jueves, 28 de mayo de 2020

Prolegómeno a la idea de “ambiente favorable”

   Hermenéutica de la pedagogía del ambiente





Las 89 películas sobre educación preferidas de los profesores | UNIR


"Conozco maestros que han leído decenas de disertaciones sobre
la atención, sus caracteres y sus leyes”.  "Muy bien. Pero su
problema es después . . . , conseguir, esta bendita atención. La regla es
suscitar el interés. ¡Bello descubrimiento, seguramente! ¡Pero del dicho
al hecho . . . ! El interés lo suscita sólo el que sabe, profundamente, aquello
que enseña; aquello que sabe como científico si enseña ciencias (aunque
se trate de los más elementales conceptos), como historiador, si
enseña historia, y así sucesivamente, etc.

Giuseppe Lombardo Radice, educador italiano



Un ambiente favorable siempre va unido a la idea de una educación de calidad. De este tema se ha hablado mucho y más desde el inicio del siglo XXI, donde parece ser que dadas las características de la vida misma, el enfoque por el que se mira y analiza es un referente directo del mundo inter-conectado que comúnmente se denomina, época digital.

     Coinciden y concluyen muchos especialistas en educación que la calidad solamente puede darse como consecuencia de un ambiente favorable para el aprendizaje, olvidan que un ambiente, es más que un espacio, circunstancialmente estructurado por ciertos fines, y que la distribución de los contenidos así como de los agentes, hace real el hecho fáctico de enseñar.

     Hasta aquí, se plantea el rumbo que deberá tomar la idea central, aunque es de suma importancia delimitar el concepto de calidad lo que interesa es el ambiente y cómo de esto puede darse, a juicio vivencial, la calidad como el resultado esperado ante el proceso de enseñanza  en un ambiente favorable para el aprendizaje, como “calidad” misma. Desde la praxis pedagógica se visualiza con mayor panorama con respecto a un ambiente favorable, el cual deberá ser un espacio que hace posible el conocimiento para todos, proceso del que es parte y a su vez deviene, dialécticamente, la educación.

     El docente es el agente del proceso, el que enseña, porque sabe, su posición frente al grupo es la del acreedor y poseedor de ciertos conocimientos que a primera vista pudiera tildarlo de sabio. Pero, ¿por qué es importante que el docente conozca a profundidad el contenido que imparte? Es importante porque su conocimiento será el primer referente de “la importancia de asistir a la escuela” que los alumnos deben identificar y seguir, emular, imitar y consolidar.

 

     Las estrategias que fomentan un aprendizaje significativo son aquellas que contribuyen a la participación e inclusión hasta tal punto que provocan armonía grupal, los alumnos se comienzan a relacionar de forma afectiva y efectiva, es decir, cambios drásticos, conductas y expresiones altisonantes con el diálogo y la convivencia sana.

     Un aula que congrega alumnos dispuestos a aprender fomenta una actitud colectiva que lleva a los agentes a madurar y razonar en la medida que el grupo se sigue desarrollando y avanza cognitivamente conforme el progreso, pase de individual a general. No hay que olvidar que el factor determinante y el que regula o puede propiciar esto es el docente, que frente a grupo tiene la plena obligación de acercar valores que se conviertan en una moral grupal, siempre con el precepto democrático de la libertad de participación. 

     Este paso fundamental para la labor docente es crucial ante los retos que el mundo dispone para la educación y el logro de sus fines. Para esto, recalco, es axial la coordinación pedagógica entre temas, contenidos y la planeación, ya que este es un instrumento que consolida lo inmaterial como sería el saber del maestro y lo material como lo sería las asignaturas y su correspondiente vaciado de información. Van de la mano en conjunto con los trabajos transversales, muy en uso en este tiempo.

    Las estrategias que fomentan la educacional emocional están ligadas a las nuevas exigencias que ante la realidad suponen una solución frente a los desastres educativos de antaño, muchos de estos desastres originados porque no existía una amplia valoración de la importancia que significa que un alumno aprenda porque puede aprender.     

     Estas nuevas exigencias traen progreso a la idea de “estrategia” que va perdiendo un significado didáctico –sin dejar de serlo-, y pasa a tomar una conceptualización orientada y encaminada a la búsqueda de oportunidades educativas, ya que si un docente emplea una estrategia y da resultados esperados o favorecedores puede aplicarse a todos los niveles y a los alumnos para su comprobación, (método prometeico). El ejercicio de compartir estrategias dentro de una escuela y como parte de la comunidad escolar, supone una buena relación del estar-colegiado ya que tanto maestros como directivos tienen la responsabilidad de crear este sistema que crece en la medida que: aplica, comparte y comprueba.    

     Lograr que los alumnos consoliden su objetivo es hacer que por medio de sus conocimientos y habilidades, y la interpretación de la realidad áulica adquieran y hagan propio los saberes que se les inculca a manera de enseñanza. Que en ellos la noción de aprender sea a su vez, la consciencia de aprendizaje. Que las estrategias generen un ambiente donde los educandos desarrollen una capacidad dialógica y práctica, encaminada en su propio beneficio, el beneficio de estar educado en un sistema educativo que tiene de antemano, un perfil de egreso del estudiante. Dicho perfil muchas veces no se cubre y el alumno se convierte en una estadística más.

     Un ambiente favorable, es el resultado de un conjunto de facultades y dinámicas propias de un lugar donde se asiste para “aprender” este aprender debe ser asimilado, analizado y retribuido en forma dialéctica, aunado a la actividad del docente que debe hallarse como el único que puede llegar a transformar y sobre todo hacer brotar de las semillas que llamamos alumnos, en frondosos árboles de frutos que posean los atributos de una persona apta para desarrollarse en el mundo que a su vez dispone de medios para educarlo, para hacerlo parte-de-él.  

Antonio Pérez-Paredes

Profesor de Primaria y Universidad.


viernes, 22 de mayo de 2020

Isócrates, el pedagogo del areté


La pedagogía poco estudiada del rival de Platón




“Para que no escuches sólo un resumen, sino que puedas hacer con conocimiento la elección y el juicio de las dos constituciones, será tarea de ustedes que procuren prestar atención a mis palabras, y yo intentaré, de la forma más breve que pueda, explicarles ambas”
Isócrates, Areopagítico



Isócrates alumno de Sócrates


Isócrates vivió 98 años, nació en Erquía[1] en el 436 a.C. creció en una familia acomodada gracias a la fábrica de flautas que poseía Teodoro su padre, un hombre de la clase media. Tuvo una instrucción erudita ampliada seguramente por las lecciones de sus maestros; entre los más famosos se destacan Sócrates y Gorgias. Se casó con Platane hija de Hipias, con quien no tuvo hijos, pero sí adoptó uno de ella, Afareo, al morir Platane, los cómicos se burlaron de Isócrates haciendo mofa que sostenía una relación con la concubina Lagisca, apropósito de esto dice Estratis[2]:


A Lagisca la concubina de Isócrates,
la encontré cogiendo higos, y luego llega en seguida
el propio perforador de flautas.


De Sócrates se intuye deviene ese enorme simbolismo pedagógico rodeado de la necesidad de que el diálogo no fuera la única forma de aprender, también era indispensable el uso correcto del lenguaje, la elocuencia y sobre todo la superación de lo que había sido durante la polis griega, -previa a la democracia-, el único emblema educativo sistematizado de la aristocracia ateniense, la paideia.



Helenismo pedagógico



Hay una visión de la polis griega antes y después del asesinato jurídico de Sócrates; para Platón, -rival de Isócrates-, la paideia tal como la manejaban los sofistas era una extensión de la injusticia y decadencia de su época. Por su parte, Isócrates enlistado en otras cosmovisiones de la polis, transforma  las ideas de los sofistas para inaugurar una educación pedagógica “panhelénica” uno de sus tantos sobrenombres, el panhelénico. En griego Grecia se pronuncia ‘Hélade’. Eso que tiempo después se llamará helenismo no es más que la primer globalización conocida de un idioma común, hasta ese entonces en todo el mediterráneo.



El discurso fúnebre ficticio pronunciado por Isócrates ahí por el 380 a.C. además que le brindase fama como un escritor político, abre el camino para pensar la posibilidad de la educación ateniense, única en su tipo, que la cultura griega pudiera expandirse más allá de sus límites territoriales. En dicho Panegírico Isócrates dice, “que para poder llevar el nombre de “heleno” no es absolutamente necesario pertenecer al linaje de un pueblo griego, sino que basta con tener en común la paideia[3]. Queda claro que existe una universalidad en tanto “educación” del hombre, esto significa, que cualquiera, aunque no poseyera por nacimiento el título de ‘griego’ podía aprender, tener y ser, gracias a la educación helénica llamada paideia[4].



Isócrates entiende que la educación del hombre no deviene de su lugar de origen o su clase social, -muy importante para su época-, los valores guerreros ya plasmados en la pedagogía Homérica vibran con todo su resonar en la sociedad griega. Para Isócrates la lengua era muy importante, y que eso distinguía a los hombres de otros seres vivientes en la tierra. En entendido que el logos es el instrumento por el cual el ciudadano interviene en los asuntos públicos, es necesario que su hablar sea dirigido al servicio y correlación entre los otros miembros de la polis. Sobre lo anterior Winfried Böhm dice; “la mirada de Isócrates se vuelve para la capacidad del ser humano de elegir su propio estilo de vida, construir y crear sus propias tradiciones, tomar la vida en sus propias manos y, sobretodo, organizar la vida en sociedad de forma libre y racional”[5].



De escritor de discursos fúnebres a maestro


Poco después que condenaran a muerte a Terámenes, antiguo maestro de Isócrates,  este se dedicó a la creación de discursos fúnebres para otros. La guerra le había arrebatado todo, sus propiedades y su habitual forma de vivir, típica de un filósofo con fama. Una vez inaugurada su escuela renegará de su pasado como logógrafo. Se ha señalado que abrió una escuela de retórica en Quíos, “fundó magistraturas e instituyó la misma constitución de su patria[6], y también una en Atenas que tuvo lugar entre la expedición de los diez mil y el suicidio asistido de Sócrates, (401-399 a.C.).


Como maestro se cuenta que no cobraba nada a sus compatriotas en contraposición a las mil dracmas[7] que exigía por sus enseñanzas a los extranjeros. Fue durante este periodo que Isócrates escribió su famoso Panegírico, al igual que otras obras como: Contra los sofistas, Elogio de Helena y Busiris. La labor docente de Isócrates insuflada por los honores, no le priva de presumir su trabajo siendo allegado de los Reyes de Salamina de Chipre, para los que escribirá: A Nicocles, Nicocles, y Evágoras. Atribuible seguramente son, Sobre el cambio de fortuna, Arquídamo, y el muy discutido, A demónico.



La pedagogía del hombre para el hombre




Política y pedagogía surgen a la par, mientras que una regula el orden y establece leyes, la segunda resguarda, y transmite los conocimientos necesarios para poder vivir en la polis, la pedagogía de Isócrates por tanto, no exime la responsabilidad del ciudadano de las reglas inmersas en la conducta aceptable, propone que es el único camino para que la helenización, que podríamos decir hoy en día, alfabetización organice a la sociedad. El uso correcto del hablar será el fin paidodidáctico del areté isocrático que detenga las múltiples doxai. ¿Qué debe profundizar el lenguaje? En su ya mencionado Panegírico Isócrates recalca, “el perfeccionamiento y el refinamiento de la capacidad de hablar mediante la instrucción para el discurso político, tiene importancia para el ser-hombre en sí mismo”[8]. 

Tales discursos influirán notablemente en la traducción que Cicerón hará de paideia al concepto de humanitas del homo. Junto con Marco Fabio Quintiliano, (el pedagogo más respetable del Imperio) que condensará en sus exquisitas páginas Instituciones oratorias al afirmar que "culto" y "bueno" significan elocuente una palabra muchas veces utilizada por el autor de Απαντα. Fue tanta la impresión pedagógica provocada, que en el caso de algunas obras latinas, como en su De inventione Marco Tulio Cicerón dirá con respecto a Isócrates; “La sabiduría sin elocuencia ha sido de poco provecho a los hombres, y la elocuencia sin sabiduría frecuentemente los perjudicó mucho. Solamente quien supo reunir ambos realmente sabrá servir a su propio bien y a los otros”.


La pedagogía de Isócrates propia de lo ocurrido posterior al auge sofista, demuestra que su influencia fue casi total, recordemos que la sofística consistía en aprender hablar bien, saber discutir e imponer el logos. Isócrates forma parte de lo que Lorenzo Luzurriaga[9] nombró “educación humanista” donde por añadidura se incluyen Sócrates y Platón.


Ya en la Grecia de Isócrates, los conceptos designados para el “maestro” al igual que el Ser en Aristóteles son múltiples; desde sofista, retórico, didaskalon, grammatikos, pedagogo y hasta filósofo/filosofía, de este último el mismo Isócrates dirá que no es más que el contenido que un discípulo aprende con un sofista.  

En su discurso Contra los sofistas, queda claro y en evidente manera, que como pedagogo Isócrates no solamente propone una crítica a los maestros de su tiempo, colegas suyos y que el mismo Luzurriaga agrupa como, “Los principales representantes de la pedagogía griega son los sofistas, Sócrates, Platón, Isócrates y Aristóteles que significan en la teoría o reflexión pedagógica helénica lo que Homero, Hesíodo y Píndaro significaron para la inspiración de su actividad educativa”[10], es por su parte el único en atreverse a enjuiciar los vicios de los idiotai, (idiotas), o legos como él les llama, que sin dudar o pensar más allá creen en todo lo que sus maestros les dicen con palabras embellecidas. Los legos eran aquellos miembros de la polis que siendo ciudadanos no puedían hacer un uso correcto de su condición.


La areté isocrática


Uno de los conceptos poco conocidos y estudiados por muchos docentes activos hoy en día es el de “areté” que según Jeager; “el más alto ideal caballeresco unido a una conducta selecta y cortesana”[11]. Para Isócrates la areté solo es posible gracias a la paideia, que es la instrucción por la cual se llega a un fundamento en la eudaimonía[12], una suerte de poder divino independiente de los poderes que el hombre no puede dominar, Held lo explica así, “eudaimonía quiere decir un poder divino[13]”, que únicamente depende de la actitud del hombre, hoy podríamos aplicarlo al campo áulico como aquel sentimiento, pasión, relación, conexión o pathos que acompaña al educando al presenciar y ser presente de la praxis pedagógica. 

Inquirir que la pangogía de Isócrates es una mezcla de influjos divinos propios de su tiempo sería recortar el análisis y sobre todo la interpretación que en nuestros días tiene el uso del areté como un símil entre el buen vivir, aquí vivir sería vivir siendo educado, vivir para vivir en la ciudad o polis. Pensar mucho en el futuro no trae nada bueno dirá Isócrates, no podemos saber qué nos deparan los dioses, vivir es vivir para el futuro. Por lo tanto hay que permanecer lo más alejado de lo malo, -lo contrario a la eudaimonía-, y proponernos buscar la verdad, en griego aletheia, “no olvido”.


La pedagogía de la areté pues, es una garantía para alcanzar la felicidad, (areté=valor ideal), que se deben inculcar en los alumnos como un telos frente al cual establecer objetivos que no priven de gozar del presente, de lo que también llamarán kairós el momento oportuno. El compromiso pedagógico de Isócrates está ligado a una profunda convicción de sus ideales paideicos, esbozando una doctrina por la cual, el individuo debe asumir su logos desde el mito del otro, “Así Isócrates se ve como un abogado verdadero de la sofística y de la retórica y asume la tarea pedagógica de anunciar y difundir una educación que use de manera consciente y responsable la lengua y una formación equilibrada y amplia para tornarse hombre y ciudadano de la polis”[14].


Un pedagogo es una lámpara que ilumina un camino que otros no han recorrido, pero quien recorre ese camino de la mano de un pedagogo, se vuelve lámpara de otro que va por el mismo sendero. Pedagogo que no pretenda y busque la verdad y la libertad no merece ser recordado por sus discípulos.


De acuerdo a Pausanias, tras la derrota de la batalla de Queronea, Isócrates “el macrobioi” como le apodaban por haber vivido muchos años, murió de un ayuno auto-infligido, “tan amante de la libertad, que tras la derrota de la batalla  murió de hambre voluntariamente”[15].
En la pseudo-plutarquea, Vida de los 10 oradores el escrito sobre su muerte se menciona así:


Isócrates muere a finales de octubre del año 338 a. C., mientras se celebraban las honras fúnebres por los muertos en Queronea”.



Antonio Pérez-Paredes
Profesor de Primaria y Universidad.



[1] Isócrates, Discursos I, Introducción general, Editorial Gredos, 2002.
[2] Tomado de la Vida anónima de Isócrates, en Dicsursos I, 2002.
[3] Held, Klaus, Doxa y areté en la pedagogía de Isócrates, ARETÉ, revista de filosofía, Vol. XI, Nº1-2, 1999, pág. 135-171.
[4] No existe traducción al castellano, aunque hay palabras que se acercan, “formación” “educación” “humanitas” sobre este tema Werner Jaeger tiene el mejor y mayor estudio del tema a la fecha.
[5] Böhm, Winfried, La historia de la pedagogía, Editorial Eduvim, 2010.
[6] Pseudo-plutarquea, Vida de los 10 oradores, 837, C.
[7] Cada dracma equivalía a 3.6 gramos de plata, casi lo mismo que un denario, 4 gr.
[8] Held, Klaus, pág.139
[9] Luzurriaga, Lorenzo, Historia de la educación y la pedagogía, Editorial Lozada, Buenos Aires, Argentina, 1971, pág. 44
[10] Luzurriaga, Lorenzo, pág. 53
[11] Jager, Werner Paideia, Los ideales de la cultura griega. Mexico, Fondo de Cultura Economica, 1942, VoL l 9.
[12] Se traduce como buen espíritu.
[13] Held, Klaus, pág. 144
[14] Böhm, Winfried.
[15] Pausanias, 1, 18.

domingo, 17 de mayo de 2020

¿Existió Homero realmente?


La cuestión homérica

¿Existió Homero realmente?



“El autor más antiguo de la literatura griega es también el más grande: Homero. En sus dos epopeyas en hexámetros, la Ilíada y la Odisea, probablemente compuestas en el siglo VIII antes de Cristo, Homero nos introduce en un mundo muy especial reservado a los héroes, un mundo en el que los sentimientos básicos del ser humano —el amor, la amistad, el odio, el coraje, la venganza, el honor, el dolor, la fidelidad, la traición, etc.— se dirían recién creados, y ello en razón a la frescura y grandeza con que aparecen en cada personaje”.

Luis Alberto de Cuenca, Prólogo a los Cantos I & II, El reino de Cordelia.

La Odisea, libro completo y explicación de su trama 


Nadie hoy en día que conozca las obras de Homero, y haya leído sus poemas épicos, puede afirmar que el autor no existió. Se tiene una idea muy aceptada de que escritores de la antigüedad clásica vivieron y existieron, dado que se cuentan con fuentes ‘fiables y confiables’. Este es el caso de Homero, que según la tradición, fue Calino quien lo nombra por vez primera, (la forma oral tendría más años) hacía el 700 a.C.



Los manuscritos más completos provienen del siglo X d.C. y a su vez son resultado de los grandes trabajos filológicos de los así llamados “Comentario de los cuatro” entre los que destacan: Aristónico, Dídimo, Herodiano y Nicanor, filólogos que no dejaron morir el legado de Aristarco, en pleno primer siglo de Cristo. Cabe destacar que se han hallado múltiples fragmentos y papiros que al compararse con otros distan mucho en la extensión, porque folios alejandrinos suelen ser más largos.

HOMERO » Autor épico de poemas Griegos como la Ilíada y la Odisea 





Autor de las dos obras conocidas como La Ilíada y la Odisea, que, sin el mayor afán que el de tener un mapamundi de donde guiarnos al hablar del “poema mayor” e intentar comprender qué tipo de escrito dejó Homero, citaré el inicio de la Introducción a la Ilíada hecha por ediciones Cátedra 1991[1]:

“La Ilíada es el poema épico más antiguo de la literatura europea. Fue compuesto poco antes del 700 a. C., probablemente en la costa occidental de Anatolia o en una de las islas adyacentes, por un poeta llamado Homero (el autor seguramente también de la Odisea), del que ni los propios griegos de la Antigüedad conocían nada con seguridad. La Ilíada es un poema que pertenece a una larga tradición. Los poetas, llamados aedos, componían de manera oral, improvisada y sin ayuda de la escritura. Sus poemas estaban destinados a ser cantados con acompañamiento de un instrumento de cuerda”.

DEL QUE NI LOS PROPIOS GRIEGOS DE LA ANTIGÜEDAD CONOCÍAN CON SEGURIDAD. Se lee en el párrafo anterior, y es que conocer algo de alguien que se presume vivió hace dos mil ochocientos años y sin contar con algún material confiable es difícil establecer una identidad real o ya se comienza a pensar en un ser mítico. Es precisamente por lo que esta breve exposición quizá a manera de prefacio sirva para crear ‘interés’ por el texto mismo, o bien para aumentar los estudios sobre el mismo tema con motivo del asombro.


Vida de Homero


Son muchas las ciudades que en su momento se arrebataron el título de ser la cuna del nacimiento del poeta ciego[2] Homero. En la Antología Palatina se mencionan siete ciudades: Salamina, Rodas, Ítaca , Pylos, Esmirna, Íos (más adelante veremos porqué) y la isla de Quíos. Aunque también son mencionadas otras, esto habla de la importancia atribuida a un poeta que bien que sí tuvo que haber existido. De todas ellas Esmirna por una tradición ya popular en su tiempo lleva la ventaja nobiliaria. Se decía que su padre era un Dios, el río Meles, es por ello que a Homero también se le nombra como Melesígenes “el nacido por el río Meles” y su madre una ninfa de nombre Criteida.  

El nombre “Homero” que muchos creen significa desde rehén, el ciego, compañero, compositor, y hasta ‘el muslo’ ya que se contaba, en uno de ellos le crecían largos pelos desde su niñez.

La primer querella homérica

En los tiempos de Sócrates no se dudaba que los dos poemas más conocidos de Homero fueran autoría suya. Se daba por hecho que hacía ya muchos años había existido un viejo sabio y ciego de nombre Homero que escribió sobre la batalla de Troya con una descripción tan apegada a la realidad, -aunque siempre con la fantasía incluida-, solo podría tratarse de alguien que pudo visitar dichos sitios, “legendarios ya en tiempos de Homero”, por lo tanto debió tratarse de un hombre importante, con dinero, probablemente rico. En tiempos de Proclo no solo La Ilíada y la Odisea pertenecían a Homero, había una larga lista denominada “ciclo épico” entre las que se incluían: Tebaida, Cypria, la Ilíada menor, La Conquista de Ecalía, entre otras. Guillermo Thiele en su exquisito estudio y que me ha servido entre otros textos a entender la cuestión homérica dice en la página 10, “En Íos, Homero regaló a su anfitrión Creófilo una epopeya “suya”, La conquista de Ecalía”.[3]


Las dudas sobre la autoría de la Odisea, ya en tiempos de Heródoto parecían ser una idea aceptada, decían que las obras  reflejaban costumbres de épocas distintas, eran diferentes en estilo, valores éticos, por agrupamiento y en estética, esto aceptado por el mismo Aristóteles, pero Aristarco que poseía enorme admiración y peso intelectual defendió la idea de que ambos poemas tenía rasgos comunes. Esto no impidió que más tarde una vertiente más celosa negara la paternidad a Homero de la Odisea, los así llamados separadores o corizontes.


La querella consistía en afirmar que la Ilíada poseía una fuerza vital dada por la juventud bélica, mientras que la Odisea no, ésta a su vez tiene el carácter propio de la vejez, o como apuntara Von der Müller en su Die Dichter der Odyssee, “la Odisea pudo ser escrito por un discípulo o empezado por este y terminado por otros. Se ha especulado que las obras en realidad pertenecen a un grupo de poetas ciegos llamados “homéridas”.



Homero más vivo en Oriente



En su Homero y su Ilíada[4], Thiele relata que en Tesalónica en 1192, el obispo Eustatio un gran admirador del genio enciclopédico de Homero, escribió ínclitos comentarios a las obras del aedo para; filósofos, oradores, gramáticos, poetas, geógrafos, médicos y reyes, autoproclamándose así como el mejor conocedor bizantino de Homero en Oriente. Sobre este pasaje es importe añadir las Conferencias impartidas en Venecia en 1966 por el egregio Walter Burkert, un estudio comparativo entre Grecia y Oriente publicado como Da homeri ai Magi, en donde escribe lo siguiente al inicio del primer capítulo titulado “Rasgos orientalizantes en Homero”:


“…ya entonces se había notado que Isaías presenta un espléndido símil «homerico» con el león (31,4) y que Yahveh jura por el cielo y la tierra (Deutoronomio a4, 26), precisamente como Hera en Homero. El paralelo entre el sacrifico de Ifigenia y el de la hija de Jefté (Jueces 11, 29-40) lo puso en evidencia incluso la ópera. Los historiadores también  habían llamado la atención sobre fenicios y egipcios por sus respetos en la Odisea”[5].




La segunda querella de Homero

Ya en el siglo XV los escritores e intelectuales tenían una mala fe en considerar la crítica como una cuestión unitaria, así se negaba la existencia de Homero, se le tildaba de pagano, vulgar, y anticuado, como se le atacaba a Virgilio, claro, en menor grado. Era imposible que la estructura moral, -si es que la poseyere-, las obras de Homero, no podían adaptarse al seno cortesano en los tiempos de Luis XIV, por causas del “racionalismo francés”. Claro que la crítica no siempre estaba bien fundamentada, pasa como ahora con el periodismo del fakenews. Perrault por ejemplo, no hablaba ni conocía el griego y atacaba a Homero. En cambio Dacier, Boileau y Racine que sí tenían conocimientos de poesía antigua dieron la contraofensiva aunque sin gran apremio.


En 1665 el Abad D’Aubignac, François Hédelin escribió Conjectures académiques ou dissertation sur l'Iliade que no negaba el problema homérico que ya en tiempos de Lucino se comentaba, más bien admitía al encontrarle una solución que la Ilíada carecía de estructura, al no ser un poema homogéneo, él, por el contrario, redactará, -son pequeñas narraciones que posteriormente fueron arregladas por uno o varios poetas-. Concluye, Homero nunca existió.

Conjectures academiques, ou Dissertation sur l'Iliade; ouvrage ...


Es así como de tajo el Abad D’Aubignac emite como un edicto que el poeta llamado Homero fue pura ficción, “el valor poético de Homero se encontraba en algunos fragmentos sueltos, que luego un personaje menor había reunido para componer una verdadera obra como la Ilíada”.[6]


Si bien las Conjectures académiques ou dissertation sur l'Iliade no surgieron mucho efecto al momento de su difusión en 1665, el éxito vino después de la muerte de su autor cuando se vio publicada de nuevo en 1715. No fue hasta 1795 que renació la disputa;  el filólogo alemán Friedrich August Wolf escribió los 51 capítulos que componen sus Prolegomena ad Homerum, una disertación escrita en latín como corolario para una edición de la Ilíada.  

Translating Homer | Friedrich August Wolf · Online Exhibits


Wolf como buen ateo homérico demostró en sus párrafos forrados de carácter científico, utilizando el método de distinguir lenguaje oral y escrito que, “los poemas homéricos carecían de unidad, que eran un conjunto de cantares independientes transmitidos oralmente por los rapsodas y que su contexto fue establecido solo en la llamada redacción de Pisístrato”[7]. Galfione lo menciona así en su párrafo sobre Wolf, “el autor mencionado cuestionaba la posibilidad de que los textos homéricos hubiesen existido con anterioridad al año 776 a. C.. Pues dada la extensión de los poemas y la inexistencia de la escritura durante este período de la historia griega, no resultaba posible suponer que obras como la Ilíada o la Odisea hubiesen podido conservarse”[8]. Thiele hace referencia con un poco más de erudición, probablemente Galfione lo leyera; “Creía Wolf que la escritura, nunca mencionada por Homero no se usaba antes del comienzo de la cronología según olimpiadas (es decir no antes de 776 a.C)”[9]. La deconstrucción hecha por Wolf, infiere más un ateísmo por el cual, se niega la existencia de un solo poeta “Homero” como autor de dos obras, diametralmente distintas, y que refulgen de detalles finamente tratados que sería imposible que un solo individuo, aún dominando diez mil lenguas pudiera poder haber escrito. En conclusión, Homero es un mito.


Negar la existencia de Homero como autor de la Ilíada y como de la Odisea es muy arriesgado, si bien en la actualidad, los así llamados “círculos académicos” no dudan de que existió un poeta nacido un 6 de abril del 648 a.C. mismo día que Arquíloco informa hubo un eclipse de sol, que escribió tanto la Ilíada como la Odisea.  Cercano a nuestros siglos, no queda más, que admitir lo que los griegos de la época de Sócrates aseguraban, que Homero existió, idea que quedó esquematizada por los descubrimientos de la ruinas de la ciudad de Troya, por Schliemann y Dörpfeld en 1868-1890. Si Troya fue real, las batallas, aunque épicas, también lo fueron, por lo tanto, es más cómodo para la filología y todo estudio sobre la obra del Hacedor[10] que en efecto existió un poeta llamado Homero.


La muerte de Homero, otro mito


Sobre la muerte de Homero hay como en todos los aspectos polémicos de su vida, muchas nubes sobre cómo acaeció. 

El texto más confiable se haya en la Crestomatia de Proclo, usada para los Homeri Opera de Thomas W. Allen y David B. Monro. Sin embargo sobre el texto consultado y del que tengo acceso es la cita que el profesor Giorgio Colli hace en su La nascita della filosofía, a su vez dice que citaba por Aristóteles.

 Se cuenta que ansioso por saber sobre sus orígenes, Homero consultó al oráculo, el texto original de Colli lo describe así: «...Omero interrogò l’oracolo per sapere chi fossero i suoi genitori e quale la sua patria; e il dio così rispose, y el dios respondió así:   “La isla de Ios es patria de tu madre, y te acogerá cuando mueras; pero tú guárdate del enigma de unos jóvenes”.


 Tiempo después en unos de sus viajes, Homero llegó a la isla de Ios, sentado  en un escollo se encontró con unos pescadores que a falta de pesca se dedicaban a despiojarse mutuamente, Homero se hizo con ellos y les preguntó, ¿cómo va la pesca pescadores? A lo que ellos respondieron: “Lo que hemos cogido lo hemos dejado, lo que no hemos cogido lo traemos” (“Quanto abbiamo preso l’abbiamo lasciato, quanto non abbiamo preso lo portiamo”). Homero, al no ser capaz de resolver el enigma, murió de aflicción[11], aunque otros cuentan que tropezó y se golpeó la cabeza con una roca, estuvo convaleciente y posterior a ello feneció.  


por Antonio Pérez-Paredes
Profesor de primaria y universidad

Fuentes de consulta



[1] Basado del texto griego de;  Homer. Homeri Opera in five volumes. Oxford, Oxford University Press, 1920.
[2] Proclo  Crestomatia, siglo V d.C.
[3] Thiele, Guillermo, Homero y su Ilíada, Monte Avila Editores, Caracas, Venezuela,1969, pág. 10
[4] Thiele, pág. 23
[5] Burkert, Walter, De homero a los magos, La tradición oriental en la cultura Griega, Barcelona, España, Editorial Acantilado, 2002, pág. 9.
[6] Citado por Galfione, V. en El problema de la compresión en Schlegel, The history of a text. The problem of understanding in F. Schlegel's thinking. En Pandaemonium, São Paulo, v. 16, n. 22, Dez /2013, p.202-218. (AUBIGNAC 1715: 82s).
[7] Thiele, pág. 26
[8] Galfione, V, pág. 203
[9] Thiele, pág. 27 y tomado a su vez de los Prolegomena ad Homerum, y referenciados por un tal Wood, On the Original Genius of Homer, 1769.
[10] Hay una referencia en El hacedor de Jorge Luis Borges, sobre Homero.
[11] Colli, Giorgio, El nacimiento de la filosofía, Editorial Tusquets, México, D.F, 2009, pág. 65-66.