sábado, 25 de abril de 2020

La pandemia- "El nuevo bicho kafkiano"


Una mañana nos despertamos y ya éramos posibles portadores



“Ahora bien, a través de esta técnica de sujeción, se está formando un nuevo objeto: lentamente, va ocupando el puesto del cuerpo mecánico, del cuerpo compuesto de sólidos y sometido a movimientos, cuya imagen había obsesionado durante tanto tiempo a los que soñaban con la perfección disciplinaria”.

Michel Foucault, Vigilar y castigar


Un día, una mañana, muchas personas, en muchos países, en muchas ciudades y en muchas casas, se despertaron y se enteraron que se habían convertido en posibles infectados. En posibles portadores de un virus, que más se parece a la idea de un Dios omnipresente y omnipotente que deriva en la idea de un virus al que todos le temen y nadie puede ver ni sentir, ni oler, hasta que se hace notar en el cuerpo de uno o del otro.



En la novela de Franz Kafka, (1883-1924) “La metamorfosis” el austrohúngaro y bohemio escritor, compone en su narrativa toda una queja de la bruma de su tiempo, “la existencia”, es un verdadero cirujano de la condición humana. Gregorio Samsa su personaje, es un hombre que trabaja como viajante de comercio, y que una mañana se despierta y se ve convertido en un asqueroso bicho, un insecto, -un escarabajo-. Citamos aquí[1] la primera traducción al castellano de la novela kafkiana por otro gran escritor Jorge Luis Borges;


“Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse, en su cama convertido en un monstruoso insecto”


Es así como muchos al despertarnos nos vimos convertidos en un monstruoso bicho, en un insecto que es un posible portador, y que puede incluso estar contagiado y no saberlo, pero que estaría en proceso de metamorfosis. En este caso la metamorfosis son los síntomas del covid-19, y el ciudadano de la polis es un Gregorio Samsa. Nos vemos a la necesidad de estar recluidos, pero muchos tienen que trabajar a pesar del miedo que salir propone. También Gregorio cuando se ve aceptado como lo que ahora es, un bicho, piensa en que no puede salir así e ir a su empleo, cómo salir, ese es el punto. Y permanece encerrado, cuando su familia se entera de lo que le ha ocurrido. Pero es también la familia la que lo mantiene oculto, encerrado, con quien únicamente se tiene contacto cuando le alimentan. Y es lo que lamentablemente hemos visto y/o escuchado, personas que agreden al personal médico[2]: doctores, enfermeras, camilleros, etc. Ahora el personal de servicio médico es visto como ese bicho kafkiano, el miedo surge, la paranoia social a un posible contagio, la falta de valores y de una educación cimentada en el humanismo y los clásicos hacen que la sociedad cuando se ve vulnerada defiende sus intereses y se olvida de sus semejantes.


La pandemia ha venido a clasificar a la población dentro de su propia realidad, ya no hay más otro que me constituye como otra verdad, ahora el otro es un posible contagiado, como dijo el gran filósofo argentino José Pablo Feinmann[3]; "No hay nada más socialista que la pandemia; para el virus todos somos iguales".


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Antonio Pérez-Paredes
Pedagogo

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