viernes, 18 de agosto de 2023

🔮Carlo Michelstaedter, “La educación del niño o el homunculus de la ética socrática”

 

Carlo Michelstaedter, “El homunculus de la ética socrática”



Yo sé que hablo pero no convenceré a nadie: y eso es deshonestidad –pero la retórica α´ναγxαζει με  ταυτα  δραν βι´α[1]- o en otras palabras «es preciso también que si uno ha mordido una pérfida serba la escupa».

Prefacio a La persuasión y la retórica

Carlo Michelstaedter


 

A modo de presentación


Hay pensadores, filósofos y escritores que tras su suicidio deviene una popularidad de su obra y su influencia es transmitida por muchas generaciones de quienes encuentran en ellos, algo así como un profeta y que goza de un prestigio post mortem en las Academias e Institutos y planes de estudio. Este no es el caso de Carlo Michelstaedter, (Gorizia, Italia, 1887-1910), quien acabara con su vida de un disparo de revolver[2] tan solo después de enviar por correo su Tesis di laurea[3], (La persuasione e la rettorica[4]) a la Universidad de Florencia con veintitrés años de edad. El suicidio de Michelstaedter precede la séptima de Beethoven[5]. De acuerdo a Giovanni Papini se trató de un suicidio metafísico[6].

 

El joven divino

 

Nacido en 1887 en Gorizia Italia en una familia judeoitaliana, Carlo Raimondo Michelstaedter creció en un entorno intelectual. Vivió de forma acomodada y no sufrió privaciones. Abraham Alberto Michelstaedter su padre; influyó política e intelectualmente en Carlo. Sostuvieron un lazo febril que cambió con el tiempo por posicionamientos políticos. La madre Emma Ester Lea Luzzato, provenía de una familia judía que había fundado el Instituto Rabino de Padua en Italia. Alberto, nacido en Alemania, participativo en los debates intelectuales de su entorno, trabajó como corredor en bolsa hasta el 1900, cuando se decantó por la profesión de agente de seguros en una casa de cambios. Además de cultivar en su hogar una atmósfera liberal junto con Emma[7]. Su vínculo fraternal se extendió con un hermano mayor; Gino Jehuda Eliah Michelstaedter quien huyó a los Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida, pero terminó suicidándose a principios de la década del siglo XIX. De ahí le siguieron sus hermanas Elda y Paula, con distintos finales cada una.


Influenciado filosóficamente por la tutela de su mentor Papini, leyó a Nietzsche, Schopenhauer, Platón, Gorgias, y cuanto pensador cayera en sus manos. Estudió matemáticas en Viena y humanidades en Florencia. Mostró dotes de genio y prolijo artista, con aires de poeta y narrador. Su espíritu libre, de poeta, artista y filósofo, se vio acompañado por dos buenos amigos suyos desde el liceo, Nino Paternolli y Enrico Mruele. El primero fue quien le ofreció un desván de su propiedad a Carlo para que compusiese su obra magna, La retórica y la persuasión. Enrico, por su parte, tal y como cuenta en su Tagebuch, se dedicó a viajar por Argentina y Croacia, en busca de una vida de aventuras[8].


El pensamiento del joven filósofo se circunscribe dentro de la philopsychía y la thanatophilía. Muchos de sus estudiosos a posteriori se preguntan, ¿por qué alguien se suicidaría después de terminar de redactar su tesis? Y es que adentrarse a sus textos plagados de latinismos, y su parca y técnica expresividad como señala González Serrano[9] nos obliga a conocer el lado más brumoso de un filosofar inédito hasta ese siglo, ni los aforismos ateos de Nietzsche, mucho menos el vitalismo de Spinoza y su laberíntica Ética demostrada según el orden geométrico apabulla tanto al lector iniciado en un libro sin parapetos alguno. El lector de Michelstaedter se enfrenta desde el primer momento, no solo a la peculiaridad de un pensamiento que se sabe contrario a las convenciones, sino también y más sensiblemente a un uso del lenguaje, de los signos lingüísticos en general, que parece querer desafiarle[10]. Como ya se ha señalado, Carlo decidió hacer con sus propias manos la escritura de su propia muerte, al suicidarse se enlisto en una clase elite de intelectuales que se levantaron la mano contra sí mismo como dijera Jean Améry[11].


En el artículo titulado “El nihilismo místico de Carlo Michelstaedter” ahondando en el problema filosófico fundamental como subraya Camus en el mito de Sísifo, estima que Carlo condenó el suicidio en su obra lírica como suprema inautenticidad, exponente de la máxima ansia por consumar la vida y, sin embargo, sintiendo la llamada de la muerte que promete el olvido de la angustia de un vivir asediado por ella, se matará de un tiro de pistola en octubre de 1910[12].


Nunca vamos a comprender por qué un ser al que hemos conocido un día simplemente toma un arma y se quita la vida. El caso de Carlo Michelstaedter es uno de tantos. En la antigua Grecia tenemos el caso de Empédocles quien se arroja al fondo del volcán Etna, o más cercano a nosotros el filósofo y poeta alemán Philliphe Mainländer cuyo nombre verdadero era Philipp Batz se pegó un tiro. Otto Weininger un filósofo austriaco que a los 23 años como Michelstaedter se disparó, pero eligiendo su corazón luego de publicar su libro Gesshlecht und charakter[13] (Sexo y carácter), mientras habitaba la buhardilla donde viviera Beethoven en Viena. Otro caso original fue el del narrador, fotógrafo y pintor francés Edouard Levé que al terminar su libro Suicidio se ahorcó en 2007.


Sergio Campailla narra así la muerte del joven divino en su paper:


El 17 de octubre de 1910, en Gorizia, enfrente de la casa de Piazza Grande (actualmente Piazza della Vittoria, 8), en el último piso donde vivía la familia de Alberto Michelstaedter, muy conocido en los ambientes gorizianos por méritos no solo culturales sino también cívicos, se formó una aglomeración de personas. “¿Qué ha pasado?”, se informaba el peatón curioso parándose a pesar del tiempo lluvioso. “Un estudiante se ha matado allí arriba”, respondía alguien no sin perplejidad[14].


 

La educación del niño en la Melodía del joven divino


 

En el libro “La melodía del giovane divino[15]” (La melodía del joven divino[16]) en el tercer capítulo de la sección PENSAMIENTOS se recoge un texto sobre educación o más fielmente titulado en griego παιδείας Peri Paideia (la paideia) donde en brevísimas páginas Michelstaedter sin ser un gran pedagogo o educador reflexiona sobre el rol del niño en la escuela. El niño no conoce el alcance de nuestros dolores como no conoce el alcance de nuestros límites morales: por eso cuando es insensible y delincuente no lo es por falta de corazón y por una disposición especial a la delincuencia, sino por la ignorancia de la vida[17] (pensamiento que Carlo recoge en una conferencia de Scipio Sighele). Ya en el puro inicio expone una realidad vivida por muchos padres y docentes que pretenden educar; los alumnos muchas veces se dejan llevar por pasiones conductuales que buscan el fin inmediato, el placer efímero o en ciertos casos banales, pero gran parte de ese comportamiento no es porque su naturaleza sea todavía una animalidad en perdida, por el contrario, requieren de ser formados e instruidos, como señala Kant en sus textos sobre Pedagogía. El hombre debe ser disciplinado, pues por naturaleza es salvaje, y debe ser informado, pues es bruto[18]. Para Michelstaedter la educación existe porque no pretende derribar las murallas del mal, sino evitar su aparición puesto que el niño no actúa mal sabiendo la existencia del mal, si así fuera arguye, “la educación…sería siempre una vana palabra”.


La distinción ética a la que Carlo somete el análisis del actuar del niño y del adulto, sugiere que mientras el niño en cierta edad actúa por impulso, por satisfacer sus necesidades inmediatas, el hombre adulto “tiene postulados bien estables que sabe indispensables para su existencia, frente a los cuales las otras no tienen valor” en contraparte con los niños, que no conocen las consecuencias a posteriori, “ve la satisfacción de sus momentáneos deseos el imprescindible postulado de su felicidad y de su bienestar”. Por lo tanto, mientras más crece el niño, más conocimiento se tiene del valor de las cosas, de lo que son y constituyen, ya que el puente que separa al hombre y al niño es el paulatino desarrollo de la capacidad de sus deseos. Frente a esta necesidad que uno siente de la felicidad de todos sus semejantes, cada acto adquiere un determinado significado que es un valor moral[19].


A esta precaria pero significativa reflexión didáctica de Michelstaedter se suma su incesante causa matriz de que, al satisfacer la bondad potencial, deriva la felicidad: los actos accionados son actos morales. Cuando se sabe que es malo dañar al otro y se hace, inmediatamente el hombre moral sufre, pues el daño al otro es el daño de mí para la otredad, pero nace de mí. Carlo Michelstaedter lo llama el homunculus de la ética socrática.


Carlo ofrece un ejemplo que parafrasearé: supongamos que un niño que asiste a la escuela, roba un compañero su lápiz y la maestra le reprende diciéndole que eso no es bueno, que no debe hacerse, (si este niño no siente afecto por nadie, -esa es la suposición-, entonces nada de lo que haga la maestra o el profesor servirán, ya que, para el niño, robar es su propio deleite. Se deberá recurrir a los castigos, (no explica qué clase, pero dado el siglo que le tocó se puede intuir que habla de sanciones corporales), “pero los castigos no tienen una eficacia moralizante inmediata”, ya que, para el niño, el disgusto presentado, no viene del objeto robado, -es decir no es el lápiz el que está diciéndole que no lo robe-, es un adulto “que tiene sobre él autoridad y no concede la cosa si él realiza tal acto. Ahora bien a juicio del niño no es el acto lo que es reprobable, sino que es la autoridad (que él no ama, no respeta, no reconoce) lo que debe combatirse”. Y concluye Carlo Michelstaedter:


…el bueno puede volverse más bueno; el malo permanece malo”.

 

Para Carlo Michelstaedter podemos colegir que la educación es sobre todo una necesidad de combatir las malas semillas que podrían florecer a futuro y solo extirpándolas de las raíces se acabaría. Se puede o no estar de acuerdo con su exposición hecha en cuatro páginas, lo que sí es importante es añadir que, una mente nebulosa como la suya, al intentar elucidar un tema que recién le había impresionado durante su asistencia a la conferencia de Sighele en Florencia el 8 de abril de 1908, no dudó en redactarlo.

 

 

“Pero los hombres se cansan en este camino, se sienten desfallecer en la soledad: la voz del dolor es demasiado fuerte. Ya no saben soportarla con toda su persona”.

La retórica, Carlo Michelstaedter.


ANTONIO PÉREZ-PAREDES

Licenciado en Pedagogía por la Universidad del Sur. Ha participado como ponente en la Embajada Mundial de Activistas por la Paz (EMAP) en varias ocasiones; “Foros universitarios; El holocausto y su impacto en los derechos humanos (2013)” “El genocidio y otros delitos competencia de la Corte Penal Internacional (2014) como moderador en la Universidad Tec-Milenio” “Alianza Internacional Universitaria por la Paz (2015) en la Universidad Politécnica de Quintana Roo” “ Educar para recordar: El holocausto y los derechos humanos (2016) en la Universidad del Sur”. En 2018 participó en el “Simposio de Autonomía Curricular, realizado en el Tec-Milenio” en 2019 recibió la certificación de competencia laboral en el “Uso didáctico de las tecnologías de información y comunicación en procesos de aprendizaje” y en 2020 la constancia en su participación del curso “Convivencia escolar desde la perspectiva de los derechos humanos (por la CNDH)”. En 2021 fue conferenciante en la semana de la Pedagogía con la ponencia "La pedagogía en la Grecia clásica". Concluyó el Taller "Evaluación diagnóstica para alumnos de educación básica" en 2021 y en 2022  recibió la certificación por el curso "Herramientas para una educación inclusiva, Dislexia; desde al aula al mundo del trabajo. Fue profesor de primaria en el Colegio Mano Amiga Cancún (2015-2021), actualmente es docente de licenciatura en la Universidad del Sur y en la primaria "Tulúm" también en Cancún.



[1] “Me obliga por la fuerza a hacer esto”. Sófocles, Electra. Sexto Piso 2014. Existen una traducción del año 2010 donde la cita en griego se traduce llanamente como “Me fuerza a hacerlo”. Edición de la Universidad de Murcia bajo la traducción de Belén Hernández.

[2] El disparo es en la sien y muere tres horas después. (https://imalpensanti.it/2022/03/carlo-michelstaedter-una-vita-che-non-si-puo-vivere-terza-parte-lultimo-anno/ )

[3] Trabajo de posgrado

[4] La persuasión y la retórica

[5] Véase Philosophae Desconsolatio, el estudio introductorio de Miguel Morey en La persuasión y la retórica. Sexto piso, 2014. Ahí, Morey explica que Carlo tras concluir su tesis el 16 de octubre de 1910 y finalizar los apéndices críticos para luego pedirle a Aria Cassini que interprete la séptima de Beethoven se arrebató la vida, pág. 14.

[6] Citado por Miguel Morey. G. Papini «Un suicidio metafísico», en Il Resto del Carlino, [reeditado en Filosofía e letteratura, Milán: Mondadori, 1961].

[7] Iturraspe Staps, Juan. Carlo Michelstaedter: el desierto polimorfo o la maquinaria serial. (S.f).

[8] Ibídem.

[10] Michelstaedter, Carlo. La melodía del joven divino. Sexto piso, 2011. Nota del traductor.

[11] Améry, Jean. Levantar la mano sobre uno mismo, discurso sobre la muerte voluntaria. Pre-textos, 1999.

[12] Biedma López, José. El nihilismo místico de Carlo Michelstaedter. Revista el búho Nº 24. (s.f.)

[13] Hay una traducción al español publicado por Península en 1985.

[14] Campailla, Sergio. Le prime interpretazioni di Michelstaedter (1910-1916). Roma: Istituto dell’Enciclopedia Italiana, aprilegiugno 1990, pp. 17-26.

[15] Michelstaedter, 2011.

[16] Véase, “En busca del tesoro que no está” de Sergio Campailla en La melodía del joven divino. (La melodía del joven divino se compone de tres secciones: una más filosófica, la segunda alimentada por una vena narrativa, la tercera sobre una base crítico-literaria).

[17] Michelstaedter, 2011

[18] Kant, Immanuel. Pedagogía, Ediciones Akal. España, 2018, pág. 103.

[19] Michelstaedter, Carlo. La melodía del joven divino. Sexto piso, 2011, pág. 36.

domingo, 16 de julio de 2023

🌿Jean Genet, el poeta ladrón y prostituto

 


Me basta con besarte, estar contigo…mira, voy a regar alcatraces.
Luis González de Alba



Animal de amor árbol de oro de dos cabezas


Hablar de la poesía homo-erótica de Jean Genet con una precisión poética, indica, que se desarrollará su trabajo ‘poético-poesía-poemas’ ( con alguna referencia narrativa) que tienen como raíz del lenguaje, un claro impulso que tiende al amor, el deseo y la lascivia homosexual. De homo (igual) y erótica de eros (deseo ardiente).

Animal de amor árbol de oro de dos cabezas, escribe Genet, en su largo poema titulado El pescador de suquet. ¿Qué forma humana toma ese animal del que Genet mete en paréntesis? Lo que sí sabemos es que es de amor, que provoca amor, es por ello que es de-amor y que es grande y fuerte, como un árbol, y antes dirá con respecto al sustantivo árbol que se hace subido en él, y luego le dice, -tu frente baja –lo miran-, y remata declarando, que es preciado de oro y que es hombre al que ama, de dos cabezas. Aquel que fue llamado comediante y mártir por Sartre, logra crear una atmósfera propia de un lenguaje que tiene como punto de partida la libertad del amado, del amar mismo, que retrotrae su vínculo amoroso y lo hace algo sexual, lo desea:

Subido al verde árbol –tu frente baja
(Animal de amor árbol de oro de dos cabezas)
Sobre su ramaje- cálida bestia enlazada.


Interpreting 'The Maids' Through a Shifting Societal Lens - The ...

Quien mira a ese Animal, no debe serlo de algún modo, un animal por lo feroz, por el miedo que pueda causar, o por su apariencia combativa. Por lo tanto, qué tipo de hombre mira a ese Animal de amor árbol de oro de dos cabezas. En un texto del perdido profesor alemán Hubert Fichte, se enlista un libro gay Hotel Garni (Traduce Juan José del solar) escribe lo siguiente en la página 19 de un ministro de economía, “Pertenecía a un pequeño círculo de intelectuales acaudalados que guardaba ediciones de lujo de Jean Genet en cajas de cartón, como trajes de noche. Ediciones de lujo dedicadas” de acuerdo a Goytizolo que lo conoció y convivió un tiempo con el poeta, diría que Genet tenía cómo moverse, no le iba mal. Genet es un poeta que siente, y quiere transmitirlo, quiere proyectar su deseo, su perverso deseo, y con ello ensuciar al lector que culminaría enlodando a la sociedad. Sí, pero de una poesía viva. En la estrofa trece de El condenado a muerte (Que proviene de Nuestra señora de las flores 1942)  escribe:

Evoquemos, Amor, a cierto duro amante,


Enorme como el mundo y de cuerpo sombrío.
Nos fundirá desnudos en sus oscuros antros,
Entre sus muslos de oro, en su cálido vientre. 


El amor homosexual, visto como un deseo meramente sexual, que busca penetrar o ser penetrado, o disfrutar de ambas, sobre exalta un único carácter y olvida, -muchas veces por miedo-, a disfrutar de la vida de los otros, a través de su literatura, ¿Qué siente el otro en tanto que no soy yo cuando él siente? Genet al igual que Pasolini, Lorca, Aleixandre y muchos otros, tienen fundido el ego homo en sus páginas, para poder reconocer la condición que los hace más humanos. El hombre que él ama se muere, lo han matado, el dolor que siente lo emana en un ambiente caótico, Muerto en mí mucho antes que el hacha me cercene. El recuerdo caótico, mencionado antes como ambiente resurge en cada uno de sus versos, en otros su presencia se eyecta al lector y lo recrea:


Las solemnes mañanas, el ron, el cigarrillo…
Las sombras del tabaco, de prisión, de marinos
Acuden a mi celda, y me tumba y me abraza
Con grávida bragueta un espectro asesino.

Querelle De Brest - Jean Genet - $ 149,00 en Mercado Libre 

El tema de los marinos y las tabernas donde éstos bebían, culmina en su texto efebeíco, Querella de Brest, con respecto al amor se narra; “Estrechaba a Querella con la misma pasión aparente con que agarra el cadáver de su cría una hembra de animal, actitud por lo cual se nos hace evidente lo que es el amor: conciencia de la separación de una mismo, conciencia de hallarse escindido y de que vuestro mismo yo os contempla… (y ocurre antes que salvajemente sea sodomizado), en el texto aparece de la siguiente manera: «Ahora es cuando voy a traspasarte» …Al primer embate, que tan fuerte le aniquilaba Querella gimió de dolor, dulcemente primero, luego con más fuerza hasta jadear sin pudor” no se puede negar el brillo dramático de una obra como Querella de Brest, que recorre una psique especial, de hombre desafortunado, no hay que olvidar tampoco, que el poeta al que nos referimos se prostituyó y que ocupó varias veces celdas carcelarias.

Prosigue en el Condenado a muerte, escrito que dedicó a Maurice Pilorge, ‘un amigo’ del que pasaba noches sin sueño, pues éste se lo había robado con su belleza de Apolo, fue ejecutado el 17 de marzo de un ya alejado 1939 en Saint-Brieuc. Poema donde la versificación de títulos no escritos podrían estructurarse entre el amor, el deseo carnal, el miedo a la muerte, el pecado y la rabia.

Amor mío, amor mío, ¿podrías robar las llaves
Que me abrirán el cielo donde tiemblan los mástiles? La muerte es la causante de tan triste poema, donde lo humano se torna un salvaje miedo, soledad de amor, en Genet hacen mella, no sin antes anunciar su ambición homoerótica:

 Niño de las honduras
Nacerán de su cuerpo extraños esplendores
y perfumado semen de su verga adorable. 

Juan Goytisolo, Genet y los palestinos: ambigüedad política y ...
Goytizolo y Genet



Anatomía de la poética en Genet

En la medida que el poeta vive la experiencia de escribir del recuerdo, transmite también su deseo. Cuando aparecen fenomenológicamente estos versos, el lector puede quedar pausado, pero esa pausa es porque Genet es metapornográfico.

¡Mi bellísimo paje coronado de lilas!
Inclínate en mi lecho, deja a mi pija dura
Golpear tu mejilla. Tu amante el asesino
Te relata su gesta entre mil explosiones.

El Jean Genet “hacedor” logra en un moderno estilo de utilizar palabras comunes, la época de su poesía, de su cosmovisión narrativa, excesivamente buena como su poesía. Quizá esas mil explosiones den vida a su recuerdo satírico. Chupa mi duro miembro cual si fuese un helado escribe al final de otro verso, se intensifica, como si fuera una sinfonía, cambia de tiempos, de altitudes, y exige de nuevo:

Besa mi pija tiesa, entierra en tu garganta
El bulto de mi polla tragado de una vez,
¡Ahógate de amor, vomita y haz tu mueca!

Inmediatamente luego:

Adora de rodillas como un tótem sagrado
mi tatuado torso, adora hasta las lágrimas
mi sexo que se rompe, te azota como un arma
adora mi bastón que te va a penetrar.

 

Todos, o casi todos los deseos de amor terminan en una pasión que logra culminar lo que se comparte en una unión espiritual, no significa desde luego que después no existe la pasión:

Elévate en el aire de la luna, mi vida
En mi boca derrama el consistente semen
Que pasa de tus labios a mis dientes, mi Amor,
A fin de fecundar nuestras nupcias dichosas.


En el choque entre dos cuerpos masculinos, que se odian, que sienten celos no los une el amor. Estos dos machos como los llama Genet, son en su gran mayoría ejemplo de lo que la vida homosexual de aquella época francesa puede parecerse al Der Kreis en Alemania.  Nuestro poeta escribe así en Querella de Brest pág. 166: “Ternura no es la palabra exacta, pero expresa mejor la mezcla de agradecimiento hacia el cuerpo del que extrae el placer, de dulzura que os derrite cuando el placer se acaba, de laxitud física, de asco incluso que os ahoga y os alivia…ambos hombres quedan unidos por una complicidad que, nacida de la ausencia de mujer, suscita a la mujer, que los une precisamente por su carencia. A este respecto en sus relaciones no había nada fingido, ni necesidad alguna de ser otra cosa que lo que eran: dos machos muy viriles que sienten celos tal vez, que se odian, pero que no se aman” Sentencia el escritor.

 

Genet es un poeta de sustancia, puede imaginar lo que ya ha vivido y recordar una forma especial de escribir poesía valiosa. En Marcha fúnebre (1942-1943) en el segundo canto, VII, tercera estrofa dicta:

¡Oh saber que tú duermes bajo mi pobre techo!
Por mi boca conversas y con mis ojos miras
Esta alcoba es la tuya y son tuyos los versos.
Revive lo que quieras que yo monto la guardia.

No solo sabe reconocer y recoger la exégesis de un sentimiento tan vulgar como el deseo amoroso del que se ha ido, parte si es que puede afirmarse, de un relato poetizado. Genet es dueño de una capacidad creadora, en sus versos se doblega el sentido moral de por y para qué amar, de dolor y la fétida esperanza por la ley. No existe en sus palabras, nada que no haya experimentado en carne propia. ¿Qué acaso ‘montar la guardia’ no es consentir al otro?

No me lamentaré por cruel que el juego sea
Un canto de pesar que revienta tus ojos
Se trastorna de verte por tanto horror ceñido
Y ese canto por siglos tu ataúd estremece.

Muchos precisan y no es menester denostarlos, que la poesía de Genet, muchas veces con palabras yuxtapuestas, son de difícil traducción. Su cuerpo poético no piensa en tanto estilo, reclama dejarse sentir por la erótica del lenguaje. En Un chant d'amour que trata de un poema de deseo homosexual, llevada también al cine, y por mucho tiempo censurada. Dedicado a Lucien Sénemaud escribe:

¡Pastor baja del cielo donde el ganado duerme!
(Al bozo de un pastor te confío hermoso invierno)
Bajo mi aliento incluso si tu sexo es de escarcha
Aurora lo libera de ese frágil vestido.

En otro verso donde se vislumbra el amor en forma fantasmagórica pues sufre su deseo, su recuerdo, entreteje un pasaje ‘tierno’ dice así:

Esta forma es de rosa y te guarda tan puro.
Consérvala. De pronto te revela la tarde
Y te me manifiestas (desnudo de tus ropas)
Enrollado en tus sábanas o de pie contra un muro. 

Especial Jean Genet 1910-2010 (1) – El Placer de la Lectura


¡Oh Genet, mira tú marcha fúnebre!

El martes 15 de abril de 1986, y un día después de la muerte de su amiga Simone de Beauvoir, acaeció de un cáncer de garganta el ya célebre poeta homosexual, transgresor y vanidoso de lo ruidoso. Falleció en su cuarto de hotel donde vivía, informaría luego la editorial Gallimard.

En el Pescador de Suquet escribe no a modo de epitafio:


Me ha sepultado en una tumba de porcelana.

Tu oscureces el mundo.


ANTONIO PÉREZ-PAREDES

Licenciado en Pedagogía por la Universidad del Sur. Ha participado como ponente en la Embajada Mundial de Activistas por la Paz (EMAP) en varias ocasiones; “Foros universitarios; El holocausto y su impacto en los derechos humanos (2013)” “El genocidio y otros delitos competencia de la Corte Penal Internacional (2014) como moderador en la Universidad Tec-Milenio” “Alianza Internacional Universitaria por la Paz (2015) en la Universidad Politécnica de Quintana Roo” “ Educar para recordar: El holocausto y los derechos humanos (2016) en la Universidad del Sur”. En 2018 participó en el “Simposio de Autonomía Curricular, realizado en el Tec-Milenio” en 2019 recibió la certificación de competencia laboral en el “Uso didáctico de las tecnologías de información y comunicación en procesos de aprendizaje” y en 2020 la constancia en su participación del curso “Convivencia escolar desde la perspectiva de los derechos humanos (por la CNDH)”. En 2021 fue conferenciante en la semana de la Pedagogía con la ponencia "La pedagogía en la Grecia clásica". Concluyó el Taller "Evaluación diagnóstica para alumnos de educación básica" en 2021 y en 2022  recibió la certificación por el curso "Herramientas para una educación inclusiva, Dislexia; desde al aula al mundo del trabajo. Fue profesor de primaria en el Colegio Mano Amiga Cancún (2015-2021), actualmente es docente de licenciatura en la Universidad del Sur y en la primaria "Tulúm" también en Cancún.




Bibliografía
Fichte, Hubert. Hotel Garni, Alfaguara1990. Madrid.
Genet, Jean. Querella de Brest. Debate 1983. Madrid.
Genet. Poemas. Visor 1996. Madrid. Versión de A. Martínez Sarrión.