PINTURA DE YAYOI KUSAMA |
La idea de estar
informado o sobreinformado es propia de nuestra época. Vivimos en una etapa
donde todo es efímero, el amor, el sexo, las amistades, lo que vemos, lo que
escuchamos y hasta lo que leemos. Ya todo parece dado. Precisamente por eso
porque todo nos parece dado es que la gente se aburre. Yo he visto como hay
personas cercanas a mí que están completamente aburridas, el aburrimiento es un
síndrome de nuestra era posmoderna como se le ha llamado comúnmente, hay una poli
fragmentación innecesaria de las cosas, del común de las cosas igual, porque la
cosificación ha llegado a un plano hiperreal.
Quisiera rescatar mi opinión
sobre el aburrimiento. En una ocasión vi a una señora revisar su Facebook. La señora
al abrirlo vio que no tenía nada de movimiento, ninguna notificación y ninguna
advertencia de amigo nuevo que quiera agregarla o un mensaje. Nada. Parecía que
no había nada. Pero no, le quedaba sus noticias de amigos y familiares además
de la gente que tiene agregada y no conoce. Bueno para no hacer más larga la
cosa, la señora bloqueó el celular. No pasó ni 5 segundos y revisó su Facebook otra
vez y no tenía nada nuevo. Dio algunos like y volvió a bloquear su móvil. No pasó
casi nada y lo volvió a revisar. En efecto no había nada. Vi su expresión de
tristeza anegar su rostro. Creeríamos que no había nada realmente qué hacer,
pero ella estaba en un concierto con familiares y además estaba ella. Pero no,
en efecto, no contaba con ella. Es decir el aburrimiento con los otros es
propiamente el aburrimiento con uno mismo. Uno cuando se conoce no se aburre. Uno
para no aburrirse debe quedarse en sí o salirse de sí y eso sólo podemos
lograrlo pensando. Pero el “pensar” no es propio de nuestra época hiperreal.
Por qué digo y señalo
nuestra época con la característica de “hiperreal” porque lo hiper sólo existe
en tanto que no hay nada comparado con eso que se sugiera “hiper” es decir que
al no existir nada hiper para usarlo como comparación se queda como una idea
que flota pero esta idea al ser –hiper- es hiper en tanto experiencia de –lo que
se conoce como hiper-, no tiene cabida, subyace en sí-mismo. Y cuando se habla
de lo hiper en la realidad es aquella realidad que no existe porque no hay con
que compararla porque en tanto hiper, existe, pero como hiper ya no. Y si la
realidad viene de realitas que a su vez deriva de res que es “cosa” la cosa que
no es –es- en tanto que no es. Y peor aún, lo es en tanto aparición de lo “hiper”
lo que no tiene comparación.
Y este estado de
hiperrealidad suele causar al individuo que la vive una sensación de
aburrimiento permanente por no querer salir de ello, por despreciar lo que en
su ya magullado pensamiento considera como lo correcto. Viene a mi mente ese fragmento
de Cortázar en Rayuela donde hay un tipo que se sienta y se la pasa viendo un
tornillo que hay en el piso. Con el tiempo las personas lo notaron y empezaron
a ver al tornillo. Cuando el tipo murió nadie más miró al tornillo. Y el tornillo
es todo lo propio a la época que vivimos. No hay solución si no se piensa o
lee, no veo yo ninguna esperanza de salirse de sí si no se hacen estas dos
cosas; pensar y leer.
Seremos un tornillo o
seremos los que ya no ven más ese tornillo. Vivimos en una etapa triste, donde
si no muestro lo que vivo en una fotografía nunca pasó. Parece sorprendente que
mentes inteligentísimas hayan creado inventos para otros inventos creados quizá
por una mente menos estable, intelectualmente.
Antonio Pérez-Paredes
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