El pedagogo que
explicó la Historia natural de Plinio
“El maestro ha de ser amado,
venerado, respetado como si fuera el padre, pues, en hecho de verdad, los
maestros nos ofrecen como una cierta semblanza de los padres; y de nadie puedes
recibir beneficio mayor como aquel que te hace mejor y más instruido”
Juan
Luis Vives
Tan solo seis años antes que Juan Luis Vives naciera (1492-1540)
Giovanni Pico Della Mirandola escribía con motivo del Concilio Mundial de Religiones y Filosofías que se había planeado
llevase a cabo en Roma, su famoso Discurso sobre la Dignidad del Hombre (De dignitate hominis) texto que fue
considerado el nacimiento de la “pedagogía moderna”, empero, si sus
contemporáneos hubieran conocido años después a nuestro pedagogo, seguramente
se habrían retractado. Y es que Juan Luis Vives, -el educador de Occidente-,
fue pieza clave para eso que los italianos de la época de Mirandola llamaron “el nacimiento de la pedagogía moderna”.
¿Quién fue Juan Luis Vives?
Fue Vives descendiente de los Verger por parte paterna y del
poeta Ausías March, cuyo parentesco le venía de la madre. Juan Vives su padre y
Blanca March la mujer que propició en su hijo, el deseo por una educación
acuciosa, el fervor amoroso lo verá reflejado en su Institución de la mujer cristiana, donde sin reparo describe como
mujer preocupada por sus hijos y modelo de amor, a quien le diera la vida. Fue
el 6 de marzo de 1492 la fecha que lo vio nacer en Valencia, España, meses
antes que Colón llegara a América.
Se puede deducir de su excelso curriculum, que Vives mostró
dotes intelectuales desde párvulo. A los
siete años lo inscribieron en la escuela del Mestre Tristani, estancia que le
dejó, -en la misma pluma de Vives-, un gran recuerdo. En 1504 cursa sus
estudios elevados en el Studium Generale,
igualmente en Valencia, donde tuvo de profesor a un tal Jerónimo Amiguet, un
empedernido y corrupto latinista con influencia ciceroniana. Cabe señalar que
la adolescencia de Juan Luis se vio desarrollada en medio de un ambiente
escolásticamente intelectual, tardío por el auge del humanismo, que proveyó a
más de uno, de una formación rigurosa, (que tanta falta hace hoy en día).
Estudió gramática griega con Bernardo Navarro, tras fallecer
sus padres se muda a París donde es acogido en los Colegios de Montaigu,
Beauvais y también en la Sorbona. En Montaigu se instruyó con el flamenco Juan
Dullart y Gaspar Lax, el español. De ese periodo de su vida estudiantil no
resguardó gratos recuerdos, al parecer Francia no le ofreció lo que buscaba, probablemente
decidiera mucho antes, irse a otro lugar a seguir aprendiendo, antes claro, que
se prohibiera a todo español residir en territorio galo, por una cuestión de querella entre Luis XII y Fernando el
católico.
Pretexto de ello, es que se traslada a Brujas en 1512, luego
regresaría a París y de nuevo retornaría a Bélgica. Conoce a Tomás Moro en
1515, dos años después es nombrado preceptor de Guillermo de Croy, un muchacho
de dieciocho años, quien después se
convertiría en Príncipe de España; mientras seguía en Lovaina dirigió el
Colegio de las Tres Lenguas, donde se enseñaba griego, hebreo y caldeo.
En el estudio preliminar a la Vida y obra de Vives, José Manuel
Villalpando[1] nos
informa; “En 1519, la Universidad de
Lovaina confirió a Vives un gran honor, nombrándolo profesor; allí conoció y
trató al rector, Adrián Dedel, el tutor del Emperador Carlos V, que más tarde
fue Obispo de Tortusa, Gran Inquisidor de España, Cardenal en Rioja, y
finalmente Papa, con el nombre de Adriano VI”.
A su corta edad ya había escrito libros de un carácter muy
erudito, Contra los falsos dialécticos, (Adversus
pseudodialecticos), Triunfo de Cristo, (Christi
Jesu Triumphus). Su fama de gran hombre culto, sabio y defensor del
humanismo le hizo ser apodado el “Segundo
Quintiliano” por su agudo sentido de la educación, como lo fuera el más
importante pedagogo de Roma, Marco Fabio Quintiliano, inclusive leyó sus Instituciones oratorias,
pues su Tratado de la enseñanza le debe mucho a la obra del hispano.
Continuando su estadía en Lovaina explica las Geórgicas de
Virgilio y la Historia natural de Plinio. Entabla amistad con el autor de Elogio de la locura, el neerlandés Desiderius Erasmus van Rotterdam. En
Oxford (1523) dictó lecciones de un ínclito valor, las de humanidades y de derecho
provocaron que los mismos Reyes acudieran a oírlo, se trataba del mejor maestro
de su época. Famoso y laureado por su inestimable conocimiento pedagógico, que
aplicó como docente igualmente en el Colegio Corpus Christi, educó a la hija de
la reina de Inglaterra, -compatriota suya-, casada con el sanguinario Enrique
VIII, le pidió a Vives que enseñara a su
hija y sea su consejero, para lo que de gran ayuda le sirvió su Pedagogía
infantil (De ratione studii puerilis)
y El compañero del alma (Satellitium animi).
Únicamente para contraer matrimonio tiene que irse de Inglaterra, su
casamiento se efectúa en 1524 el 26 de mayo con Margarita Valldaura. Meses después
regresa a la Isla a seguir educando a
María Tudor. De la ayuda a los pobres (De subventione pauperum) es un libro de 1525, en el veintinueve De
la concordia y la discordia del género humano, dedicado a Carlos V.
La aportación más considerable, de entre toda su obra, fue la que desarrolló
para estructurar un sistema de enseñanza que se ocupó en Europa hasta antes de
la revolución industrial, en 1531 publicó
la que se considera su obra maestra en el terreno pedagógico, Tratado de la
enseñanza (De tradendis disciplinis), que dedicó al rey Juan III de Portugal[2]”.
De ahí le siguen las aportaciones a la psicología, Tratado del alma (De anima et vita) y el más leído de sus
libros, Diálogos, que se publicó con el título de (Linguae latinae exercitatio) dedicados a Felipe II de España.
De Vives se puede decir mucho, pero no que se limitó a un solo campo de
estudio, su riqueza cultural e interés personal lo llevó a navegar y sumergirse
en las disciplinas clásicas como la filosofía, gramática, matemáticas,
religión, historia, derecho, sociología, pedagogía y literatura griega y
latina.
Educación escolástica
El pedagogo Juan Luis Vives se destacó admirablemente en la ciencia
educacional, heredero de la tradición helénica y latina, conocedor de la paideia de su tiempo, caracterizada por
la escolástica medieval aristotélica, que formaba alumnos con un intelecto
preciso y altamente digno, la formación en la que se desempeñaban era el
resultado de los studia humanitatis que
hay que recordar se dividía en dos secciones curriculares: Trivium (o instrumental) donde los profesores se
especializaban en gramática, retórica y dialéctica, y el Cuadrivium (o científico) donde se impartían clases
de aritmética, geometría, astronomía y música.
Para comprender la forma en que se enseñaba en la época de Vives, es
necesario usar un poco la imaginación, dado que las generaciones de la
actualidad están lejos de comprender a secas, cómo vivían los estudiantes de su
época. La historia oficial que se estudia en las Universidades donde se enseña pedagogía
o similares, inculcan la idea de que la edad media fue un periodo oscuro, donde
la religión dominaba todas las áreas de los saberes tanto político como social,
e igual que únicamente en los monasterios se podía acceder a los libros y por
añadidura al conocimiento del pasado. Esto en parte es falso, cualquier
pedagogo con suficiente habilidad en conocimientos históricos y hermenéutica
podrá llegar a las mismas conclusiones; la educación escolástica regida en
parte por la lógica de Aristóteles y en el territorio español por el famosísimo
Antonio de Nebrija, (del que Vives en su
momento tuvo el ofrecimiento de ocupar su cátedra tras el fallecimiento de
este, en la Universidad Alcalá de Henares), era un ambiente exquisito.
Los alumnos que se graduaban poseían un conocimiento muy condensado, lo
que les permitía, -y esto seguramente variaba en su interés particular y
conducta-, un perfil de prócer, ya que el método les exigía un particular
modelo de explicación a partir del mismo enunciado. Edwart Grant[3]
lo explica así; “Una forma de comentario implicaba la presentación
sistemática de un texto, —frecuentemente alguna obra de Aristóteles— seguida
inmediatamente por una explicación de su significado por el comentarista con
ocasionales intercalaciones de sus propias opiniones o interpretaciones”.
La propuesta pedagógica de Vives
Como se mencionó anteriormente, es en el Tratado de la educación,
libro donde nuestro ilustre personaje ofreció su propuesta pedagógica, (con mucha influencia de las Instituciones
Oratorias en doce volúmenes) que organizó no sólo lo que se debía enseñar,
también el cómo y el origen de la educación en su primer capítulo, una metáfora
del origen divino del hombre, que si bien describe a modo de símil creacional, los
atributos del hombre sobre la tierra, dejan a más de uno, pensando en sus
reflexiones. Vives lo describe así:
“Dotado el hombre, por magna donación
divina, de la inteligencia y la facultad de investigación, mediante la cual
pudiese ver no sólo cuanto se halla presente a sus ojos sino también lo pasado
y lo futuro, creyó propio de gran instrumento contemplar todas las cosas,
reunir y combinarlas entre sí, y recorrer esta naturaleza universal como una posesión
suya. Pero antes bien se ha extraviado de ese camino que adelantado a él; pues
si bien consideramos admirable el espacio recorrido y el punto a que hemos
llegado, en comparación con lo que no se ha logrado ver aún, resulta que apenas
‘ha salido un paso fuera del umbral’ (…) y viendo en seguida que estaba dotado
de un organismo débil, expuesto a la inclemencia del cielo y del suelo; ideó
los medios de prevenirse contra los rigores del frío y del calor, cubriendo al
principio su cuerpo con pieles o tejidos que no siendo suficientes le hicieron
pensar en amontonar piedras, barro, leños, objetos duros donde abrigarse y
defenderse de aquellos agentes”. Libro I, capítulo primero.
Se halla aquí no solo la cosmovisión del magister y su idea de cómo el hombre se
tuvo que valer de su inteligencia para liarse con el medio natural, enemigo
primero de la misma naturaleza del hombre. Habla a su vez de la idea muy
generalizada que supervivía en la clase ascendente de su época. En este
apartado, y después de lo citado arriba, a modo de preámbulo, se describe
brevemente el sistema de enseñanza de Juan Luis Vives.
Tratado de la enseñanza es un clásico ejemplo de cómo se
escribían los textos para fines educativos del siglo que vio desarrollar la
labor de Vives. Para el pedagogo conocedor de la obra de Quintiliano, podrá advertir
sin ningún reparo, que la estructura de las Intituciones
oratorias goza de un enorme parecido con el libro de Juan Luis. Tan solo en
las peticiones que en ambos escritos se hace énfasis, desde lo que debe leer un
niño en las primeras etapas de su vida, cómo debe responder a su maestro y qué
características deberá contenerse en el educador. En el siguiente cuadro se
comparan dos fragmentos de ambos autores:
Instituciones Oratorias Libro III |
Tratado de la enseñanza Libro I |
La segunda señal es la habilidad de imitar, por señal de
docilidad, pero de manera que esa imitación sea de lo que aprende y no para
remedar el modo de andar y aire de las personas, o algún otro defecto que
llame la atención. Sobre todo, el niño bueno será verdaderamente ingenioso. |
Lo primero será aprender, después imitar, según hemos
visto más arriba; se ejercitarán en los juegos, que son apropósito también
para manifestar ingenio y dotes naturales, sobre todo entre los semejantes,
donde nada suele haber ficticio, sino que se produce de modo espontaneo… |
Sumado al cuadro anterior, nuestro pedagogo da crédito a la
obra de su colega, y cita: “Quintiliano
consideraba como señal de ingenio la memoria, que consta de dos partes: ‘percibir
con facilidad y retener con fidelidad’ lo primero indica seguramente agudeza,
lo segundo capacidad; más tarde viene poco a poco el juicio”. Para poder
aprender de manera que el intelecto no sea solo un relicario de saberes o
datos, Vives se preocupa por el alma, pero no ve en ella un signo puramente
metafísico, subraya que el alma misma debe servir de base para el gobierno
interior del hombre, por la vía de la educación.
Tratado de la enseñanza se divide en 6 libros, subdivididos
a su vez en varios capítulos. En el libro primero se encarga del origen de la educación,
en el segundo del estado actual de las escuelas, en el tercero de la enseñanza
de los idiomas, en el libro cuarto de las disciplinas superiores, en el quinto
de los estudios y la vida y en el sexto y último de la vida y costumbre del
erudito. Este sistema tiene como todos los sistemas, varios objetivos y fines a
seguir, el telos educativo es hacer al joven más instruido y mejor, por
lo tanto. Durante uno o dos meses permanecerá en la escuela para examinar sus
dotes mentales; y los maestros se reunirán aparte cuatro veces cada año (muy
parecido a los consejos escolares) para
hablar y preguntarse mutuamente sobre la capacidad de sus alumnos y para
designar cuál sea la ocupación que según las individuales disposiciones
conviene a cada uno de ellos. Aconseja que sea pertinente que los
profesores vean remunerado su trabajo, pero éstos deberán ser de una conducta
impoluta, de acreditada competencia,
probidad y prudencia, pagarles sueldo del Tesoro público y que vayan a él niños
y jóvenes para aprender las materias de que sean capaces, según su respectiva
edad y disposición.
Lo que Vives propone es algo que hoy en día se da por
contado, que los alumnos deben recibir formación de profesores calificados,
dignos del título de maestros, maestros en toda la extensión de su significado,
y no de pedagogos ramplones que consideran que después de egresar de la carrera
no solamente ya no requieren seguir estudiando, peor, no siguen leyendo y conociendo
su ciencia. Esta conciencia chabaca que prolifera en más de un educador no se
liga a lo que Juan Luis creía, «Ningún
deleite hay tan suave que se pueda comparar con la plática del varón sabio y
bien hablado».
Adelantado a las ideas de su tiempo, propuso que los alumnos
no vivieran encerrados en las aulas, que ese conocimiento epistemológico del
que eran partícipes debía verse obligado a ser comparado con la vida cotidiana,
solicitaba que aquellos que se dediquen al estudio de la naturaleza es lo propio
que salgan a conocerla en primera persona y no solamente de voz los expertos, allí preguntará constantemente a cuantos se
hallen por aquellos parajes, a los hortelanos, campesinos, pastores y
cazadores, según es evidente que hicieron Plinio y otros célebres autores de
obras de este género, pues nadie por sí solo es capaz de abarcar con su propia
vista toda esa multitud y variedad de objetos (De tradendis disciplinis, IV, 1).
Para Vives el cultivo de la razón es sinónimo de la
sabiduría madurada, en su Introducción a la sabiduría, -un manual de la buena
vida-, expone numerando sus ideas, así por ejemplo al inicio del capítulo I
dice con relación a la sabiduría que ésta consiste en juzgar bien de las cosas, con juicio entero, y no estregado, de tal
manera, que estimemos, a cada cual en aquello que ella es, y no nos vayamos
tras las cosas viles como si fuesen preciosas, ni desechemos las viles por
preciosas, ni vituperemos las que merecen loor, ni loemos las que de suyo
merecen ser vituperadas.
Víctor
García Oz concluye que:
“Puede considerarse Vives como un
pedagogo con doble título: por un lado,
porque su vida profesional estuvo consagrada a la práctica; tras
iniciarse como preceptor de Guillermo de Croy, prosiguió en las aulas de las
universidades de Lovaina y de Oxford, sin referirnos a la parte que tuvo en la
educación de María Tudor. Por otro lado porque ejerció la pedagogía como teoría”.
Los diálogos
La figura que es global de Vives, no fue apreciada por
todos, es cierto, inclusive, cuando se habla de él como el gran pedagogo, lo
fue en parte, por libros que se leyeron más que otros, como es el caso de sus
Diálogos o Introducción a la sabiduría, —que se usaron como textos en las
escuelas de enseñanza del latín—, allende, sus aportes son de un valor intelectual
incalculable. El mismo erudito de la historia de la pedagogía Winfried Böhm, no
le dedicó ni media cuartilla en su sustanciosa Historia de la pedagogía (de Platón hasta la actualidad) donde se
refirió a él como “humanista español” que había escrito la Fábula sobre el
hombre (fabule de homine) donde
plantea una idea bastante pintoresca, al
hacer que hombres presentasen una obra de tres actos durante una fiesta de los
dioses; en esa obra, ellos exponen todo el espectro de destinos humanos, después
imitan comportamientos animalescos.
Con esto solo me
atrevo a proferir, que no se le consideró como a otros educadores, pero del que
sabían, era una de las mentes más brillantes de su tiempo. La virtud de la
consciencia histórica es a veces avasallada por la cruel envidia y la
decrepitud de espíritus mediocres.
Supo Juan Luis Vives, burlarse de ello en muchos de sus
diálogos, a modo antiguo, utilizó el mismo mecanismo de Platón y explayó así
sus ideas y comentarios más picosos.
Dialogo X[4]
La escritura
Manrique. — ¿Oíste hoy aquel largo discurso acerca de la
utilidad de la escritura?
Mendoza. — ¿Dónde?
Manrique. — En la escuela de Antonio de Nebrija
Mendoza. — No estuve allí; más si tú te acuerdas de algo,
cuéntamelo
Manrique. — ¿Qué te he de contar? Tantas cosas dijo, que
casi todas se me han olvidado
Mendoza. — Luego te sucedió lo que dice Quintiliano de los
vasos que tienen angosta la boca; si en ellos se echa de golpe mucha agua, ésta
se derrama; más si se echa poco a poco se llena.
La muerte de Vives
Así como hoy en nuestros tiempos nos vemos afligidos por una
pandemia, en los últimos años de Juan Luis Vives, una epidemia de gota se
esparcía por Europa, debido a esto se vio obligado a irse de Brujas para Paris,
Lile y Breda. Regresa a Bélgica por encargo de la recién viuda y Duquesa del
Cenete, María Mendoza. Muere de una gota que ya le consumía de años atrás el 6
de mayo de 1540, sus restos fueron sepultados en una tumba de la Iglesia de San
Donaciano, mismo lugar donde reposaría el cuerpo de su mujer doce años después.
El legado de Vives no se apagó con su desaparición física,
recordemos que nació el mismo año del descubrimiento de América, ya para la
fecha de su fallecimiento, las rutas eran variadas, los barcos iban y venían y
los libros de Juan Luis Vives el pedagogo de Occidente llegaron al nuevo mundo
para cumplir con su labor, seguir educando. En 1552 en México, se publicó una
edición de sus Diálogos, convirtiéndolo así, en el pedagogo de Occidente (el
viejo mundo) y de la Nueva España, -América-, (el nuevo mundo).
"Con los mejores y más sabios que tú no
compitas con envidia o malevolencia, sino con virtud, seriedad, estudio. No
menosprecies a los que no sepan tanto como tú; antes ayúdalos y estimúlalos
porque ellos puedan subir, porque tú no serás peor ni menos aprovechado si te
fueren iguales muchos otros; al contrario, serás mejor si ellos, con tu ayuda,
se mejoraron".
Pedagogía pueril, preceptos, pág. 434
Juan Luis Vives
Por
Antonio Pérez-Paredes
Profesor
de Primaria y Universidad.
[1] Vives,
Juan Luis, Tratado de la enseñanza, Editorial Porrúa, 2004, México, Estudio
Preliminar, XXIV.
[2]
Chateau, Jean, Los grandes pedagogos, FCE, 2017, México, Juan Luis Vives,
pedagogo de occidente, pág. 42. (La cita corresponde al estudio de Víctor
García Oz incluido en el libro).
[3]
Grant, Edward, La ciencia física en la edad media, FCE, México, 2018, pág. 51.
[4]
Vives. Op. Cit. Pág. 328
No hay comentarios.:
Publicar un comentario