jueves, 11 de junio de 2020

Heidegger de camino al rectorado

Friburgo nombra nuevo Führer de los universitarios 

Por Antonio Pérez-Paredes

El rector Heidegger caminando con el cuerpo universitario (Archivo de Badische Zeintung)

 

“El campesino que solía fumar su pipa junto a Heidegger es menos fascinante que él, dado que él, Heidegger, habita la historia, la indescifrable (a veces irritantemente incomprensible) participación de un gran filósofo en un movimiento grandiosamente perverso”

José Pablo Feinmann, La filosofía y el barro de la historia

 

Un filósofo, para ese entonces muy conocido

 

Imaginemos una Alemania alterada por los cambios drásticos tanto de la vida política, que repercutían directamente en la cosa pública, como el incesante miedo por otra posible guerra. Sumido en este ambiente Herr Martin Heidegger es ya, para 1927, fecha de la publicación de Ser y Tiempo en Jahrbuch für Philosophie und phänomenologische Forschung[1], en Halle, un insigne filósofo internacionalmente conocido y muy popular en su tierra natal. Entre los pasillos universitarios así como en reuniones intelectuales y de artistas el nombre de un extraño filósofo que dice cosas extrañas y oscuras es ya común en Messkirch.


El libro de Heidegger no pasa desapercibido, es recibido con elogios y severas críticas, lo tildan como “texto de galimatías” e incluso llegarán a decir que si bien el nombre de un –tal Martín Heidegger resuena mucho, tal parece que ni sus propios aduladores entienden de lo que escribe y habla–, pero eso no frenó el interés profundísimo en sus alumnos y en todo aquel que se servía de un contacto con el profesor de la selva negra. Gracias al éxito y a su fama; Pasa a ocupar la cátedra ordinaria de Filosofía en Marburgo[2] y no tardaría mucho, pues tan solo un año después; El 26 de febrero de 1928, Heidegger informó al ministro de Educación, en Berlín, que el Ministerio del país de Bade le había ofrecido retomar la cátedra dejada vacante en Friburgo por la partida de Husserl[3]. En 1929 pronuncia ¿Qué es metafísica?, publicada el mismo año, y escribe “De la esencia del fundamento” que se incluye en el volumen homenaje con motivo del septuagésimo aniversario de su maestro Edmund Husserl.


 

La primavera, Friburgo, primer llamado.

 

Para la primavera de 1930 el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán es el segundo partido más votado.  


Por lo pronto, ya es muy citado el nombre de Heidegger para ocupar la cátedra de filosofía, más importante en Berlín, vacante tras la muerte de Troelsch. Los encargados de dichos trámites encabezados por el doctor Carl Heinrich Becker, un filólogo y especialista en estudios orientales, fundador de la revista Der Islam y ministro  prusiano de cultura había favorecido a Ernst Cassier[4] con quien Heidegger había sostenido un debate en torno a Kant en 1929. El rechazo a que Heidegger ocupara el puesto se debía principalmente a la razón mencionada anteriormente, aunque se aceptaba su gran popularidad, se temía que no estuviera preparado, acuñado por la “crisis” que pasaba su autor ya que para el 28 de marzo de 1930, el segundo tomo de Ser y Tiempo no había visto la luz y parecía que jamás iba hacerlo.


El mismo año pero ahora en abril, los cambios burocráticos remueven de su cargo al detractor Becker y pierde su puesto. El ahora nuevo ministro prusiano de cultura un político socialdemócrata de nombre Adolf Berthold Ludwig Grimme negó la lista de candidatos dejada por Becker en el Ministerio y llamó la entrada de Heidegger, de quien había escuchado hablar ya que también había sido alumno de Edmund Husserl y un religioso Tillichiano. De esta invitación, el rechazo fue contundente por parte de Heidegger. A pesar de llegar a negociaciones como vivir lejos del tráfico ruidoso de la ciudad si llegara a aceptar el puesto y de saberse ‘no deseado’ por la facultad, pide consejos a Karl Jasper, a su llegada a Heidelberg. Con respeto y profundo advenimiento filosófico le extiende a Grimme las siguientes palabras:

“Hoy, cuando he llegado precisamente al comienzo de un trabajo seguro, no me siento preparado en la medida suficiente para cumplir los requisitos de la cátedra de Berlín que yo me exijo a mí mismo, y que cualquier otro exigiría de mí”[5].


La modestia de filósofo al rechazar el cargó pareció favorecerle en sumo grado, para ese entonces su prestigio como pensador había trascendido la esfera filosófica germana y el rechazo a tan ínclita universidad hacía diluir tinta en los diarios más importantes. Ya en Julio de 1930 durante la liberación de los territorios ocupados por los franceses Martín Heidegger leyó en un evento de la ciudad de Karlsruhe su conferencia De la esencia de la verdad que verá su publicación hasta 1943 en Francfort y donde también compartiría pódium con un antisemita de nombre Otto zur Nedden autor de El judío de Malta. Durante dicho evento Franz Joseph Philipp amenizaría el momento con un concierto y que tan solo tres años después se afiliaría al NSDAP y que, será el autor del Himno patriótico alemán a la gloria del trabajo, interpretado en la primera Fiesta del Trabajo nacionalsocialista, el 1 de mayo de 1933, en el curso de la cual Hitler pronunció un discurso célebre[6]

Notamos que Heidegger y su posición en el mundo académico provoca múltiples opiniones y  elogios varios, era normal que colegas se opusieran, Víctor Farías describe así ese rechazo: “Imaginamos que «el rey sin corona del imperio del pensamiento» no podía sino suscitar celos e inquietud entre sus colegas de más edad. Pero este fenómeno, ciertamente extendido en el medio de los filósofos de la época, dice también algo acerca de la forma en que el propio Heidegger debía percibirse a sí mismo”. 

 

 

Sabio caudillo y guardián de la filosofía

 

 

Los cuadernos negros comienzan a escribirse en manuscrito para 1931 y continuaran largamente durante su vida como un ejercicio íntimo entre el escritor y su pluma.


Durante el invierno de 1931-1932 Martín Heidegger imparte los que a mi parecer son la única muestra puramente de un intento entre filosofía platónica y pedagogía. Las lecciones sobre la caverna de Platón ofrecen un panorama amplio y riguroso para afirmar que las circunstancias que lo llevaron a rechazar el primer ofrecimiento a Berlín lo colocaban a la cabeza como un competidor de primer rango frente a otros egregios profesores.


A lo largo del semestre que abarca del 31-32 las conferencias “Platons Lehre von der Wahrheit” La doctrina de Platón acerca de la verdad, lección que se publicó hasta 1940 ya tallereada y que se ofrece para un público conocedor. No confundir con la que dictó en 1930 “De la esencia de la verdad”. La doctrina de Platón acerca de la verdad da pie a una “sociología del saber” (Heidegger es influenciado por los cursos de Sociología de Max Weber en 1919) tal doctrina platónica supone un des-ocultamiento tal como lo explica Abalo Cea y Villarroel al traducir el texto del alemán: “La doctrina de Platón acerca de la verdad” intenta mostrarnos, qué, y cómo, el cambio de la esencia de la verdad es el acontecimiento fundamental que desde lejos determina toda nuestra historia presente[7].


Para Heidegger es menester volver a las filosofías del pasado, para él, el pasado es sin duda alguna el mundo griego, como señaló Safranski en la biografía voluminosa sobre Herr Heidegger, corría el riesgo de perderse en otro tiempo. Sobre la base de esta idea, es profuso admitir que el filósofo vive constantemente anhelando ese glorioso pasado de la filosofía griega y que al suministrar lupa crítica a su tiempo no logra identificar un modelo de pensamiento que pueda desligarse del tiempo que comúnmente llamará “tecno-capitalismo”.


Ya desde sus años de estudiante se entregó en cuerpo y alma al estudio del mundo clásico griego, del que dedicó horas de estudio mientras disfrutaba de una beca en estudios teológicos. Llegará a decir a Elizabeth Blochmann que cuanto más llegaba a su propio trabajo, más se sentía lanzado al gran comienzo de los griegos. La pasión lo hace desbordarse, se ve insignificante ante el gran precipicio que significan los griegos, entrará por primera vez en una depresión filosófica alterado por la contraposición de la realidad estudiada con la realidad vivida de su tiempo. El mismo Heidegger ahora se percibe como un encadenado de la caverna, vacilante y oscurecido le dice a Jasper, la filosofía tiene el oficio del «sabio caudillo y guardián» en el «auténtico mundo público»[8]. Para analizar la razón de un posible “acercamiento” a las ideas políticas, hay que reconocer que en Platons Lehre von der Wahrheit, Heidegger ya prevé que el ser humano está transformándose. 

 

Nacionalsocialismo y nochevieja

 

Heidegger afianza opiniones políticas con el NSDAP, para 1931-32 en Berlín construyen el primer microscopio electrónico.

 

Finalizados los cursos sobre Platons Lehre von der Wahrheit en donde Heidegger dilucida con enorme rigor la esencia de la polis descrita en el capítulo VII de la República, y donde al inicio señala que; La “doctrina” de un pensador, es, por el contrario, lo in–expresado en sus expresiones; y lo in–expresado se ofrece al Hombre, precisamente para que, en gracia de ello, use y gaste su ser[9] recibe en su cabaña de Todtnauberg a su alumno el filósofo y religioso Hermann Mörchen quien pasa con él largas horas charlando en medio de lo brumoso y oscuro de la selva invernal, los diálogos giran en torno a la política en lugar que de la filosofía, Mörchen admite que su antiguo profesor no sabe mucho de ideas políticas, pero que se ve animado por el nuevo partido que crece como la espuma, y que promete sacar del rezago y la hambruna a la patria de Hölderling. Señalará además en su diario que «Allí se duerme largamente; por la noche, a las ocho y media es ya la “hora en la cabaña”…[10]» Hermann junto con otro ex alumno de Heidegger, Max Müller admitirán su sorpresa ante la aproximación de su profesor al nacionalsocialismo, justificando la ignorancia de éste sobre política.

 

La actividad práctica de Heidegger como profesor, interrumpida por lo oscuro de su pensamiento y su filosofía tachada de incomprensible  e inservible o inútil para la vida cotidiana, se resumirá en su misiva pronunciada en efecto de las lecciones sobre Platón al afirmar que ya no se trata de hablar, se trata de esperar para actuar. El Heidegger de Platons Lehre von der Wahrheit es un hombre que al percatarse de los problemas de su país y el auge enorme de Hitler, (quien nació el mismo año que él), le hacían pensar que en dicho sujeto podía caber algo de ese espíritu arrasador que desmantelara el velo de la modernidad y recubriera de nuevo con donaire filosófico el devenir histórico de la tierra del Rin.

 

Era tan mediocres y sosas las propuestas de los otros partidos que muchos creyeron ver en Hitler, una muralla protectora frente a la ola roja que asolaba Europa proveniente desde las estepas rusas. Ello es señalado por Mörchen en su diario cuando afirmó que Heidegger esperaba que el partido se opusiera eficazmente al comunismo. Rüdiger  lo retrata así: “Lo que sucedió con la conquista del poder por parte de los nacionalsocialistas significaba para Heidegger una revolución; era mucho más que política, era un nuevo acto en la historia del ser, un cambio de época”[11].

 

Heidegger pasará nochevieja en su cabaña, como esperando el nacimiento de un nuevo comienzo.

 

 

El incendio, el hechizo y  Friburgo

 

 

Un gramófono dejaba oír música sinfónica. Hitler, feliz, con los ojos semicerrados, pasaba una agradable velada. (Es febrero 27 de 1933)

Casi al mismo tiempo en el “Herrenklub” y en casa de Goebbels, la noticia estalló.

-¡El Reichstag está ardiendo[12]!


 

La atmosfera puede describirse como una Alemania envuelta en un halo de misterioso hechizo nacionalsocialista. Durante varias ocasiones tuve el honor de dictar conferencias sobre “El holocausto” en Cancún, para la Embajada Mundial de Activistas por la Paz, y debo reconocer que después de varias ponencias en distintas Universidades llegué a la conclusión que expresó Sebastian Haffner al afirmar que es imposible reproducir el sentimiento  que constituyó la base del poder y ascenso de Adolf Hitler Pölzl.

 

La conexión entre el pueblo y el partido representado por Hitler, se puede esclarecer por el contexto a la que el tratado de Versalles había sumido en la miseria y el hambre a más de siete millones de parados, sobre esto Heidegger dice en una carta a Hans-Peter Hempel, Al principio de los años treinta, las diferencias sociales en nuestro pueblo se habían hecho insoportables…la confusión por causa de estas circunstancias que las generaciones actuales ya no puede imaginarse. Lo que Heidegger utiliza como recodo no es más que la visión de un hombre que padeció y presenció los estragos causados en la población más vulnerable dado que el partido ya controlaba los sectores más importantes de Berlín y de distintas Universidades como la de: Francfort, Heidelberg, Breslau, Gotinga, Friburgo, Hamburgo y Colonia.

 

No solamente Heidegger se equivocó a nivel académico, no había un reflector que pudiera alumbrar la verdad detrás los maquiavélicos planes del nazismo. Posterior al discurso de Paz de Hitler el Times describió al canciller como un hombre a favor de la unión alemana. Recuerdo también en una de mis ponencias, en la que asistía un representante de la Comunidad Judía de Cancún, dije; -que los líderes semitas más poderosos sabían desde el primer momento el peligro que significaba la venida al poder de Hitler, y se silenciaron-.El mismo Felix Jacoby según relata Safranski, inició una lección que versaría sobre Horacio y finalizó comparando el grandioso imperio de Augusto con Hitler.

 

Si bien, Herr Heidegger vivió en carne propia lo que él consideraba una intelectualidad caduca y muerta, ese sentir pudo haberse enraizado en él y echar raíces para contra sus adversarios de años anteriores. Como si ante la creciente alborada nazi se profetizara la oportunidad para él de vengarse al tener contacto con el líder de las Sturmabteilung, el homosexual y amigo íntimo de Hitler, Ernst Julius Günther Röhm. Esto puede confirmarse con la actitud que describe Jasper en su última visita a Heidegger en la que lo describe como un hombre al que poco ya reconoce, y que estaba poseído por el delirio de las masas hitlerianas.

 

Para Martin Heidegger la efervescencia del Führer desocultaba la hora de la verdad, de su aletheia, Karl Jasper después de visitarlo y constatar la transformación de su amigo narrará que el mismo Heidegger opinaba, «que era un abuso el hecho de que hubiera tantos profesores de filosofía, y que en Alemania sólo debían de quedar dos o tres». Cuando Jasper preguntó: «¿Cuáles?», Heidegger calló con elocuente silencio[13]. En Friburgo el partido organizó una manifestación contra el marxismo en la plaza de la catedral así como, El conjunto de las organizaciones políticas y sindicales de Friburgo fueron «metidas en vereda» (Gleichschaltung) mucho antes que el resto del Reich[14].

 

El 5 de marzo de 1933 Hitler es ya un político extraordinariamente popular, logra ser canciller avasallando a sus opositores con el triunfo del NSDAP con cerca de 17, 227, 180 votos.

 

 

Las preciosas manos de Hitler

 

Es 1933 y Adolf Hitler es nombrado canciller de Alemania. Hannah Arendt emigra a París.


La revolución de 1933 significó para Heidegger la salida de la caverna del individuo  y anunciaba con esa ruptura colectiva, la incorporación a un nuevo orden donde tanto el ser-ahí y las masas anunciaban su entrada al instante histórico del Ser. Para los meses de ese mismo año, Jasper visita a su amigo  y recupera de él la frase «hay que adherirse». Este adherirse comienza en marzo de 1933 con la entrada de Heidegger en la Kulturpolitische Arbeitsgemeinscheft Deutscher Hochschullehrer (Comunidad de Trabajo Político-cultural de profesores de la Universidad Alemana)[15] dicha sección fue promovida por el educador Ernst Krieck un agitador a favor del nazismo.


Para mayo Jasper vuelve a visitar a Heidegger solo para comprobar que está dominado por completo por un moho nacionalsocialista, al cuestionarle, ¿cómo puede Alemania ser gobernada por un hombre de tan escasa formación como Hitler? Heidegger responderá que eso no es importante, que mejor mirará las preciosas manos del Führer. A los estudiantes unos meses después les exclamará que Hitler mismo es el presente y el futuro de la realidad alemana.


Es obvio que para este punto, el filósofo no solo ve en Hitler un nuevo líder, ve en él el restaurador de la ya fallecida República de Weimar, Heidegger está electrizado por la conquista hitleriana del poder y quiere actuar, aunque todavía no sabe con precisión qué es lo que debe hacer[16]. Quien sí sabía cómo debía actuar era Hitler, que apenas obtuvo el control absoluto inició una limpieza en todos los departamentos en los que su mano “preciosa” otorgaba licencia o castigo, el pulgar arriba o abajo.


En abril Heidegger contacta con Krieck para que su colega Alfred Baeumler ingresara a su grupo de profesores político-culturales, la petición es negada. Pero Baeumler sube rápidamente y es distinguido como adiestrador de los estudiantes y para ello funda el Instituto de Pedagogía Política, Alfred era conocido principalmente por proclamar que era más importante el hombre político que el erudito. El pedagogo Spranger se escandaliza y vocifera alertando el peligro que corren las ciencias en manos de un enemigo de las ciencias y los judíos. Wolfgang Aly, miembro también de ese grupo será uno de los principales aduladores y heraldo de Heidegger al tratar de convencer en una carta dirigida al Ministerio de cultura y donde califica a Heidegger como un hombre de confianza para la Universidad y el partido.


 

Heidegger es nombrado rector


 

El 15 de abril de 1933 estaba prevista la toma de posesión como rector de la Universidad de Friburgo el anatomista y socialdemócrata Wilhelm von Möllendorff, empero, éste sabía que no duraría mucho, -de hecho fueron unos días-, por lo que decidido a que su puesto fuera ocupado por alguien no perteneciente al partido y sí vinculado a la academia lo sucediera en la dirección visitó varias veces a Herr Heidegger en su cabaña y le hizo saber su deseo. Para el 18 del mismo mes Möllendorff presidía su primera sesión en el senado de la universidad y solo al día siguiente en la prensa se le sugería al rector abdicar para no ser un estorbo en los planes que se tenían para la universidad casi a la par que el filólogo Wolfgang Schadewaldt exigía su retiro de la curul.


En una de esas visitas, de noche, von Möllendorff le dijo a Heidegger según Elfride, que era el momento que él ocupara el cargo de rector. Ese episodio puede tomarse como un sentimiento compartido entre todos los profesores de Friburgo que temían por sus trabajos si el partido decidiera colocar en el rectorado a un hombre ajeno a ella, y peor, un nazi. Creyeron que Heidegger, el filósofo autor de Sein und Zeit llevaría por buen sendero a la prominente Üniversitat. Mientras eso ocurría Husserl era despedido de su cargo el 14 de abril, suceso en el Heidegger no tuvo nada que ver, pero del que tampoco mostró signos de apoyo, únicamente ordenó enviarle flores a través de su esposa Elfride. Husserl se sintió ofendido.


Al término de la última sesión dirigida por  Möllendorff, en el senado el 20 de abril, dimitió y propuso a Martin Heidegger como nuevo rector de la Universidad de Friburgo, La atribución del cargo de rector de la Universidad de Friburgo a Martin Heidegger constituyó un acontecimiento de alcance nacional e internacional, y un apoyo muy poderoso al régimen vigente, habida cuenta del gran prestigio del que gozaba el filósofo[17]. Durante la asamblea de la elección, los profesores judíos ya habían sido excluidos, a pesar de ello hubo votos en contra de Heidegger. Por casi unanimidad fue elegido nuevo Rector de la Universidad y Führer de los estudiantes. Para el primero de mayo se afilia al NSDAP con número de matrícula 3125894. 

Mucho antes que fuese nombrado ya existían campos de concentración en Friburgo.


Ya nombrado como Rector Herr Heidegger podrá “elegir” a sus miembros de la Universidad: como canciller, Julius Wilser, quien escribía en la revista Geopolitik, editada por el geopolítico Karl Haushofer que había sido maestro de Rudolf Walter Richard Heß el Stellvertreter des Führer de Hitler. A él se suman: Wolfgang Schadewaldt, Nikolaus Hilling, Erich Wolf, Edouard Rehn, Georg Stieler, Wilhelm Felgenträger, Otto Risse, Hans Mortensen, entre otros, casi todos afiliados al partido. Para el 23 de mayo los preparativos para la toma de posesión sobresaltan a los encargados que organizan la ceremonia.


De los primeros actos públicos como Rektor de Heidegger se encuentra su discurso-homenaje a Albert Leo Schlageter un mártir de la primera guerra mundial que murió fusilado y cuyo cadáver robado por Viktor Lutze fiel compañero en los primeros años de militancia de Hitler, mantuvo en secreto, y que a partir de ese momento se consagró Schlageter como un ícono de Bade y de toda Alemania.


Heidegger se sentía enlazado al mártir de «la causa nacional» ya que ambos habían sido alumnos de la Casa de Conrado de Constanza. Invitado a invocar un panegírico para Leo Schlageter, Heidegger leyó su breve discurso bajo el pórtico de la entrada principal de la universidad. Definitivamente alejado de la Iglesia, ignoró completamente las motivaciones religiosas que orientaron la vida y la lucha de Schlageter, y convirtió al joven héroe en un hombre laico[18] durante el décimo aniversario luctuoso.

 

 

 

El discurso del Rectorado «La autoafirmación de la Universidad alemana»


 

Un día después al homenaje a Leo Schlageter Martin Heidegger ya siendo Führer universitario pronuncia su famoso discurso Die Selbstbehauptung der deutschen Üniversitat que muchos macularán vilmente, en palabras de Ferrater Mora, Heidegger; Inauguró su rectorado con un discurso titulado La autoafirmación –si se quiere, también autodefensa (selbstbehauptung)- de la Universidad alemana[19]. El célebre discurso es pronunciado en un contexto protagonizado casi por completo por el nuevo caudillaje y los universitarios revolucionarios, tanto pertenecientes a la SS como a las SA y las juventudes hitlerianas. Para esta fecha Röhm todavía continúa con vida.


La ceremonia es enaltecida con banderas pardas y revestida con la hakenkreuz metálica. Al acto solemne asistieron personalidades del ámbito universitario, religioso y político; dos rectores lo acompañaron, el de Heidelberg y el de Karlsruhe, así como distintos representantes del Reich y Konrad Gröber arzobispo de Friburgo. El ritual fue pomposo, se acompañó con la obertura Gaudeamus igitur de Brahms, el Canto de los alemanes, el Himno al mártir nacionalsocialista Horst Wessel, y por último la Huldigungsmarsch de Richard Wagner[20]. Safranski lo narra así; Entre los profesores se difundió un disgusto. En una circular Heidegger añadió que la explicación de que la «elevación de la mano derecha» no expresaría la unión con el Partido, sino la unión con el alzamiento nacional. Los que no pudieron asistir tuvieron la oportunidad de oírlo por la radio.


En el estudio preliminar Ramón Rodríguez enfatiza que, El discurso del rectorado merece una consideración especial porque manifiestamente Heidegger quiso reflejar en él el contenido esencial de lo que le llevó a participar activamente en la política educativa del nazismo[21]. Los ojos del mundo entero se fijan sobre Friburgo y especial sobre el nuevo Rektor Herr Martin Heidegger, la figura filosófica más prominente y respetada en ese entonces. Su discurso es una elevación del folkgeist. ¿Qué representa en la carrera de Hiedegger el discurso rectoral? ¿Lo demerita como filósofo? ¿Lo encumbra como rector del nazismo y pedagogo de la teleología nazi?


Hermann Heidegger en el prefacio a la edición de 1983 del Discurso escribe: Sobre el contenido de este discurso se han propagado muchas falsedades e inexactitudes. Incluso profesores universitarios han citado, después de 1945 y hasta épocas recientes, supuestas frases del discurso rectoral de Martin Heidegger que no se encuentran en él. Las palabras «nacionalsocialismo» y «nacionalsocialista» no aparecen en este discurso; «el führer», el «canciller del Reich» o «Hitler» no son nombrados.


El discurso comienza casi persuadiendo al oidor, al confirmar que su aceptación como rector es un compromiso no solamente con los estudiantes y profesores, también lo es para el pueblo alemán pues es un dirigir espiritual. La universidad no puede afirmarse sola, requiere de una serie de agentes que la muevan, Para nosotros, la Universidad alemana es la escuela superior que, desde la ciencia y mediante la ciencia, acoge, para su educación y disciplina, a los dirigentes y guardianes del destino del pueblo alemán, y no presto ni perezoso hace regresar la noción de paideia homérica en su lectura frente a los estudiantes y miembros del senado, (Karl Jasper mira de pie en una esquina alejada), y pronuncia la frase que resume en pocas palabras la necesidad urgentísima de retornar al saber débil; “ El inicio es aún”.


Prosigue con el desarrollo que debe adueñarse de la universidad en sus tres vinculaciones: la primera obliga que todo ciudadano preste servicio del trabajo, la segunda que profese servicio a las armas y la tercera y última que el estudiantado preste servicio al saber. Esto puede hallarse igual en Nietzsche cuando explica por qué se requieren educadores; se ha de aprender a hablar, a pensar y a leer y escribir.  


Y finalmente termina con la ya conocidísima frase de cierre, Pero el esplendor y la grandeza de esta puesta en marcha (Aufbruch) sólo los comprenderemos plenamente cuando hagamos nuestra la grande y profunda reflexión con la que la vieja sabiduría griega pudo decir.

«Todo lo grande está en medio de la tempestad»

(Platón, República, 497 d,9)

 

Por Antonio Pérez-Paredes

Profesor de Primaria y Universidad.



[1] El anuario de Husserl.

[2] Trawny, Peter, Martin Heidegger, Una introducción crítica, Editorial Herder, 2017, pág. 127

[3] Farías, Victor, Heidegger y el Nazismo, Muchnik Editores.1ªedicion 1989, pág. 73

[4] Safranski, Rüdiger, Un maestro de Alemania, Martin Heidegger y su tiempo, una biografía, Tusquets Editores, 2010, pág. 251.

[5] Safranski, pág. 252

[6] Farías, pág. 75

[7] Heidegger, Martin, La doctrina de Platón acerca de la verdad, indicación preliminar, Universidad de Chile, traducido por Francisco Abalo Cea y Pablo Sandoval Villarroel, 2000. Departamento de filosofía.

[8] Safrasnki, pág. 257

[9] Heidegger, Martin, Doctrina de la verdad según Platón, Caracas, Venezuela, traducido por Juan David García Bacca, Editorial Universitaria, 1953.

[10] Safranski, pág. 270

[11] Safranski, pág. 272

[12] Von Vereiter, Karl, Historia de la II guerra mundial, Ediciones Petronio, 1991, México, pág. 27

[13] Safranski, pág. 275

[14] Farías, pág. 93

[15] Safranski, pág. 279

[16] Safranski, pág. 282.

[17] Farías, pág. 94

[18] Farías, pág. 98

[19] Ferrater Mora, José, La ingenuidad política, opinión en El país, 27 de octubre de 1985.  https://elpais.com/diario/1985/10/28/opinion/499302008_850215.html

[20] Farías, pág. 103

[21] Heidegger, Martin, La autoafirmación de la universidad alemana, Editorial Tecnos, 1983, Madrid, España.


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