una obra de tres actos durante una fiesta de los dioses; en esa obra, ellos exponen todo el espectro de destinos humanos, después imitan comportamientos animalescos.


 Con esto solo me atrevo a proferir, que no se le consideró como a otros educadores, pero del que sabían, era una de las mentes más brillantes de su tiempo. La virtud de la consciencia histórica es a veces avasallada por la cruel envidia y la decrepitud de espíritus mediocres.

Supo Juan Luis Vives, burlarse de ello en muchos de sus diálogos, a modo antiguo, utilizó el mismo mecanismo de Platón y explayó así sus ideas y comentarios más picosos.


Dialogo X[4]

La escritura

Manrique. — ¿Oíste hoy aquel largo discurso acerca de la utilidad de la escritura?

Mendoza. — ¿Dónde?

Manrique. — En la escuela de Antonio de Nebrija

Mendoza. — No estuve allí; más si tú te acuerdas de algo, cuéntamelo

Manrique. — ¿Qué te he de contar? Tantas cosas dijo, que casi todas se me han olvidado

Mendoza. — Luego te sucedió lo que dice Quintiliano de los vasos que tienen angosta la boca; si en ellos se echa de golpe mucha agua, ésta se derrama; más si se echa poco a poco se llena.

 

 

 

 

La muerte de Vives

 

Así como hoy en nuestros tiempos nos vemos afligidos por una pandemia, en los últimos años de Juan Luis Vives, una epidemia de gota se esparcía por Europa, debido a esto se vio obligado a irse de Brujas para Paris, Lile y Breda. Regresa a Bélgica por encargo de la recién viuda y Duquesa del Cenete, María Mendoza. Muere de una gota que ya le consumía de años atrás el 6 de mayo de 1540, sus restos fueron sepultados en una tumba de la Iglesia de San Donaciano, mismo lugar donde reposaría el cuerpo de su mujer doce años después.

 

El legado de Vives no se apagó con su desaparición física, recordemos que nació el mismo año del descubrimiento de América, ya para la fecha de su fallecimiento, las rutas eran variadas, los barcos iban y venían y los libros de Juan Luis Vives el pedagogo de Occidente llegaron al nuevo mundo para cumplir con su labor, seguir educando. En 1552 en México, se publicó una edición de sus Diálogos, convirtiéndolo así, en el pedagogo de Occidente (el viejo mundo) y de la Nueva España, -América-, (el nuevo mundo).

 

"Con los mejores y más sabios que tú no compitas con envidia o malevolencia, sino con virtud, seriedad, estudio. No menosprecies a los que no sepan tanto como tú; antes ayúdalos y estimúlalos porque ellos puedan subir, porque tú no serás peor ni menos aprovechado si te fueren iguales muchos otros; al contrario, serás mejor si ellos, con tu ayuda, se mejoraron".

Pedagogía pueril, preceptos, pág. 434

Juan Luis Vives

 

Por Antonio Pérez-Paredes

Profesor de Primaria y Universidad.



[1] Vives, Juan Luis, Tratado de la enseñanza, Editorial Porrúa, 2004, México, Estudio Preliminar, XXIV.

[2] Chateau, Jean, Los grandes pedagogos, FCE, 2017, México, Juan Luis Vives, pedagogo de occidente, pág. 42. (La cita corresponde al estudio de Víctor García Oz incluido en el libro).

[3] Grant, Edward, La ciencia física en la edad media, FCE, México, 2018, pág. 51.

[4] Vives. Op. Cit. Pág. 328