jueves, 25 de junio de 2020

El Pedagogo de Alejandría


“Ho theos paidagogei ton kosmon”

Dios es el pedagogo del universo

Platón, Las Leyes, X.

 

 

La Roma de Clemente

 

San Clemente de Alejandría nació en Atenas en el año 150 d. C. en una época dominada por la helenización y el próspero avance del cristianismo. Durante sus primeros años de vida, dominaba en Roma el poder de los así llamados Cinco emperadores buenos: Nerva, Trajano, Adriano, Antonino Pío y Marco Aurelio. Baste decir, que el contexto histórico en el que se desarrolló la actividad de Clemente, fue una Roma que hasta antes de Nerva el despotismo de los primeros imperios había hecho inútil la aparición y afluencia de la literatura. Las ciencias resurgieron en la llamada Pax romana, La retórica y la gramática eran las disciplinas dominantes del siglo II, que no produjo ya ningún poeta clásico ni grandes escritores en prosa (Gregorovius, 1946). Por otro lado, la religión de Pablo, que tenía como imagen de culto al cristo torturado se entremezclaba con el neoplatonismo y pretendía que la religión cristiana fuese entendida sin ningún problema desde términos “filosóficos” y así lo habían defendido en el tribunal de la razón, el intercambio de ideas dio como resultado, la gran controversia entre eruditos griegos y cristianos durante el siglo II, el Contra Celsum de Orígenes y la gran obra del neoplatónico Porfirio, Contra los judíos (Jaeger, 1985). La consecuencia directa sin duda fue el reforzamiento de los nuevos misterios juedocristianos que culminó en un cristianismo filosófico o paideia christi.

 

Clemente en Alejandría


De acuerdo a ciertas fuentes, Clemente aprendió filosofía clásica así como fue iniciado en los misterios de Eleusis. En la audiencia general del 18 de abril del 2007, el entonces Papa Benedicto XVI habló así de nuestro personaje; “hoy hablamos de Clemente de Alejandría, un gran teólogo que nació probablemente en Atenas a mediados del siglo II. De Atenas heredó un notable interés por la filosofía, que lo convirtió en uno de los más destacados promotores del diálogo entre la fe y la razón en la tradición cristiana”. A la edad de treinta años Clemente llega a la capital intelectual, policultural y cosmopolita de Alejandría, centro neurálgico y comercial desde donde se miraba el mundo y se recibía a todos los visitantes, estudiosos y becarios que llegaban a la ciudad fundada por Alejandro Magno  en la parte septentrional de Egipto para consultar su biblioteca y estudiar en el Museo. 

La ciudad fue fundada un 7 de abril del 331 antes de Jesucristo y su planeación fue designada al arquitecto Deinócrates mientras Alejandro se encaminaba al Templo de Amón donde se cuenta fue auspiciado por el oráculo como hijo de Zeus, a su regreso, encargó a Cleómenes de Náucratis, su ministro de Hacienda para Egipto, supervisar los trabajos y proveer de fondos necesarios para la construcción de la ciudad (El-Abbadi, 1994). Es casi seguro que Clemente estudiara y copiosamente repasara algunos de los cientos de miles de volúmenes allí conservados, además de bibliotecas donadas de prestigiosos filósofos y filólogos de su tiempo, el más famoso es el de Aristóteles. El historiador Polibio narra que cualquiera que se establezca en una ciudad con bastantes libros puede, sin problema alguno, estudiar cualquier ciencia, lo que indica, no solo la cantidad de libros, también su variedad. Es en esta bibliofílica tarea que las bibliotecas toman mucha importancia, es del común de los mortales que la sagrada biblioteca  era parte del Rameseun y de su arco colgaba la inscripción, «Para el cuidado del alma» según la versión que ha llegado hasta nosotros por Hecateo.



En esta ciudad que podemos imaginar caótica y donde el choque de culturas era pan de cada día, Clemente, llegó a Alejandría, la "ciudad símbolo" de la fecunda encrucijada entre diferentes culturas que caracterizó la edad helenista. Allí fue discípulo de Panteno, y le sucedió en la dirección de la escuela catequística. Numerosas fuentes atestiguan que fue ordenado presbítero[1]. Alejandría fue el núcleo donde convergieron dos importantes tradiciones; la occidental y la oriental. Mucho antes de la llegada de Clemente en la zona bautizada luego como su fundador, estaban establecidas comunidades judías ya en el siglo IV a. C. dichos establecimientos con el paso del tiempo fueron olvidando su lengua madre y adoptaron el griego, muestra de la helenización que impregnó la sociedad del norte de Egipto. Existía un barrio muy grande de judíos en tiempos de Ptolomeo II Filadelfo, por lo que fue casi una exigencia la necesidad tanto de la Comunidad semita como de los nuevos líderes helenos, el transmitir la tradición de los textos sagrados a lengua homérica, no tanto para que éstos se convirtieran sino porque habían perdido su idioma nativo.


Clemente no va a comprobar que estos problemas plantearán la necesidad de traducir los libros sagrados porque ocurrió mucho antes que él naciera, pero indica, sin duda alguna, que la sociedad que lo vio nacer ya poseía una biblia en griego, la famosa Septuaginta, que, como es verosímil, el proceso de traducción abarca alrededor de tres centurias, el último libro, el Eclesiastés, no fue traducido antes del 100 a. de C[2] y que en tiempos de Filón, éste, había tratado de demostrar en numerosos textos que su doctrina hebrea podía ser asimilada desde cánones griegos.


Clemente hereda esta tradición, para su época, tanto en Alejandría como en el mundo judío, las ciencias y las artes son consumidas y practicadas; la magia de Babilonia, la filosofía del egeo, las matemáticas pitagóricas, la astrología, la medicina galénica y los movimientos filosóficos como el epicureísmo, el escepticismo y un auge por los misterios cristianos que proveían de una moda rococó en las elites patricias y si se puede decir, cortesanas de su época. El incesante ímpetu por poseer conocimientos era una moda, que se hacía bajar a la plebe desde las esferas imperiales empezando por el buen gusto egregio de los Emperadores, un ejemplo es el caso de Adriano que dominaba las artes literarias y a testimonio de Esparciano mantenía contacto directo con los filósofos Epicteto el esclavo y Heliodoro, Adriano consideraba a Catón superior a Virgilio y prefería a Celio Antipáter de la época de los Gracos a Salustio (Gregorovius, 1946). El cotidiano eclecticismo era ya común para una mente brillante como la de Clemente que desde la fe orientaba a los más desprotegidos con su teología, teología ya estudiada en tiempos de Sócrates, Etienne Gilson en su apoteósico libro El espíritu de la filosofía medieval dice en la página 29 que Justino no está lejos de decir con Erasmo: Santo Sócrates, ruega por nosotros. Ya Platón en su libro Las leyes dirá como una forma alegórica de un precristianismo, “ho theos paidagogei ton kosmon” Dios es el pedagogo de todo el universo.

 


Cristianismo primitivo y pedagogía kristi


 

Filón antecede la tradición puesta en marcha por Clemente, fue el precursor de la escuela judeo-cristiana que difundía el pensamiento, o, filosofía de la cristiandad, como se divulgaban las filosofías  pedagógicas de Quintiliano o Catón el viejo. Existían entre los adeptos una férrea necesidad por poner al alcance de los citadinos romanos y alejandrinos la doctrina de cristo, se pretendía colocar la religión de Pablo al nivel intelectual y logográfico de las filosofías platónicas, de hecho, hoy en día, el cristianismo que conocemos sería incomprensible sin la adaptación de la cosmología platónica a los escritos bíblicos, e igual, la doctrina aristotélica del dios omnipresente y omnipotente en su libro Física, capítulo VIII. El cristianismo entonces requiere desde la época de Filón un orden, darle estructura será labor tanto de Clemente como de su discípulo y posterior sucesor en la escuela catequística, Orígenes, quien ya con el conocimiento sumado al de su maestro elaborará una síntesis teológica-cristiana-platónica, desde la cosmología del Timeo. Para que el pueblo se eduque requiere que el mundo en el cual aprende ya esté ordenado, son bajo estas circunstancias que el cristianismo toma forma al incorporar a sus creencias todos los elementos clásicos del método cognitivo griego; método que puede comprobarse con el dialogo sobre Parménides del así llamado, “espaldas anchas” o sea Platón.



Clemente escribe una trilogía de textos, que tomados en conjunto, son la expresión erudita de su tiempo, libros escritos para persuadir y convertir a los primeros cristianos, lleva a cabo su tarea didáctica de poner al alcance de los fieles, una religión mistérica, que rivalizará con el auge del gnosticismo, que ya incorporaba a su religión, la idea de un posible Ser, capaz de ser conocido únicamente por una revelación divina, sus partidarios creían que el acceso al saber verdadero, es decir el conocimiento de Dios y del universo, era un don divino que no podía obtener sino mediante ejercicios espirituales adecuados y una prolongada meditación (El-Abbadi, 1994). Estas tres obras: el Protéptico, el Pedagogo y los Stromata, son los que han llegado hasta nosotros. Con el Protéptico inicia el catecismo clementino, “exhorta” a los iniciados al saber de cristo, en el Pedagogo, es el mismo Jesucristo quien toma el papel de educador de las almas, y quien se convierte a imagen del mismo Clemente en la guía espiritual al camino íntegro de la fe, Jesús es pues, el maestro que desde el bautismo encausa al creyente en su carrera al cristianismo filosófico. En el Stromata que incluye varios temas, son el libro de análisis y con el se concluye la catequesis clementina. El pedagogo es aquel, dentro de esta nueva fe, un guía y un maestro, y se preguntará, ¿Cómo no será buena la ley que educa, dada como pedagogo el que conduce hacia Cristo, para que, enderezados pedagógicamente a través del temor, nos dirijamos hacia la perfección a través de Cristo?[3] 


La paideia cristiana tiene como motor la imagen del hijo de Dios, con la cual, llega principalmente a contagiar a los más desprotegidos y los pobres, dar de comer al hambriento, darle morada al viajero, agua al sediento y enseñarle al que no sabe, esta transformación del significado y rango de la palabra fue la consecuencia necesaria de la dignidad filosófica que Platón había dado al concepto de paideia. Y fue esta dignidad teológica platónica la que hizo posible que Clemente presentara a Cristo como pedagogo de todos los hombres (Jaeger, 1985). Lorenzo Luzurriaga en su Historia de la educación y la pedagogía señala 8 características de la educación cristiana:

1º El reconocimiento del valor del individuo como obra de la divinidad.

 

2º La superación de los límites de la nación y el Estado y la creación de la conciencia universal humana.

 

3º La fundamentación de las relaciones humanas en el amor y la caridad.

 

4° La igualdad esencial de todos los hombres, sea cual fuere su posición económica o su clase social.

 

5º La valoración de la vida emotiva y sentimental sobre la puramente intelectual.

 

6° La consideración de la familia como la comunidad más inmediata personal y educativa.

 

7º La desvalorización de la vida presente terrenal en vista del más allá, y por tanto la subordinación de la educación a este.

 

8º El reconocimiento de la Iglesia como el órgano de la fe cristiana y por tanto como la orientadora de la educación.

 

Podemos apreciar y constatar, que la labor docente del jefe de la escuela de catequistas, que ya para tiempos de Clemente va ser importantísima y en su sede se educaran muchos grandes pensadores religiosos. Clemente es un escritor de distinto calibre. En su Protepticus adopta una forma literaria usada con frecuencia por los filósofos griegos desde la época de Sócrates y Aristóteles…en el Stromata su lenguaje tiene un carácter mucho más pretencioso y elaborado que el de Orígenes…en su Paedagogus, Clemente aspira a la cultura griega, a la paideia helénica. En este libro presenta a Cristo, en su papel de divino maestro que trasciende cualquier fenómeno anterior de este tipo en la historia humana (Jaeger, 1985). El objetivo de la educación cristiana es el acercarnos a Dios, tratar de ser como él, ya que si fuimos creados a su imagen y semejanza, dirá Clemente, con ayuda del “logos protéptico” se va llegar al conocimiento que nos vuelva mejor y hombres buenos, Dos virtudes sobre todo adornan al alma del "auténtico gnóstico". La primera es la libertad de las pasiones (apátheia); la segunda es el amor, la verdadera pasión, que asegura la unión íntima con Dios. El amor da la paz perfecta, y permite al "auténtico gnóstico" afrontar los mayores sacrificios, incluso el sacrificio supremo en el seguimiento de Cristo, y le hace subir escalón a escalón hasta llegar a la cumbre de las virtudes. Así, Clemente vuelve a definir, y conjugar con el amor, el ideal ético de la filosofía antigua, es decir, la liberación de las pasiones, en el proceso incesante de asemejarse a Dios[4].

 

Intenso es, constatar, como detrás del avance del cristianismo y también curioso, que una religión tan atacada y denostada, tuvo entre sus padres fundadores, intelectuales que estuvieron al nivel filosófico de un Platón, un Plotino y hasta San Gregorio de Nisa. De la muerte de Clemente se sabe que antes de fallecer fue ordenado presbítero como luego lo será su discípulo Orígenes, al sucederle en la jefatura de la escuela catequística.

Huyó a Capadocia, exactamente a la ciudad de Cesarea, donde murió alrededor del 215 d. C. San Clemente de Alejandría, constituye el crisol del cristianismo paideico, y es considerado por muchos, no solo un teólogo imprescindible, también  un pedagogo de fina envergadura ínclita. El libro “El Pedagogo”, incluye una oración a Cristo, con la que cierro aquí, este breve texto;

"Muéstrate propicio a tus hijos"; "concédenos vivir en tu paz, trasladarnos a tu ciudad, atravesar las olas del pecado sin quedar sumergidos en ellas, ser transportados con serenidad por el Espíritu Santo y por la Sabiduría inefable: nosotros, que de día y de noche, hasta el último día elevamos un canto de acción de gracias al único Padre, ... al Hijo pedagogo y maestro, y al Espíritu Santo[5].

 

 

Antonio Pérez-Paredes

Docente de Primaria y Universidad.



[1] Benedicto XVI, Audiencia general, Santa Sede, miércoles 8 de abril de 2007.

[2] Véase el artículo de Héctor García C. La representación del pedagogo en Clemente de Alejandría.

[3] Stromata, II.

[4] Audiencia general.

[5] El pedagogo, III.

sábado, 13 de junio de 2020

La pedagogía en Platón

¿Cuál es la relación entre Platón y la pedagogía?





 

 

“Aster, en otro tiempo estrella de la mañana, brillas entre los vivos: ahora, estrella de la tarde, brillas entre los muertos”

Platón, epigrama dedicado a un alumno



La pregunta formulada a continuación es una pregunta que posee un pronombre interrogativo, “¿Cuál?”, por así decirlo, una pregunta delimitada; en tanto que señala ya de antemano hacía dónde debe orientarse nuestro responder, por un lado, “Platón” y por el otro “pedagogía”.

A su vez, esta pregunta  examina dos cosas a puntualizar, y que debe quedar expuesto a la luz del esclarecimiento, y es que si se formula así, a secas, pareciera indicar que de antemano existe una relación entre Platón y la pedagogía; 1) esto supondría, que, en la obra filosófica de Platón, puede hallarse un símil múltiple entre categorías que pertenecen a las ciencias de la ecuación: la educación misma, la pedagogía, la psicología, etc. Es decir, que la interrogante da pie a maquilar que el pensamiento del filósofo abre las puertas ya sea para dar entrada a la “pedagogía” y ésta pueda tomar de ella lo necesario, o bien, que abre la puerta para entrar a la ciencia misma denominada así, desde Clemente de Alejandría, como Pedagogía.

La segunda puntualización, que es ya muy común en los análisis didácticos, 2) es la postura por la cual, la filosofía platónica, mirada desde la pedagogía es aprobada como una fuente de conocimientos ligados a su vez  histórica y dialécticamente, que vendrían a suponer, un apoyo, tanto académico, como literario y que enmarcados bajo un contexto paidológico fundamentan la base historiográfica de la Pedagogía, (cronológicamente hablando en un lugar específico), o bien, como salto de partida para explicar la idealización del proceso de enseñanza-aprendizaje entendido como el producto de las enseñanzas extraídas de los diálogos de Platón.

 

Una vez explicadas las dos variantes más evidentes, obvio no las únicas importantes, pero sí, que para poder tener un orden teleológico hacía dónde orientarnos y responder cabalmente la pregunta, tenemos que despejar cualquier indicio que insinúe oscurecer nuestro entendimiento.

 

Platón de Atenas

 

Como mencioné anteriormente, uno de los  componentes esenciales de la interrogante es el nombre de Platón, ¿Y quién es Platón se preguntaran ustedes? Pues Platón fue un hombre, evidentemente, fue un filósofo que de acuerdo a las fuentes más antiguas, en este caso yo dispondré de algunas cuantas citas que considero menester invocar, pues para abrir el camino que nos conduzca a una comprensión lo más completa posible del tema. Les cito textual: “Platón hijo de Aristón, vástago de noble linaje, nació en Atenas el año 427-28 antes de Jesucristo, o quizá uno o dos años antes. Siendo niño, y después, siendo adolescente, desarrollóse ante sus ojos, sin duda ya muy despiertos, un importante episodio de la Historia Universal: la guerra del Peloponeso…creció Platón, en medio de la alta vida espiritual que se vivía en Atenas, la ciudad más culta de la más culta nación que la tierra haya visto[1]”. Esto nos cuenta uno de las fuentes importantes, si no es que el más importante representante de la escuela de Marburgo Paul Natorp. Sobre la vida y obra de Platón hay en la actualidad y más con el internet un sinnúmero de sitios dónde consultar datos acerca de su vida. En mi caso me remontaré a la fuente citada y sobre todo a las Noticias biográficas acerca de Platón incluida en las Obras completas editadas por Patricio de Azcárate en 1871. Su verdadero nombre era Aristócles como el de su abuelo, el nombre de Platón le fue asignado por su maestro Aristón de Argos por su espalda ancha, ya que era un hombre fuerte, “otros pretenden que se le llamó así por la anchura de su pecho, y Neante ve en esto una alusión a lo espacioso de su frente[2]. Platón murió según cuenta Hermipo, -quizá como muchos filósofos o pensadores serios quisieran fenecer-, en un convite de boda a la que asistía, algunos aseveran que fue en el mismo festejo, otros que al retirarse. Tenía 81 años al dejar este mundo.

Hasta aquí con Platón. ¿Existe, y si es que “existen” elementos para confirmar que nuestro pensador tuvo y/o tiene una relación con la pedagogía? Esto es curioso de analizar.

 

La pedagogía

 

Hablar de pedagogía es pronunciar mucho en tan pocas palabras, muchas veces he tenido y debido decir a rigor de que no se me entendiera, que la pedagogía tal cual como hoy en día se presenta o se escucha por el oidor iletrado, es una ciencia impura. Error total para aquel que suponga tal menosprecio. Pero no es momento de desenterrar esas raíces poco diáfanas. La pedagogía es una ciencia tan antigua, -yo digo que más que la filosofía-, dado que los elementos substanciales que a posteriori la van a glorificar son conceptos tan arcaicos como el nacimiento de la literatura misma, y cuando hablo de “el nacimiento de la literatura” me refiero a las obras de homero[3]. Donde los sentimientos más puros y nobles se sumergen en un mar de valores que cada personaje debe constituir y ser constituido. Conceptos como paideia, areté, kairos, honor, amistad, amor, coraje, etc.  En su exquisita Historia de la educación y la pedagogía, Lorenzo Luzurriaga lo esclarece así; “El ideal de educación de esta época esta, como siempre, en relación con los ideales o aspiraciones de la sociedad, y siendo una época de carácter heroico y guerrero, la educación habría de tener ese mismo carácter. Así aparece expresado en las obras fundamentales de este periodo, la llíada y la Odisea, escritas hacia el siglo VIII a. de C”.

 

 Etimológicamente “pedagogía” es un guiar a los niños. Esta definición ya en desuso para fines prácticos y generales, debe simplemente considerarse como fuente primigenia de la ciencia misma, puesto que es más difícil guiar a un adulto que ya de por sí cree que conoce el camino. El pedagogo era en su origen, un esclavo, de ahí la genealogía. Para nosotros que somos pedagogos estos detalles nos parecen pan de cada día, puesto que dedicamos nuestra vida o gran parte de ella al estudio, (o así debiera ser), entendemos muy bien la metáfora, que tilda a realidad. Guiar es mostrar un camino, no desconocido, pero sí recorrido, la pedagogía es una ciencia morfológica y geográfica, ofrece mapamundis cognitivos para no perderse en el mundo.

 

 

 

Simbiosis educativa o sobre la relación entre lo uno y lo otro

 

Ya que hemos dilucidado y puesto sobre la mesa las barajas de este juego, comienza la justificación de la “relación” entre Platón y la pedagogía. Para empezar, usaré una estrategia análoga entre el origen del pedagogo, (el que ejerce la pedagogía), y un pasaje de la vida de Platón, que sin duda alguna, marcaría su itinerario intelectual y como docente de la Polis. Mencioné que los primeros pedagogos eran esclavos, pues Platón lo fue, claro, no en ese sentido, es por ello que advertí la “analogía”, resulta que Platón el de la voz templada, viaja a Sicilia y allí conversa con el hijo de Hermócrates, Dionisio un tirano sin escrúpulos con quien después de platicar sostuvo un exabrupto que el sátrapa no perdonó, más porque Platón lo humilló, amén que le dijera, que sus discursos respondían a su calidad de tirano. Cito textual; “Arrebatado Dionisio con esta respuesta, al pronto quiso hacerle morir, pero templado con las súplicas de Dion y de Aristodemo, se contentó con entregarle a Pollis, que se encontraba entonces cerca de él en calidad de enviado de los lacedemonios, para que lo vendiese como esclavo”[4]. Éste pasaje que Natorp ensalza con más ahínco, lo parafrasea así;  “Hallábase a la sazón la isla de Egina en violenta guerra con Atenas; y sus habitantes pusieron a Platón a la venta en el mercado de esclavos. Afortunadamente fue rescatado…según cómputo seguro en el año 338. Siguió a poco el establecimiento de la Academia[5][6].

 

De los anteriores extractos se puede afirmar primero: que el Platón que queremos relacionar con la pedagogía profesa una vanguardia didáctica; A) el no ceder frente al poder de la autoridad sin que esta se fundamente en la razón o la ciencia, (que se vincula con el ejercicio del pedagogo al aspirar siempre al enfrentamiento cuando el otro está equivocado), B) no dejarse convencer por el poder y vislumbrar la verdad por encima de cualquier sofismo, (la misión casi apostólica del pedagogo: enseñar al que no sabe, hacerle ver sus errores). Segundo: que Platón además es un sabio político; C) con herramientas para la diplomacia y las leyes, (las enseñanzas cívicas y concretas que deben seguir los alumnos en vista a un modelo ideal de sociedad a partir del quehacer público), y por último y no menos importante; D) es el conocimiento por encima de cualquier placer o beneficio lúdico, (la consolidación de una epistemología política que subyugue las ataduras del doxa, o conocimiento común y corriente.

 

De los apéndices se entiende que la pedagogía de Platón es como afirma Winfried Böhm; “Platón reconoce que la política y la pedagogía esencialmente dependen una de otra. La política no se restringe a una coordinación de acciones externas, ella también se torna una formadora de almas”[7].

 

Es de enorme interés como la propuesta filosófica y si se quiere ética-política de Platón, se acercan cada vez más, a un principio actual que tiene validez en el marco de aceptar a la educación como medio o recurso del Estado para el mejoramiento de sus individuos, -ciudadanos-, para Platón, y esto lo dice en la República, libro que el mismo Rousseau dijo en su momento era el más bello tratado sobre educación. ¿Por qué habrá dicho eso Juan Jacobo?, o mejor, ¿Qué quiso decir al afirmar eso? Pues bien, tratar de responder esas otras preguntas nos impide distanciarnos de la respuesta que pretendemos desde un inicio. En pocas palabras lo que el polímata autor de El Emilio trató de afirmar es que la Obra en sí, de Platón es resultado de su educación misma, que si Platón no hubiera absorbido conocimientos de sus maestros, -Sócrates el más conocido-, si él, el filósofo más citado y comentado aún en la antigüedad, no hubiera sido educado, es decir, que sin la influencia   de sus profesores probablemente no hubiera sido lo que fue. Platón y su obra es consecuencia de la educación recibida, educación que es para la pedagogía un proceso de enseñanza-aprendizaje, que es un rubro investigativo de la pedagogía misma. “En su obra La república, Platón desea esbozar un modelo de Estado, en el cual el orden interno y externo es absorbido por el mismo logos[8].

 

El pedagogo; un Hércules que rompe cadenas

 

La otra relación es la de la Alegoría de la caverna, fijada en capítulo VII de la República, en ella Platón, diseña un esquema que desde hace más de dos mil años viene utilizándose para explicar la filosofía y el mundo de las ideas de Platón. De hecho el libro mismo versa sobre la educación. Los libros II hasta el quinto hablan de la educación de los guardias, los que le siguen reflexionan sobre la educación de la elite, -los filósofos mismos-, y en el VII, aparece la metáfora sobre la caverna. En ella se describe una cueva donde inexplicablemente hay unos hombres sujetos al piso por medio de ciertas amarras que les impiden escapar y ver más allá que lo que su vista les alcanza. Impedidos de poder moverse o girar la cabeza, tienen frente de sí una parte de la bóveda  cavernosa, y detrás suyos, un muro y alejado a este un fuego que los alumbra y proyecta sombras que es lo que únicamente aprecian aquellos hombres; “Imagina una especie de curva, cavernosa vivienda subterránea, que tenga una larga entrada, por donde penetra la luz que se extiende a lo ancho de la caverna, y unos hombres que están desde su niñez encadenados de pies al cuello y de modo que les es imposible hacer toda clase de movimiento, y solo pudiendo mirar hacia adelante”[9]. Mirar hacia adelante pudiera significar aquí, así diciéndolo sin menoscabo, saber lo que se quiere mirar, (elección libre), pero no es así ni para aquellos hombres ni para aquel que diga lo contrario. Mirar solo hacia adelante significa no tener otra perspectiva, en resumen, ser un especialista, ¿y qué es un especialista? Una persona que solo sabe mucho de una sola cosa, o sea no sabe nada.

 

Las sombras que aquellos hombres ven en calidad de encadenados son las brumas de la ignorancia, de la fe, de la creencia por creer, del vulgar opinar por opinar sin que ésta tenga por añadidura un mínimo fundamento, una idea propia. “La alegoría de la caverna sigue esa línea ascendente e imaginaria, la educación de los filósofos (nosotros diríamos educandos), como elevación que parte de lo oscuro aprisionando las sombras visibles del mundo empírico, llega a la visión de los objetos que hacen sombra, después a la contemplación clara de las ideas (el haber aprendido algo en la escuela), y, por fin, a la percepción de la idea del Bien, que a todo ilumina como el sol”[10]. Platón es el pedagogo a usanza del Hércules que al ver a Prometeo encadenado por haber robado el fuego de los dioses y concedido a los humanos, (el fuego es el conocimiento), es castigado y obligado a ser destripado cada día, hasta que llega Hércules y rompe las cadenas.  

 

Al inicio nos hicimos una pregunta, ¿Cuál es la relación entre Platón y la pedagogía? Y después nos dispusimos a reflexionar analíticamente por medio de la estrategia didáctica, responder a esa interrogante. La relación que existe entre Platón y la pedagogía, es la que se formula como “el conocimiento” relación significa llevar algo de nuevo otra vez, ¿qué se lleva una y otra vez? El conocimiento, el saber, el aprendizaje.


 Entendido de otra forma, relación aquí es, en analogía lo que en geometría es  diámetro multiplicado por π, igual a longitud de circunferencia. Y termino citando lo que se dicen en un diálogo del capítulo V; “¿Deberemos llamar filósofos solo a aquellos que se aplican a la contemplación de la esencia de las cosas?”. Y yo lo reformularía: ¿Deberemos llamar pedagogos solo a aquellos que dan clases? 


Antonio Pérez-Paredes

Profesor de Primaria y Universidad



[1] Platón y Aristóteles, Natorp, Paul & Brentano, Franz, Revista de occidente, Madrid, 1925.  

[2] Platón, Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 1, Madrid, 1871.

[3] Para una mayor comprensión sugiero leer mi artículo sobre la posible inexistencia de Homero: https://pagina23cancun.blogspot.com/2020/05/existio-homero-realmente.html

[4] Obras completas, XXI.

[5] Se llamó así en honor al dios Academos.

[6] Natorp, pág. 12

[7] Böhm, Winfried, Historia de la pedagogía, De Platón a la actualidad, Eduvim, 2010, Argentina.

[8] Böhm.

[9] Platón, República, Editorial Iberia, Barcelona, 1959, pág. 186.

[10] Böhm.


jueves, 11 de junio de 2020

Heidegger de camino al rectorado

Friburgo nombra nuevo Führer de los universitarios 

Por Antonio Pérez-Paredes

El rector Heidegger caminando con el cuerpo universitario (Archivo de Badische Zeintung)

 

“El campesino que solía fumar su pipa junto a Heidegger es menos fascinante que él, dado que él, Heidegger, habita la historia, la indescifrable (a veces irritantemente incomprensible) participación de un gran filósofo en un movimiento grandiosamente perverso”

José Pablo Feinmann, La filosofía y el barro de la historia

 

Un filósofo, para ese entonces muy conocido

 

Imaginemos una Alemania alterada por los cambios drásticos tanto de la vida política, que repercutían directamente en la cosa pública, como el incesante miedo por otra posible guerra. Sumido en este ambiente Herr Martin Heidegger es ya, para 1927, fecha de la publicación de Ser y Tiempo en Jahrbuch für Philosophie und phänomenologische Forschung[1], en Halle, un insigne filósofo internacionalmente conocido y muy popular en su tierra natal. Entre los pasillos universitarios así como en reuniones intelectuales y de artistas el nombre de un extraño filósofo que dice cosas extrañas y oscuras es ya común en Messkirch.


El libro de Heidegger no pasa desapercibido, es recibido con elogios y severas críticas, lo tildan como “texto de galimatías” e incluso llegarán a decir que si bien el nombre de un –tal Martín Heidegger resuena mucho, tal parece que ni sus propios aduladores entienden de lo que escribe y habla–, pero eso no frenó el interés profundísimo en sus alumnos y en todo aquel que se servía de un contacto con el profesor de la selva negra. Gracias al éxito y a su fama; Pasa a ocupar la cátedra ordinaria de Filosofía en Marburgo[2] y no tardaría mucho, pues tan solo un año después; El 26 de febrero de 1928, Heidegger informó al ministro de Educación, en Berlín, que el Ministerio del país de Bade le había ofrecido retomar la cátedra dejada vacante en Friburgo por la partida de Husserl[3]. En 1929 pronuncia ¿Qué es metafísica?, publicada el mismo año, y escribe “De la esencia del fundamento” que se incluye en el volumen homenaje con motivo del septuagésimo aniversario de su maestro Edmund Husserl.


 

La primavera, Friburgo, primer llamado.

 

Para la primavera de 1930 el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán es el segundo partido más votado.  


Por lo pronto, ya es muy citado el nombre de Heidegger para ocupar la cátedra de filosofía, más importante en Berlín, vacante tras la muerte de Troelsch. Los encargados de dichos trámites encabezados por el doctor Carl Heinrich Becker, un filólogo y especialista en estudios orientales, fundador de la revista Der Islam y ministro  prusiano de cultura había favorecido a Ernst Cassier[4] con quien Heidegger había sostenido un debate en torno a Kant en 1929. El rechazo a que Heidegger ocupara el puesto se debía principalmente a la razón mencionada anteriormente, aunque se aceptaba su gran popularidad, se temía que no estuviera preparado, acuñado por la “crisis” que pasaba su autor ya que para el 28 de marzo de 1930, el segundo tomo de Ser y Tiempo no había visto la luz y parecía que jamás iba hacerlo.


El mismo año pero ahora en abril, los cambios burocráticos remueven de su cargo al detractor Becker y pierde su puesto. El ahora nuevo ministro prusiano de cultura un político socialdemócrata de nombre Adolf Berthold Ludwig Grimme negó la lista de candidatos dejada por Becker en el Ministerio y llamó la entrada de Heidegger, de quien había escuchado hablar ya que también había sido alumno de Edmund Husserl y un religioso Tillichiano. De esta invitación, el rechazo fue contundente por parte de Heidegger. A pesar de llegar a negociaciones como vivir lejos del tráfico ruidoso de la ciudad si llegara a aceptar el puesto y de saberse ‘no deseado’ por la facultad, pide consejos a Karl Jasper, a su llegada a Heidelberg. Con respeto y profundo advenimiento filosófico le extiende a Grimme las siguientes palabras:

“Hoy, cuando he llegado precisamente al comienzo de un trabajo seguro, no me siento preparado en la medida suficiente para cumplir los requisitos de la cátedra de Berlín que yo me exijo a mí mismo, y que cualquier otro exigiría de mí”[5].


La modestia de filósofo al rechazar el cargó pareció favorecerle en sumo grado, para ese entonces su prestigio como pensador había trascendido la esfera filosófica germana y el rechazo a tan ínclita universidad hacía diluir tinta en los diarios más importantes. Ya en Julio de 1930 durante la liberación de los territorios ocupados por los franceses Martín Heidegger leyó en un evento de la ciudad de Karlsruhe su conferencia De la esencia de la verdad que verá su publicación hasta 1943 en Francfort y donde también compartiría pódium con un antisemita de nombre Otto zur Nedden autor de El judío de Malta. Durante dicho evento Franz Joseph Philipp amenizaría el momento con un concierto y que tan solo tres años después se afiliaría al NSDAP y que, será el autor del Himno patriótico alemán a la gloria del trabajo, interpretado en la primera Fiesta del Trabajo nacionalsocialista, el 1 de mayo de 1933, en el curso de la cual Hitler pronunció un discurso célebre[6]

Notamos que Heidegger y su posición en el mundo académico provoca múltiples opiniones y  elogios varios, era normal que colegas se opusieran, Víctor Farías describe así ese rechazo: “Imaginamos que «el rey sin corona del imperio del pensamiento» no podía sino suscitar celos e inquietud entre sus colegas de más edad. Pero este fenómeno, ciertamente extendido en el medio de los filósofos de la época, dice también algo acerca de la forma en que el propio Heidegger debía percibirse a sí mismo”. 

 

 

Sabio caudillo y guardián de la filosofía

 

 

Los cuadernos negros comienzan a escribirse en manuscrito para 1931 y continuaran largamente durante su vida como un ejercicio íntimo entre el escritor y su pluma.


Durante el invierno de 1931-1932 Martín Heidegger imparte los que a mi parecer son la única muestra puramente de un intento entre filosofía platónica y pedagogía. Las lecciones sobre la caverna de Platón ofrecen un panorama amplio y riguroso para afirmar que las circunstancias que lo llevaron a rechazar el primer ofrecimiento a Berlín lo colocaban a la cabeza como un competidor de primer rango frente a otros egregios profesores.


A lo largo del semestre que abarca del 31-32 las conferencias “Platons Lehre von der Wahrheit” La doctrina de Platón acerca de la verdad, lección que se publicó hasta 1940 ya tallereada y que se ofrece para un público conocedor. No confundir con la que dictó en 1930 “De la esencia de la verdad”. La doctrina de Platón acerca de la verdad da pie a una “sociología del saber” (Heidegger es influenciado por los cursos de Sociología de Max Weber en 1919) tal doctrina platónica supone un des-ocultamiento tal como lo explica Abalo Cea y Villarroel al traducir el texto del alemán: “La doctrina de Platón acerca de la verdad” intenta mostrarnos, qué, y cómo, el cambio de la esencia de la verdad es el acontecimiento fundamental que desde lejos determina toda nuestra historia presente[7].


Para Heidegger es menester volver a las filosofías del pasado, para él, el pasado es sin duda alguna el mundo griego, como señaló Safranski en la biografía voluminosa sobre Herr Heidegger, corría el riesgo de perderse en otro tiempo. Sobre la base de esta idea, es profuso admitir que el filósofo vive constantemente anhelando ese glorioso pasado de la filosofía griega y que al suministrar lupa crítica a su tiempo no logra identificar un modelo de pensamiento que pueda desligarse del tiempo que comúnmente llamará “tecno-capitalismo”.


Ya desde sus años de estudiante se entregó en cuerpo y alma al estudio del mundo clásico griego, del que dedicó horas de estudio mientras disfrutaba de una beca en estudios teológicos. Llegará a decir a Elizabeth Blochmann que cuanto más llegaba a su propio trabajo, más se sentía lanzado al gran comienzo de los griegos. La pasión lo hace desbordarse, se ve insignificante ante el gran precipicio que significan los griegos, entrará por primera vez en una depresión filosófica alterado por la contraposición de la realidad estudiada con la realidad vivida de su tiempo. El mismo Heidegger ahora se percibe como un encadenado de la caverna, vacilante y oscurecido le dice a Jasper, la filosofía tiene el oficio del «sabio caudillo y guardián» en el «auténtico mundo público»[8]. Para analizar la razón de un posible “acercamiento” a las ideas políticas, hay que reconocer que en Platons Lehre von der Wahrheit, Heidegger ya prevé que el ser humano está transformándose. 

 

Nacionalsocialismo y nochevieja

 

Heidegger afianza opiniones políticas con el NSDAP, para 1931-32 en Berlín construyen el primer microscopio electrónico.

 

Finalizados los cursos sobre Platons Lehre von der Wahrheit en donde Heidegger dilucida con enorme rigor la esencia de la polis descrita en el capítulo VII de la República, y donde al inicio señala que; La “doctrina” de un pensador, es, por el contrario, lo in–expresado en sus expresiones; y lo in–expresado se ofrece al Hombre, precisamente para que, en gracia de ello, use y gaste su ser[9] recibe en su cabaña de Todtnauberg a su alumno el filósofo y religioso Hermann Mörchen quien pasa con él largas horas charlando en medio de lo brumoso y oscuro de la selva invernal, los diálogos giran en torno a la política en lugar que de la filosofía, Mörchen admite que su antiguo profesor no sabe mucho de ideas políticas, pero que se ve animado por el nuevo partido que crece como la espuma, y que promete sacar del rezago y la hambruna a la patria de Hölderling. Señalará además en su diario que «Allí se duerme largamente; por la noche, a las ocho y media es ya la “hora en la cabaña”…[10]» Hermann junto con otro ex alumno de Heidegger, Max Müller admitirán su sorpresa ante la aproximación de su profesor al nacionalsocialismo, justificando la ignorancia de éste sobre política.

 

La actividad práctica de Heidegger como profesor, interrumpida por lo oscuro de su pensamiento y su filosofía tachada de incomprensible  e inservible o inútil para la vida cotidiana, se resumirá en su misiva pronunciada en efecto de las lecciones sobre Platón al afirmar que ya no se trata de hablar, se trata de esperar para actuar. El Heidegger de Platons Lehre von der Wahrheit es un hombre que al percatarse de los problemas de su país y el auge enorme de Hitler, (quien nació el mismo año que él), le hacían pensar que en dicho sujeto podía caber algo de ese espíritu arrasador que desmantelara el velo de la modernidad y recubriera de nuevo con donaire filosófico el devenir histórico de la tierra del Rin.

 

Era tan mediocres y sosas las propuestas de los otros partidos que muchos creyeron ver en Hitler, una muralla protectora frente a la ola roja que asolaba Europa proveniente desde las estepas rusas. Ello es señalado por Mörchen en su diario cuando afirmó que Heidegger esperaba que el partido se opusiera eficazmente al comunismo. Rüdiger  lo retrata así: “Lo que sucedió con la conquista del poder por parte de los nacionalsocialistas significaba para Heidegger una revolución; era mucho más que política, era un nuevo acto en la historia del ser, un cambio de época”[11].

 

Heidegger pasará nochevieja en su cabaña, como esperando el nacimiento de un nuevo comienzo.

 

 

El incendio, el hechizo y  Friburgo

 

 

Un gramófono dejaba oír música sinfónica. Hitler, feliz, con los ojos semicerrados, pasaba una agradable velada. (Es febrero 27 de 1933)

Casi al mismo tiempo en el “Herrenklub” y en casa de Goebbels, la noticia estalló.

-¡El Reichstag está ardiendo[12]!


 

La atmosfera puede describirse como una Alemania envuelta en un halo de misterioso hechizo nacionalsocialista. Durante varias ocasiones tuve el honor de dictar conferencias sobre “El holocausto” en Cancún, para la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, y debo reconocer que después de varias ponencias en distintas Universidades llegué a la conclusión que expresó Sebastian Haffner al afirmar que es imposible reproducir el sentimiento  que constituyó la base del poder y ascenso de Adolf Hitler Pölzl.

 

La conexión entre el pueblo y el partido representado por Hitler, se puede esclarecer por el contexto a la que el tratado de Versalles había sumido en la miseria y el hambre a más de siete millones de parados, sobre esto Heidegger dice en una carta a Hans-Peter Hempel, Al principio de los años treinta, las diferencias sociales en nuestro pueblo se habían hecho insoportables…la confusión por causa de estas circunstancias que las generaciones actuales ya no puede imaginarse. Lo que Heidegger utiliza como recodo no es más que la visión de un hombre que padeció y presenció los estragos causados en la población más vulnerable dado que el partido ya controlaba los sectores más importantes de Berlín y de distintas Universidades como la de: Francfort, Heidelberg, Breslau, Gotinga, Friburgo, Hamburgo y Colonia.

 

No solamente Heidegger se equivocó a nivel académico, no había un reflector que pudiera alumbrar la verdad detrás los maquiavélicos planes del nazismo. Posterior al discurso de Paz de Hitler el Times describió al canciller como un hombre a favor de la unión alemana. Recuerdo también en una de mis ponencias, en la que asistía un representante de la Comunidad Judía de Cancún, dije; -que los líderes semitas más poderosos sabían desde el primer momento el peligro que significaba la venida al poder de Hitler, y se silenciaron-.El mismo Felix Jacoby según relata Safranski, inició una lección que versaría sobre Horacio y finalizó comparando el grandioso imperio de Augusto con Hitler.

 

Si bien, Herr Heidegger vivió en carne propia lo que él consideraba una intelectualidad caduca y muerta, ese sentir pudo haberse enraizado en él y echar raíces para contra sus adversarios de años anteriores. Como si ante la creciente alborada nazi se profetizara la oportunidad para él de vengarse al tener contacto con el líder de las Sturmabteilung, el homosexual y amigo íntimo de Hitler, Ernst Julius Günther Röhm. Esto puede confirmarse con la actitud que describe Jasper en su última visita a Heidegger en la que lo describe como un hombre al que poco ya reconoce, y que estaba poseído por el delirio de las masas hitlerianas.

 

Para Martin Heidegger la efervescencia del Führer desocultaba la hora de la verdad, de su aletheia, Karl Jasper después de visitarlo y constatar la transformación de su amigo narrará que el mismo Heidegger opinaba, «que era un abuso el hecho de que hubiera tantos profesores de filosofía, y que en Alemania sólo debían de quedar dos o tres». Cuando Jasper preguntó: «¿Cuáles?», Heidegger calló con elocuente silencio[13]. En Friburgo el partido organizó una manifestación contra el marxismo en la plaza de la catedral así como, El conjunto de las organizaciones políticas y sindicales de Friburgo fueron «metidas en vereda» (Gleichschaltung) mucho antes que el resto del Reich[14].

 

El 5 de marzo de 1933 Hitler es ya un político extraordinariamente popular, logra ser canciller avasallando a sus opositores con el triunfo del NSDAP con cerca de 17, 227, 180 votos.

 

 

Las preciosas manos de Hitler

 

Es 1933 y Adolf Hitler es nombrado canciller de Alemania. Hannah Arendt emigra a París.


La revolución de 1933 significó para Heidegger la salida de la caverna del individuo  y anunciaba con esa ruptura colectiva, la incorporación a un nuevo orden donde tanto el ser-ahí y las masas anunciaban su entrada al instante histórico del Ser. Para los meses de ese mismo año, Jasper visita a su amigo  y recupera de él la frase «hay que adherirse». Este adherirse comienza en marzo de 1933 con la entrada de Heidegger en la Kulturpolitische Arbeitsgemeinscheft Deutscher Hochschullehrer (Comunidad de Trabajo Político-cultural de profesores de la Universidad Alemana)[15] dicha sección fue promovida por el educador Ernst Krieck un agitador a favor del nazismo.


Para mayo Jasper vuelve a visitar a Heidegger solo para comprobar que está dominado por completo por un moho nacionalsocialista, al cuestionarle, ¿cómo puede Alemania ser gobernada por un hombre de tan escasa formación como Hitler? Heidegger responderá que eso no es importante, que mejor mirará las preciosas manos del Führer. A los estudiantes unos meses después les exclamará que Hitler mismo es el presente y el futuro de la realidad alemana.


Es obvio que para este punto, el filósofo no solo ve en Hitler un nuevo líder, ve en él el restaurador de la ya fallecida República de Weimar, Heidegger está electrizado por la conquista hitleriana del poder y quiere actuar, aunque todavía no sabe con precisión qué es lo que debe hacer[16]. Quien sí sabía cómo debía actuar era Hitler, que apenas obtuvo el control absoluto inició una limpieza en todos los departamentos en los que su mano “preciosa” otorgaba licencia o castigo, el pulgar arriba o abajo.


En abril Heidegger contacta con Krieck para que su colega Alfred Baeumler ingresara a su grupo de profesores político-culturales, la petición es negada. Pero Baeumler sube rápidamente y es distinguido como adiestrador de los estudiantes y para ello funda el Instituto de Pedagogía Política, Alfred era conocido principalmente por proclamar que era más importante el hombre político que el erudito. El pedagogo Spranger se escandaliza y vocifera alertando el peligro que corren las ciencias en manos de un enemigo de las ciencias y los judíos. Wolfgang Aly, miembro también de ese grupo será uno de los principales aduladores y heraldo de Heidegger al tratar de convencer en una carta dirigida al Ministerio de cultura y donde califica a Heidegger como un hombre de confianza para la Universidad y el partido.


 

Heidegger es nombrado rector


 

El 15 de abril de 1933 estaba prevista la toma de posesión como rector de la Universidad de Friburgo el anatomista y socialdemócrata Wilhelm von Möllendorff, empero, éste sabía que no duraría mucho, -de hecho fueron unos días-, por lo que decidido a que su puesto fuera ocupado por alguien no perteneciente al partido y sí vinculado a la academia lo sucediera en la dirección visitó varias veces a Herr Heidegger en su cabaña y le hizo saber su deseo. Para el 18 del mismo mes Möllendorff presidía su primera sesión en el senado de la universidad y solo al día siguiente en la prensa se le sugería al rector abdicar para no ser un estorbo en los planes que se tenían para la universidad casi a la par que el filólogo Wolfgang Schadewaldt exigía su retiro de la curul.


En una de esas visitas, de noche, von Möllendorff le dijo a Heidegger según Elfride, que era el momento que él ocupara el cargo de rector. Ese episodio puede tomarse como un sentimiento compartido entre todos los profesores de Friburgo que temían por sus trabajos si el partido decidiera colocar en el rectorado a un hombre ajeno a ella, y peor, un nazi. Creyeron que Heidegger, el filósofo autor de Sein und Zeit llevaría por buen sendero a la prominente Üniversitat. Mientras eso ocurría Husserl era despedido de su cargo el 14 de abril, suceso en el Heidegger no tuvo nada que ver, pero del que tampoco mostró signos de apoyo, únicamente ordenó enviarle flores a través de su esposa Elfride. Husserl se sintió ofendido.


Al término de la última sesión dirigida por  Möllendorff, en el senado el 20 de abril, dimitió y propuso a Martin Heidegger como nuevo rector de la Universidad de Friburgo, La atribución del cargo de rector de la Universidad de Friburgo a Martin Heidegger constituyó un acontecimiento de alcance nacional e internacional, y un apoyo muy poderoso al régimen vigente, habida cuenta del gran prestigio del que gozaba el filósofo[17]. Durante la asamblea de la elección, los profesores judíos ya habían sido excluidos, a pesar de ello hubo votos en contra de Heidegger. Por casi unanimidad fue elegido nuevo Rector de la Universidad y Führer de los estudiantes. Para el primero de mayo se afilia al NSDAP con número de matrícula 3125894. 

Mucho antes que fuese nombrado ya existían campos de concentración en Friburgo.


Ya nombrado como Rector Herr Heidegger podrá “elegir” a sus miembros de la Universidad: como canciller, Julius Wilser, quien escribía en la revista Geopolitik, editada por el geopolítico Karl Haushofer que había sido maestro de Rudolf Walter Richard Heß el Stellvertreter des Führer de Hitler. A él se suman: Wolfgang Schadewaldt, Nikolaus Hilling, Erich Wolf, Edouard Rehn, Georg Stieler, Wilhelm Felgenträger, Otto Risse, Hans Mortensen, entre otros, casi todos afiliados al partido. Para el 23 de mayo los preparativos para la toma de posesión sobresaltan a los encargados que organizan la ceremonia.


De los primeros actos públicos como Rektor de Heidegger se encuentra su discurso-homenaje a Albert Leo Schlageter un mártir de la primera guerra mundial que murió fusilado y cuyo cadáver robado por Viktor Lutze fiel compañero en los primeros años de militancia de Hitler, mantuvo en secreto, y que a partir de ese momento se consagró Schlageter como un ícono de Bade y de toda Alemania.


Heidegger se sentía enlazado al mártir de «la causa nacional» ya que ambos habían sido alumnos de la Casa de Conrado de Constanza. Invitado a invocar un panegírico para Leo Schlageter, Heidegger leyó su breve discurso bajo el pórtico de la entrada principal de la universidad. Definitivamente alejado de la Iglesia, ignoró completamente las motivaciones religiosas que orientaron la vida y la lucha de Schlageter, y convirtió al joven héroe en un hombre laico[18] durante el décimo aniversario luctuoso.

 

 

 

El discurso del Rectorado «La autoafirmación de la Universidad alemana»


 

Un día después al homenaje a Leo Schlageter Martin Heidegger ya siendo Führer universitario pronuncia su famoso discurso Die Selbstbehauptung der deutschen Üniversitat que muchos macularán vilmente, en palabras de Ferrater Mora, Heidegger; Inauguró su rectorado con un discurso titulado La autoafirmación –si se quiere, también autodefensa (selbstbehauptung)- de la Universidad alemana[19]. El célebre discurso es pronunciado en un contexto protagonizado casi por completo por el nuevo caudillaje y los universitarios revolucionarios, tanto pertenecientes a la SS como a las SA y las juventudes hitlerianas. Para esta fecha Röhm todavía continúa con vida.


La ceremonia es enaltecida con banderas pardas y revestida con la hakenkreuz metálica. Al acto solemne asistieron personalidades del ámbito universitario, religioso y político; dos rectores lo acompañaron, el de Heidelberg y el de Karlsruhe, así como distintos representantes del Reich y Konrad Gröber arzobispo de Friburgo. El ritual fue pomposo, se acompañó con la obertura Gaudeamus igitur de Brahms, el Canto de los alemanes, el Himno al mártir nacionalsocialista Horst Wessel, y por último la Huldigungsmarsch de Richard Wagner[20]. Safranski lo narra así; Entre los profesores se difundió un disgusto. En una circular Heidegger añadió que la explicación de que la «elevación de la mano derecha» no expresaría la unión con el Partido, sino la unión con el alzamiento nacional. Los que no pudieron asistir tuvieron la oportunidad de oírlo por la radio.


En el estudio preliminar Ramón Rodríguez enfatiza que, El discurso del rectorado merece una consideración especial porque manifiestamente Heidegger quiso reflejar en él el contenido esencial de lo que le llevó a participar activamente en la política educativa del nazismo[21]. Los ojos del mundo entero se fijan sobre Friburgo y especial sobre el nuevo Rektor Herr Martin Heidegger, la figura filosófica más prominente y respetada en ese entonces. Su discurso es una elevación del folkgeist. ¿Qué representa en la carrera de Hiedegger el discurso rectoral? ¿Lo demerita como filósofo? ¿Lo encumbra como rector del nazismo y pedagogo de la teleología nazi?


Hermann Heidegger en el prefacio a la edición de 1983 del Discurso escribe: Sobre el contenido de este discurso se han propagado muchas falsedades e inexactitudes. Incluso profesores universitarios han citado, después de 1945 y hasta épocas recientes, supuestas frases del discurso rectoral de Martin Heidegger que no se encuentran en él. Las palabras «nacionalsocialismo» y «nacionalsocialista» no aparecen en este discurso; «el führer», el «canciller del Reich» o «Hitler» no son nombrados.


El discurso comienza casi persuadiendo al oidor, al confirmar que su aceptación como rector es un compromiso no solamente con los estudiantes y profesores, también lo es para el pueblo alemán pues es un dirigir espiritual. La universidad no puede afirmarse sola, requiere de una serie de agentes que la muevan, Para nosotros, la Universidad alemana es la escuela superior que, desde la ciencia y mediante la ciencia, acoge, para su educación y disciplina, a los dirigentes y guardianes del destino del pueblo alemán, y no presto ni perezoso hace regresar la noción de paideia homérica en su lectura frente a los estudiantes y miembros del senado, (Karl Jasper mira de pie en una esquina alejada), y pronuncia la frase que resume en pocas palabras la necesidad urgentísima de retornar al saber débil; “ El inicio es aún”.


Prosigue con el desarrollo que debe adueñarse de la universidad en sus tres vinculaciones: la primera obliga que todo ciudadano preste servicio del trabajo, la segunda que profese servicio a las armas y la tercera y última que el estudiantado preste servicio al saber. Esto puede hallarse igual en Nietzsche cuando explica por qué se requieren educadores; se ha de aprender a hablar, a pensar y a leer y escribir.  


Y finalmente termina con la ya conocidísima frase de cierre, Pero el esplendor y la grandeza de esta puesta en marcha (Aufbruch) sólo los comprenderemos plenamente cuando hagamos nuestra la grande y profunda reflexión con la que la vieja sabiduría griega pudo decir.

«Todo lo grande está en medio de la tempestad»

(Platón, República, 497 d,9)

 

Por Antonio Pérez-Paredes

Profesor de Primaria y Universidad.



[1] El anuario de Husserl.

[2] Trawny, Peter, Martin Heidegger, Una introducción crítica, Editorial Herder, 2017, pág. 127

[3] Farías, Victor, Heidegger y el Nazismo, Muchnik Editores.1ªedicion 1989, pág. 73

[4] Safranski, Rüdiger, Un maestro de Alemania, Martin Heidegger y su tiempo, una biografía, Tusquets Editores, 2010, pág. 251.

[5] Safranski, pág. 252

[6] Farías, pág. 75

[7] Heidegger, Martin, La doctrina de Platón acerca de la verdad, indicación preliminar, Universidad de Chile, traducido por Francisco Abalo Cea y Pablo Sandoval Villarroel, 2000. Departamento de filosofía.

[8] Safrasnki, pág. 257

[9] Heidegger, Martin, Doctrina de la verdad según Platón, Caracas, Venezuela, traducido por Juan David García Bacca, Editorial Universitaria, 1953.

[10] Safranski, pág. 270

[11] Safranski, pág. 272

[12] Von Vereiter, Karl, Historia de la II guerra mundial, Ediciones Petronio, 1991, México, pág. 27

[13] Safranski, pág. 275

[14] Farías, pág. 93

[15] Safranski, pág. 279

[16] Safranski, pág. 282.

[17] Farías, pág. 94

[18] Farías, pág. 98

[19] Ferrater Mora, José, La ingenuidad política, opinión en El país, 27 de octubre de 1985.  https://elpais.com/diario/1985/10/28/opinion/499302008_850215.html

[20] Farías, pág. 103

[21] Heidegger, Martin, La autoafirmación de la universidad alemana, Editorial Tecnos, 1983, Madrid, España.