domingo, 17 de mayo de 2020

¿Existió Homero realmente?


La cuestión homérica

¿Existió Homero realmente?



“El autor más antiguo de la literatura griega es también el más grande: Homero. En sus dos epopeyas en hexámetros, la Ilíada y la Odisea, probablemente compuestas en el siglo VIII antes de Cristo, Homero nos introduce en un mundo muy especial reservado a los héroes, un mundo en el que los sentimientos básicos del ser humano —el amor, la amistad, el odio, el coraje, la venganza, el honor, el dolor, la fidelidad, la traición, etc.— se dirían recién creados, y ello en razón a la frescura y grandeza con que aparecen en cada personaje”.

Luis Alberto de Cuenca, Prólogo a los Cantos I & II, El reino de Cordelia.

La Odisea, libro completo y explicación de su trama 


Nadie hoy en día que conozca las obras de Homero, y haya leído sus poemas épicos, puede afirmar que el autor no existió. Se tiene una idea muy aceptada de que escritores de la antigüedad clásica vivieron y existieron, dado que se cuentan con fuentes ‘fiables y confiables’. Este es el caso de Homero, que según la tradición, fue Calino quien lo nombra por vez primera, (la forma oral tendría más años) hacía el 700 a.C.



Los manuscritos más completos provienen del siglo X d.C. y a su vez son resultado de los grandes trabajos filológicos de los así llamados “Comentario de los cuatro” entre los que destacan: Aristónico, Dídimo, Herodiano y Nicanor, filólogos que no dejaron morir el legado de Aristarco, en pleno primer siglo de Cristo. Cabe destacar que se han hallado múltiples fragmentos y papiros que al compararse con otros distan mucho en la extensión, porque folios alejandrinos suelen ser más largos.

HOMERO » Autor épico de poemas Griegos como la Ilíada y la Odisea 





Autor de las dos obras conocidas como La Ilíada y la Odisea, que, sin el mayor afán que el de tener un mapamundi de donde guiarnos al hablar del “poema mayor” e intentar comprender qué tipo de escrito dejó Homero, citaré el inicio de la Introducción a la Ilíada hecha por ediciones Cátedra 1991[1]:

“La Ilíada es el poema épico más antiguo de la literatura europea. Fue compuesto poco antes del 700 a. C., probablemente en la costa occidental de Anatolia o en una de las islas adyacentes, por un poeta llamado Homero (el autor seguramente también de la Odisea), del que ni los propios griegos de la Antigüedad conocían nada con seguridad. La Ilíada es un poema que pertenece a una larga tradición. Los poetas, llamados aedos, componían de manera oral, improvisada y sin ayuda de la escritura. Sus poemas estaban destinados a ser cantados con acompañamiento de un instrumento de cuerda”.

DEL QUE NI LOS PROPIOS GRIEGOS DE LA ANTIGÜEDAD CONOCÍAN CON SEGURIDAD. Se lee en el párrafo anterior, y es que conocer algo de alguien que se presume vivió hace dos mil ochocientos años y sin contar con algún material confiable es difícil establecer una identidad real o ya se comienza a pensar en un ser mítico. Es precisamente por lo que esta breve exposición quizá a manera de prefacio sirva para crear ‘interés’ por el texto mismo, o bien para aumentar los estudios sobre el mismo tema con motivo del asombro.


Vida de Homero


Son muchas las ciudades que en su momento se arrebataron el título de ser la cuna del nacimiento del poeta ciego[2] Homero. En la Antología Palatina se mencionan siete ciudades: Salamina, Rodas, Ítaca , Pylos, Esmirna, Íos (más adelante veremos porqué) y la isla de Quíos. Aunque también son mencionadas otras, esto habla de la importancia atribuida a un poeta que bien que sí tuvo que haber existido. De todas ellas Esmirna por una tradición ya popular en su tiempo lleva la ventaja nobiliaria. Se decía que su padre era un Dios, el río Meles, es por ello que a Homero también se le nombra como Melesígenes “el nacido por el río Meles” y su madre una ninfa de nombre Criteida.  

El nombre “Homero” que muchos creen significa desde rehén, el ciego, compañero, compositor, y hasta ‘el muslo’ ya que se contaba, en uno de ellos le crecían largos pelos desde su niñez.

La primer querella homérica

En los tiempos de Sócrates no se dudaba que los dos poemas más conocidos de Homero fueran autoría suya. Se daba por hecho que hacía ya muchos años había existido un viejo sabio y ciego de nombre Homero que escribió sobre la batalla de Troya con una descripción tan apegada a la realidad, -aunque siempre con la fantasía incluida-, solo podría tratarse de alguien que pudo visitar dichos sitios, “legendarios ya en tiempos de Homero”, por lo tanto debió tratarse de un hombre importante, con dinero, probablemente rico. En tiempos de Proclo no solo La Ilíada y la Odisea pertenecían a Homero, había una larga lista denominada “ciclo épico” entre las que se incluían: Tebaida, Cypria, la Ilíada menor, La Conquista de Ecalía, entre otras. Guillermo Thiele en su exquisito estudio y que me ha servido entre otros textos a entender la cuestión homérica dice en la página 10, “En Íos, Homero regaló a su anfitrión Creófilo una epopeya “suya”, La conquista de Ecalía”.[3]


Las dudas sobre la autoría de la Odisea, ya en tiempos de Heródoto parecían ser una idea aceptada, decían que las obras  reflejaban costumbres de épocas distintas, eran diferentes en estilo, valores éticos, por agrupamiento y en estética, esto aceptado por el mismo Aristóteles, pero Aristarco que poseía enorme admiración y peso intelectual defendió la idea de que ambos poemas tenía rasgos comunes. Esto no impidió que más tarde una vertiente más celosa negara la paternidad a Homero de la Odisea, los así llamados separadores o corizontes.


La querella consistía en afirmar que la Ilíada poseía una fuerza vital dada por la juventud bélica, mientras que la Odisea no, ésta a su vez tiene el carácter propio de la vejez, o como apuntara Von der Müller en su Die Dichter der Odyssee, “la Odisea pudo ser escrito por un discípulo o empezado por este y terminado por otros. Se ha especulado que las obras en realidad pertenecen a un grupo de poetas ciegos llamados “homéridas”.



Homero más vivo en Oriente



En su Homero y su Ilíada[4], Thiele relata que en Tesalónica en 1192, el obispo Eustatio un gran admirador del genio enciclopédico de Homero, escribió ínclitos comentarios a las obras del aedo para; filósofos, oradores, gramáticos, poetas, geógrafos, médicos y reyes, autoproclamándose así como el mejor conocedor bizantino de Homero en Oriente. Sobre este pasaje es importe añadir las Conferencias impartidas en Venecia en 1966 por el egregio Walter Burkert, un estudio comparativo entre Grecia y Oriente publicado como Da homeri ai Magi, en donde escribe lo siguiente al inicio del primer capítulo titulado “Rasgos orientalizantes en Homero”:


“…ya entonces se había notado que Isaías presenta un espléndido símil «homerico» con el león (31,4) y que Yahveh jura por el cielo y la tierra (Deutoronomio a4, 26), precisamente como Hera en Homero. El paralelo entre el sacrifico de Ifigenia y el de la hija de Jefté (Jueces 11, 29-40) lo puso en evidencia incluso la ópera. Los historiadores también  habían llamado la atención sobre fenicios y egipcios por sus respetos en la Odisea”[5].




La segunda querella de Homero

Ya en el siglo XV los escritores e intelectuales tenían una mala fe en considerar la crítica como una cuestión unitaria, así se negaba la existencia de Homero, se le tildaba de pagano, vulgar, y anticuado, como se le atacaba a Virgilio, claro, en menor grado. Era imposible que la estructura moral, -si es que la poseyere-, las obras de Homero, no podían adaptarse al seno cortesano en los tiempos de Luis XIV, por causas del “racionalismo francés”. Claro que la crítica no siempre estaba bien fundamentada, pasa como ahora con el periodismo del fakenews. Perrault por ejemplo, no hablaba ni conocía el griego y atacaba a Homero. En cambio Dacier, Boileau y Racine que sí tenían conocimientos de poesía antigua dieron la contraofensiva aunque sin gran apremio.


En 1665 el Abad D’Aubignac, François Hédelin escribió Conjectures académiques ou dissertation sur l'Iliade que no negaba el problema homérico que ya en tiempos de Lucino se comentaba, más bien admitía al encontrarle una solución que la Ilíada carecía de estructura, al no ser un poema homogéneo, él, por el contrario, redactará, -son pequeñas narraciones que posteriormente fueron arregladas por uno o varios poetas-. Concluye, Homero nunca existió.

Conjectures academiques, ou Dissertation sur l'Iliade; ouvrage ...


Es así como de tajo el Abad D’Aubignac emite como un edicto que el poeta llamado Homero fue pura ficción, “el valor poético de Homero se encontraba en algunos fragmentos sueltos, que luego un personaje menor había reunido para componer una verdadera obra como la Ilíada”.[6]


Si bien las Conjectures académiques ou dissertation sur l'Iliade no surgieron mucho efecto al momento de su difusión en 1665, el éxito vino después de la muerte de su autor cuando se vio publicada de nuevo en 1715. No fue hasta 1795 que renació la disputa;  el filólogo alemán Friedrich August Wolf escribió los 51 capítulos que componen sus Prolegomena ad Homerum, una disertación escrita en latín como corolario para una edición de la Ilíada.  

Translating Homer | Friedrich August Wolf · Online Exhibits


Wolf como buen ateo homérico demostró en sus párrafos forrados de carácter científico, utilizando el método de distinguir lenguaje oral y escrito que, “los poemas homéricos carecían de unidad, que eran un conjunto de cantares independientes transmitidos oralmente por los rapsodas y que su contexto fue establecido solo en la llamada redacción de Pisístrato”[7]. Galfione lo menciona así en su párrafo sobre Wolf, “el autor mencionado cuestionaba la posibilidad de que los textos homéricos hubiesen existido con anterioridad al año 776 a. C.. Pues dada la extensión de los poemas y la inexistencia de la escritura durante este período de la historia griega, no resultaba posible suponer que obras como la Ilíada o la Odisea hubiesen podido conservarse”[8]. Thiele hace referencia con un poco más de erudición, probablemente Galfione lo leyera; “Creía Wolf que la escritura, nunca mencionada por Homero no se usaba antes del comienzo de la cronología según olimpiadas (es decir no antes de 776 a.C)”[9]. La deconstrucción hecha por Wolf, infiere más un ateísmo por el cual, se niega la existencia de un solo poeta “Homero” como autor de dos obras, diametralmente distintas, y que refulgen de detalles finamente tratados que sería imposible que un solo individuo, aún dominando diez mil lenguas pudiera poder haber escrito. En conclusión, Homero es un mito.


Negar la existencia de Homero como autor de la Ilíada y como de la Odisea es muy arriesgado, si bien en la actualidad, los así llamados “círculos académicos” no dudan de que existió un poeta nacido un 6 de abril del 648 a.C. mismo día que Arquíloco informa hubo un eclipse de sol, que escribió tanto la Ilíada como la Odisea.  Cercano a nuestros siglos, no queda más, que admitir lo que los griegos de la época de Sócrates aseguraban, que Homero existió, idea que quedó esquematizada por los descubrimientos de la ruinas de la ciudad de Troya, por Schliemann y Dörpfeld en 1868-1890. Si Troya fue real, las batallas, aunque épicas, también lo fueron, por lo tanto, es más cómodo para la filología y todo estudio sobre la obra del Hacedor[10] que en efecto existió un poeta llamado Homero.


La muerte de Homero, otro mito


Sobre la muerte de Homero hay como en todos los aspectos polémicos de su vida, muchas nubes sobre cómo acaeció. 

El texto más confiable se haya en la Crestomatia de Proclo, usada para los Homeri Opera de Thomas W. Allen y David B. Monro. Sin embargo sobre el texto consultado y del que tengo acceso es la cita que el profesor Giorgio Colli hace en su La nascita della filosofía, a su vez dice que citaba por Aristóteles.

 Se cuenta que ansioso por saber sobre sus orígenes, Homero consultó al oráculo, el texto original de Colli lo describe así: «...Omero interrogò l’oracolo per sapere chi fossero i suoi genitori e quale la sua patria; e il dio così rispose, y el dios respondió así:   “La isla de Ios es patria de tu madre, y te acogerá cuando mueras; pero tú guárdate del enigma de unos jóvenes”.


 Tiempo después en unos de sus viajes, Homero llegó a la isla de Ios, sentado  en un escollo se encontró con unos pescadores que a falta de pesca se dedicaban a despiojarse mutuamente, Homero se hizo con ellos y les preguntó, ¿cómo va la pesca pescadores? A lo que ellos respondieron: “Lo que hemos cogido lo hemos dejado, lo que no hemos cogido lo traemos” (“Quanto abbiamo preso l’abbiamo lasciato, quanto non abbiamo preso lo portiamo”). Homero, al no ser capaz de resolver el enigma, murió de aflicción[11], aunque otros cuentan que tropezó y se golpeó la cabeza con una roca, estuvo convaleciente y posterior a ello feneció.  


por Antonio Pérez-Paredes
Profesor de primaria y universidad

Fuentes de consulta



[1] Basado del texto griego de;  Homer. Homeri Opera in five volumes. Oxford, Oxford University Press, 1920.
[2] Proclo  Crestomatia, siglo V d.C.
[3] Thiele, Guillermo, Homero y su Ilíada, Monte Avila Editores, Caracas, Venezuela,1969, pág. 10
[4] Thiele, pág. 23
[5] Burkert, Walter, De homero a los magos, La tradición oriental en la cultura Griega, Barcelona, España, Editorial Acantilado, 2002, pág. 9.
[6] Citado por Galfione, V. en El problema de la compresión en Schlegel, The history of a text. The problem of understanding in F. Schlegel's thinking. En Pandaemonium, São Paulo, v. 16, n. 22, Dez /2013, p.202-218. (AUBIGNAC 1715: 82s).
[7] Thiele, pág. 26
[8] Galfione, V, pág. 203
[9] Thiele, pág. 27 y tomado a su vez de los Prolegomena ad Homerum, y referenciados por un tal Wood, On the Original Genius of Homer, 1769.
[10] Hay una referencia en El hacedor de Jorge Luis Borges, sobre Homero.
[11] Colli, Giorgio, El nacimiento de la filosofía, Editorial Tusquets, México, D.F, 2009, pág. 65-66.

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