viernes, 22 de mayo de 2020

Isócrates, el pedagogo del areté


La pedagogía poco estudiada del rival de Platón




“Para que no escuches sólo un resumen, sino que puedas hacer con conocimiento la elección y el juicio de las dos constituciones, será tarea de ustedes que procuren prestar atención a mis palabras, y yo intentaré, de la forma más breve que pueda, explicarles ambas”
Isócrates, Areopagítico



Isócrates alumno de Sócrates


Isócrates vivió 98 años, nació en Erquía[1] en el 436 a.C. creció en una familia acomodada gracias a la fábrica de flautas que poseía Teodoro su padre, un hombre de la clase media. Tuvo una instrucción erudita ampliada seguramente por las lecciones de sus maestros; entre los más famosos se destacan Sócrates y Gorgias. Se casó con Platane hija de Hipias, con quien no tuvo hijos, pero sí adoptó uno de ella, Afareo, al morir Platane, los cómicos se burlaron de Isócrates haciendo mofa que sostenía una relación con la concubina Lagisca, apropósito de esto dice Estratis[2]:


A Lagisca la concubina de Isócrates,
la encontré cogiendo higos, y luego llega en seguida
el propio perforador de flautas.


De Sócrates se intuye deviene ese enorme simbolismo pedagógico rodeado de la necesidad de que el diálogo no fuera la única forma de aprender, también era indispensable el uso correcto del lenguaje, la elocuencia y sobre todo la superación de lo que había sido durante la polis griega, -previa a la democracia-, el único emblema educativo sistematizado de la aristocracia ateniense, la paideia.



Helenismo pedagógico



Hay una visión de la polis griega antes y después del asesinato jurídico de Sócrates; para Platón, -rival de Isócrates-, la paideia tal como la manejaban los sofistas era una extensión de la injusticia y decadencia de su época. Por su parte, Isócrates enlistado en otras cosmovisiones de la polis, transforma  las ideas de los sofistas para inaugurar una educación pedagógica “panhelénica” uno de sus tantos sobrenombres, el panhelénico. En griego Grecia se pronuncia ‘Hélade’. Eso que tiempo después se llamará helenismo no es más que la primer globalización conocida de un idioma común, hasta ese entonces en todo el mediterráneo.



El discurso fúnebre ficticio pronunciado por Isócrates ahí por el 380 a.C. además que le brindase fama como un escritor político, abre el camino para pensar la posibilidad de la educación ateniense, única en su tipo, que la cultura griega pudiera expandirse más allá de sus límites territoriales. En dicho Panegírico Isócrates dice, “que para poder llevar el nombre de “heleno” no es absolutamente necesario pertenecer al linaje de un pueblo griego, sino que basta con tener en común la paideia[3]. Queda claro que existe una universalidad en tanto “educación” del hombre, esto significa, que cualquiera, aunque no poseyera por nacimiento el título de ‘griego’ podía aprender, tener y ser, gracias a la educación helénica llamada paideia[4].



Isócrates entiende que la educación del hombre no deviene de su lugar de origen o su clase social, -muy importante para su época-, los valores guerreros ya plasmados en la pedagogía Homérica vibran con todo su resonar en la sociedad griega. Para Isócrates la lengua era muy importante, y que eso distinguía a los hombres de otros seres vivientes en la tierra. En entendido que el logos es el instrumento por el cual el ciudadano interviene en los asuntos públicos, es necesario que su hablar sea dirigido al servicio y correlación entre los otros miembros de la polis. Sobre lo anterior Winfried Böhm dice; “la mirada de Isócrates se vuelve para la capacidad del ser humano de elegir su propio estilo de vida, construir y crear sus propias tradiciones, tomar la vida en sus propias manos y, sobretodo, organizar la vida en sociedad de forma libre y racional”[5].



De escritor de discursos fúnebres a maestro


Poco después que condenaran a muerte a Terámenes, antiguo maestro de Isócrates,  este se dedicó a la creación de discursos fúnebres para otros. La guerra le había arrebatado todo, sus propiedades y su habitual forma de vivir, típica de un filósofo con fama. Una vez inaugurada su escuela renegará de su pasado como logógrafo. Se ha señalado que abrió una escuela de retórica en Quíos, “fundó magistraturas e instituyó la misma constitución de su patria[6], y también una en Atenas que tuvo lugar entre la expedición de los diez mil y el suicidio asistido de Sócrates, (401-399 a.C.).


Como maestro se cuenta que no cobraba nada a sus compatriotas en contraposición a las mil dracmas[7] que exigía por sus enseñanzas a los extranjeros. Fue durante este periodo que Isócrates escribió su famoso Panegírico, al igual que otras obras como: Contra los sofistas, Elogio de Helena y Busiris. La labor docente de Isócrates insuflada por los honores, no le priva de presumir su trabajo siendo allegado de los Reyes de Salamina de Chipre, para los que escribirá: A Nicocles, Nicocles, y Evágoras. Atribuible seguramente son, Sobre el cambio de fortuna, Arquídamo, y el muy discutido, A demónico.



La pedagogía del hombre para el hombre




Política y pedagogía surgen a la par, mientras que una regula el orden y establece leyes, la segunda resguarda, y transmite los conocimientos necesarios para poder vivir en la polis, la pedagogía de Isócrates por tanto, no exime la responsabilidad del ciudadano de las reglas inmersas en la conducta aceptable, propone que es el único camino para que la helenización, que podríamos decir hoy en día, alfabetización organice a la sociedad. El uso correcto del hablar será el fin paidodidáctico del areté isocrático que detenga las múltiples doxai. ¿Qué debe profundizar el lenguaje? En su ya mencionado Panegírico Isócrates recalca, “el perfeccionamiento y el refinamiento de la capacidad de hablar mediante la instrucción para el discurso político, tiene importancia para el ser-hombre en sí mismo”[8]. 

Tales discursos influirán notablemente en la traducción que Cicerón hará de paideia al concepto de humanitas del homo. Junto con Marco Fabio Quintiliano, (el pedagogo más respetable del Imperio) que condensará en sus exquisitas páginas Instituciones oratorias al afirmar que "culto" y "bueno" significan elocuente una palabra muchas veces utilizada por el autor de Απαντα. Fue tanta la impresión pedagógica provocada, que en el caso de algunas obras latinas, como en su De inventione Marco Tulio Cicerón dirá con respecto a Isócrates; “La sabiduría sin elocuencia ha sido de poco provecho a los hombres, y la elocuencia sin sabiduría frecuentemente los perjudicó mucho. Solamente quien supo reunir ambos realmente sabrá servir a su propio bien y a los otros”.


La pedagogía de Isócrates propia de lo ocurrido posterior al auge sofista, demuestra que su influencia fue casi total, recordemos que la sofística consistía en aprender hablar bien, saber discutir e imponer el logos. Isócrates forma parte de lo que Lorenzo Luzurriaga[9] nombró “educación humanista” donde por añadidura se incluyen Sócrates y Platón.


Ya en la Grecia de Isócrates, los conceptos designados para el “maestro” al igual que el Ser en Aristóteles son múltiples; desde sofista, retórico, didaskalon, grammatikos, pedagogo y hasta filósofo/filosofía, de este último el mismo Isócrates dirá que no es más que el contenido que un discípulo aprende con un sofista.  

En su discurso Contra los sofistas, queda claro y en evidente manera, que como pedagogo Isócrates no solamente propone una crítica a los maestros de su tiempo, colegas suyos y que el mismo Luzurriaga agrupa como, “Los principales representantes de la pedagogía griega son los sofistas, Sócrates, Platón, Isócrates y Aristóteles que significan en la teoría o reflexión pedagógica helénica lo que Homero, Hesíodo y Píndaro significaron para la inspiración de su actividad educativa”[10], es por su parte el único en atreverse a enjuiciar los vicios de los idiotai, (idiotas), o legos como él les llama, que sin dudar o pensar más allá creen en todo lo que sus maestros les dicen con palabras embellecidas. Los legos eran aquellos miembros de la polis que siendo ciudadanos no puedían hacer un uso correcto de su condición.


La areté isocrática


Uno de los conceptos poco conocidos y estudiados por muchos docentes activos hoy en día es el de “areté” que según Jeager; “el más alto ideal caballeresco unido a una conducta selecta y cortesana”[11]. Para Isócrates la areté solo es posible gracias a la paideia, que es la instrucción por la cual se llega a un fundamento en la eudaimonía[12], una suerte de poder divino independiente de los poderes que el hombre no puede dominar, Held lo explica así, “eudaimonía quiere decir un poder divino[13]”, que únicamente depende de la actitud del hombre, hoy podríamos aplicarlo al campo áulico como aquel sentimiento, pasión, relación, conexión o pathos que acompaña al educando al presenciar y ser presente de la praxis pedagógica. 

Inquirir que la pangogía de Isócrates es una mezcla de influjos divinos propios de su tiempo sería recortar el análisis y sobre todo la interpretación que en nuestros días tiene el uso del areté como un símil entre el buen vivir, aquí vivir sería vivir siendo educado, vivir para vivir en la ciudad o polis. Pensar mucho en el futuro no trae nada bueno dirá Isócrates, no podemos saber qué nos deparan los dioses, vivir es vivir para el futuro. Por lo tanto hay que permanecer lo más alejado de lo malo, -lo contrario a la eudaimonía-, y proponernos buscar la verdad, en griego aletheia, “no olvido”.


La pedagogía de la areté pues, es una garantía para alcanzar la felicidad, (areté=valor ideal), que se deben inculcar en los alumnos como un telos frente al cual establecer objetivos que no priven de gozar del presente, de lo que también llamarán kairós el momento oportuno. El compromiso pedagógico de Isócrates está ligado a una profunda convicción de sus ideales paideicos, esbozando una doctrina por la cual, el individuo debe asumir su logos desde el mito del otro, “Así Isócrates se ve como un abogado verdadero de la sofística y de la retórica y asume la tarea pedagógica de anunciar y difundir una educación que use de manera consciente y responsable la lengua y una formación equilibrada y amplia para tornarse hombre y ciudadano de la polis”[14].


Un pedagogo es una lámpara que ilumina un camino que otros no han recorrido, pero quien recorre ese camino de la mano de un pedagogo, se vuelve lámpara de otro que va por el mismo sendero. Pedagogo que no pretenda y busque la verdad y la libertad no merece ser recordado por sus discípulos.


De acuerdo a Pausanias, tras la derrota de la batalla de Queronea, Isócrates “el macrobioi” como le apodaban por haber vivido muchos años, murió de un ayuno auto-infligido, “tan amante de la libertad, que tras la derrota de la batalla  murió de hambre voluntariamente”[15].
En la pseudo-plutarquea, Vida de los 10 oradores el escrito sobre su muerte se menciona así:


Isócrates muere a finales de octubre del año 338 a. C., mientras se celebraban las honras fúnebres por los muertos en Queronea”.



Antonio Pérez-Paredes
Profesor de Primaria y Universidad.



[1] Isócrates, Discursos I, Introducción general, Editorial Gredos, 2002.
[2] Tomado de la Vida anónima de Isócrates, en Dicsursos I, 2002.
[3] Held, Klaus, Doxa y areté en la pedagogía de Isócrates, ARETÉ, revista de filosofía, Vol. XI, Nº1-2, 1999, pág. 135-171.
[4] No existe traducción al castellano, aunque hay palabras que se acercan, “formación” “educación” “humanitas” sobre este tema Werner Jaeger tiene el mejor y mayor estudio del tema a la fecha.
[5] Böhm, Winfried, La historia de la pedagogía, Editorial Eduvim, 2010.
[6] Pseudo-plutarquea, Vida de los 10 oradores, 837, C.
[7] Cada dracma equivalía a 3.6 gramos de plata, casi lo mismo que un denario, 4 gr.
[8] Held, Klaus, pág.139
[9] Luzurriaga, Lorenzo, Historia de la educación y la pedagogía, Editorial Lozada, Buenos Aires, Argentina, 1971, pág. 44
[10] Luzurriaga, Lorenzo, pág. 53
[11] Jager, Werner Paideia, Los ideales de la cultura griega. Mexico, Fondo de Cultura Economica, 1942, VoL l 9.
[12] Se traduce como buen espíritu.
[13] Held, Klaus, pág. 144
[14] Böhm, Winfried.
[15] Pausanias, 1, 18.

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