martes, 26 de enero de 2016

EL BULLING ORILLA A HUSSERL A INTENTOS DE SUICIDIO




EL BULLING ORILLA A HUSSERL A INTENTOS DE SUICIDIO
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Pudiera ser como narra Golo Mann en sus memorias la prohibición hecha por Heidegger de que Husserl ingresara a la biblioteca y el despojo del cargo como profesor emérito de Friburgo consecuencia de las políticas antisemitas que orillara al padre de la fenomenología trascendental a ingerir venenos en dosis mezcladas con agua además de tener que padecer el famoso bulling en Brisgovia por parte de detractores y alumnos que temían sucumbir ante lo que los decanos llamaban "el solipsismo idealista".

miércoles, 20 de enero de 2016

La experiencia Sartre en la Universidad del Sur

 


La experiencia Jean Paul Sartre

1ra parte

 

 

Hace poco muy ocupado me encontraba limpiando un armario y de entre cajas de zapatos llenas de periódicos hallé una copia del curso que diera sobre Epistemología existencial. Básicamente se trataba sobre El ser y la nada del genial filósofo francés Jean Paul Sartre. Fue un 7 de Noviembre del 2013 hace ya casi 3 años de eso. Aunado a este tierno recuerdo que en lo particular siento ya que todavía me encontraba estudiando la licenciatura y tuve el logro de dar el curso dos veces, en la mañana y en la tarde-noche. En suma, he querido repetir el mismo curso pero ahora desde el recuerdo de lo que fue La experiencia Jean Paul Sartre.

Fue una mañana repleta de nerviosismo, me levanté normal, a la hora de siempre, desayuné, llegué a la facultad y me fui directo al auditorio donde en punto de las 10 de la mañana se llevaría a cabo el primer evento, eran varias actividades en el Coloquio que organizó mi grupo. Todos estábamos muy atemorizados, habíamos invitado a ponentes, entre ellos maestros y catedráticos. Mi participación estaba programada a las 10:30 am, junto con un compañero Sergio Medina íbamos a dar la conferencia él por una parte y yo enfocándome directamente con el Existencialismo Sartreano desde una perspectiva epistemológica.

Previo al curso me había enclaustrado en el estudio de forma rigurosa sobre Sartre pero principalmente su libro cumbre El ser y la nada, una contestación menos oscura de Ser y tiempo de Martin Heidegger. Las más de 500 páginas las leí y releí en menos de un mes y todavía tuve el tiempo para hacer un vaciado del texto original en el curso, como una serie de apuntes y resúmenes por capítulos en un breve ensayo de 25 cuartillas. Era todo lo que iba a contarles a los asistentes a mi presentación.

Y como toda hora llega así llegó el tiempo de entrar al auditorio repleto de estudiantes y profesores, muchos ellos me daban clases todavía. Lo que les estoy narrando incluye parte de ambos cursos tanto el de la mañana como el de la tarde que fue a eso de las seis de la tarde. Recuerdo ver a varios amigos de otras carreras especialmente los de psicología. Yo estudiaba pedagogía pero estudiaba la filosofía de manera autodidacta porque aunque no lo crean en Cancún la carrera de filosofía no existe. Llevaba en una carpeta verde el curso de 25 cuartillas, un libro de Sartre “La náusea” y creo uno de Husserl, Ideas 1 si mal no recuerdo.

Todo me temblaba, estaba muy emocionado podían verme sudar –supongo- hasta los que se sentaron atrás. Y es que no era mi primera ponencia, meses antes había pronunciado una sobre Nietzsche. Pero Sartre era otro asunto, algo que yo amaba, ahora igual no tanto porque cuando uno lee y estudia filosofía debe superar sus encuentros con los demás filósofos, terminar una relación pasional y entrar en otra o permanecer. Le pedí a los chicos que se encargaban del cañón y el audio que mientras los asistentes esperaban y se acomodaban pusieran unas canciones de jazz, algo de Chet creo, ya que a Sartre le gustaba mucho el jazz.

 

 

 

Me sudaban las manos y el ojo derecho me saltaba, cuando agarré el micrófono comencé a zarandearlo en leves movimientos pero apreté fuerte y hasta me incorporé. Recuerdo que me miraban como cuestionándose sobre qué demonios estaba haciendo yo siendo tan joven en un escenario académico como ese y dando un curso sobre existencialismo. Sospeché y luego lo corroboré que gran parte de los que fueron a ver y oír la conferencia no conocían ni por nombre al fabuloso filósofo francés. Había titulado mi curso ibídem como “Del sujeto eyectado a la voluntad cognoscente” Hermenéutica fenomenológica para una epistemología existencial. Y comenzaba así;

El ser ha perdido el interior de su existencia, ahora sólo se manifiesta en pura positividad, es lo que es, ya no hay un Ser exterior que buscar porque el fenómeno se manifiesta como es y es así que es lo que es, ya no contiene la búsqueda de lo interno, ya no se tiene un interior y un exterior, es exterior porque es fenómeno de lo que Es.

Para Sartre el fenómeno del ser es el manifiesto, mientras que el ser del fenómeno es lo que se manifiesta porque se puede hablar de él o de eso, se manifiesta en pura esencia. Ahí la diferencia entre (l’être du phénomène) y el fenómeno del ser (phénomène du l’être)

Después seguí explicando y casi narrando mis apuntes sin siquiera mirarlos por más de unos pocos segundos, eran mi apoyo fenomenológico. Di a entender que lo que decía era una especie de Introducción y continué…

…¿Cuál es la prueba ontológica? A caso se han puesto a pensar si existe o no una prueba ontológica, para Sartre  dicha prueba es la prueba referida a la consciencia es conciencia de algo, por ello –prueba ontológica, prueba de las cosas que son-, que no nace apuntando a la consciencia misma sino a algo, y luego el ser tendría conciencia de Sí. Porque es consciente del fenómeno que ha sido consciente.

Ya se imaginaran, estaban que no entendían ni un gramo de lo que se decía, mi compañero bien que sabía, él igual era lector de Sartre, éramos los dos únicos alumnos con esas tendencias filosóficas.
.......continuará.

sábado, 16 de enero de 2016

"Liber al vel legis de Crowler". Lic. Antonio Pérez-Paredes


Las primeras leyes del 1er capítulo del Libro de las leyes
compilado por el Lic. Antonio Pérez-Paredes
 
 
LIBER AL VEL LEGIS .
1. ¡Had! La manifestación de Nuit.
2. La develación de la compañía del cielo.
3. Todo hombre y toda mujer es una estrella.
4. Todo número es infinito; no hay diferencia.
5. ¡Ayúdame, oh, guerrero señor de Tebas, en mi develación
ante los Niños de los hombres!
6. ¡Sé tú Hadit, mi centro secreto, mi corazón y mi lengua!
7. ¡He aquí! es revelado por Aiwass el ministro de Hoor-paarkraat.
8. El Khabs está en el Khu, no el Khu en el Khabs.
9. ¡Adorad entonces el Khabs y ved mi luz arrojada sobre
vosotros!
10. Que mis servidores sean pocos y secretos: regirán sobre las
mayorías y los reconocidos.
11. Estos son tontos que los hombres adoran; ambos sus Dioses
y sus hombres son tontos.
12. ¡Apareced, oh niños, bajo las estrellas y tomad vuestro
colmo de amor!
13. Estoy arriba de vosotros y en vosotros. Mi éxtasis está en el
vuestro. Mi goce es ver vuestro goce.
14. Arriba, el azur gemado es
El esplendor desnudo de Nuit;
Ella se dobla en éxtasis para besar.
Los ardores secretos de Hadit.
Ei globo alado, el azul estrellado.
Son míos. ¡Oh Ankh-af-na-khonsu!
15. Ahora sabrán que el escogido sacerdote y apóstol del espacio
infinito es el principe-sacerdote la Bestia; y en su mujer
llamada la Mujer Escarlata está dada todo el poder. Ellos
recogerán mis niños en su redil; traerán la gloria de las
estrellas a los corazones de los hombres.
16. Pues él es siempre un sol y ella una luna. Pero para él es la
alada llama secreta y para ella la luz estelar agachada.
17. Sin embargo, ustedes no son así escogidos.
18. ¡Arde sobre sus cejas, oh serpiente esplendorosa!
19. ¡Oh mujer de azures párpados, dóblate sobre ellos!
20. La clave de los rituales está en la palabra secreta que a él le
he dada.
21. Con el Dios y Adorador soy nada: no me ven, como los que
están sobre la tierra; yo soy Cielo y no hay más dios: que yo
y mi señor Hadit.
22. Ahora, por tanto, me conocen ustedes por mi nombre Nuit
y él por un nombre secreto que le daré cuando por fin me
conozca. Puesto que soy Espacio Infinito y de ello las
Estrellas Infinitas, hagan ustedes mismamente. ¡No líen
nada! Que no se haga diferencia en medio de vosotros entre
una cosa cualquiera y cualquier otra cosa; por eso viene el
daño.
23. Más quienquiera se aproveche de esto, ¡que sea el jefe de
todo!
24. Soy Nuit y mi palabra es seis y cincuenta.
25. Dividid, adicionad, multiplicad y entended.
26. Entonces dice el profeta y esclavo de la bella: ¿Quién soy y
cuál será el signo? Y así ella le contestó, doblándose, una
lamiente llama de azul, toda tocante, toda penetrante, sus
hermosas manos sohre la tierra negra y su cuerpo cimbreño
arqueado para el amor y sus suaves pies sin dañar las pequeñas
flores: ¡Tú sabes! Y el signo será mi éxtasis, la conciencia
de la continuidad de la existencia, la omnipresencia
de mi cuerpo.
27. Entonces el sacerdote contestó y dijo a la Reina del Espacio,
besando sus hermosas cejas y el rocío de su luz bañando su
cuerpo todo en un dulce perfume de sudor: ¡Oh, Nuit, la
continua del Cielo, que sea siempre así; que los hombres no
hablen de Ti como Una sino como Ninguna; y que no
hablen de ti siquiera, ya que eres continua!
28. Ninguna, respiró la luz, desfallecida y hádica, de las estrellas
y dos.
29. Pues estoy dividida por amor al amor, por el albur de la
unión.
30. Esta es la creación del mundo, así el dolor de la división es
cual nada y el goce de la disolución todo.
31. ¡No hagas caso siquiera de estos hombres tontos y sus
desdichas! Ellos sienten poco; la que es, es balanceado por
goces débiles; no obstante ustedes son mis escogidos.
32. ¡Obedezcan a mi profeta! ¡lleven a cabo las ordalías de mi
conocimiento! ¡búsquenme sólo a mí! entonces los goces de
mi amor les redimirán de todo dolor. Esto es así: la juro por
la bóveda de mi cuerpo; por mi sagrado corazón y lengua;
por todo la que puedo dar, por todo lo que deseo de ustedes.
33. Entonces el sacerdote cayó en un hondo trance o
desvanecimiento y dijo a la Reina del Cielo: ¡Escribenos las
ordalías; escribenos los rituales; escribenos la ley!
34. Sin embargo, ella dijo: las ordalías no las escribo: los rituales
serán mitad conocidos y mitad encubiertos; la Ley es para
todos.
35. Esto que tú escribes es el tripartito libro de Ley.
36. Mi escriba Ankh-af-na-khonsu, el sacerdote de los príncipes,
no cambiará siquiera una letra de este libro; aunque por
temor a la aberración, comentará sobre ello por la sabiduría
de Ra-Hoor-Khu-it.
37. También los mantras y los hechizos; el obeah y el wanga; la
obra del basto y la obra de la espada; los aprenderá y
enseñará.
38. Ha de enseñar; pudiendo hacer severas las ordalías.
39. La palabra de la Ley es 4HOKPD.
40. Quien nos llama Tehelemitas no obrará mal, si se adentra en
la palabra. Pues allí dentro hay Tres Grados, el Eremita y el
Amante y el hombre de Tierra. Haz la que tú quieras será
todo de la Ley.
41. La palabra de Pecado es Restricción. ¡Oh hombre! ¡no
rehúses tu esposa, si ella quiere! ¡Oh amante, si tú quieres,
parte! No hay lazo que pueda unir la dividido más que el
amor: todo la demás es una maldición. ¡Malditos! ¡Maldito
sea a los eones! Infierno.
42. Que se mantenga ese estado de muchadumbre1 atado y
aberrante. Así con todo; solo tienes derecho a hacer tu
querer.
43. Haz eso y ninguno se opondrá.
44. Pues querer puro, libre de propósito, rescatado de la lujuria
de resultado, es perfecto de todos lados.
45. El Perfecto y el Perfecto son un Perfecto y no dos; ¡no, no
son ninguno!
46. Nada es una clave secreta de esta ley. Los Judíos la llaman
sesenta y uno; yo la llamo ocho, ochenta, cuatrocientos y
dieciocho.
47. Pero elias tienen la mitad: une por tu arte para que todo
desaparezca.
48. Mi profeta es un tonto con su uno, uno, uno; ¿no son elias
el Buey y nada por el Libro?
49. Se abroga todo ritual, toda ordalía, toda palabra y signo. Ra-
Hoor-Khuit ha tornado su asiento en el Oriente en el
Equinoccio de los Dioses; y que Asar sea con Isa, quienes
también son uno. Pero no están en mi. Que Asar sea el
adorante, Isa el sufridor; Hoor en su nombre y esplendor
secreto es el Señor iniciante.
50. Queda algo por decir acerca de la tarea Hierofántica. ¡He
aquí! hay tres ordalías en una y puede ser aplicada en treu
pasos. Lo grueso debe atravesar el fuego; que lo fino sea
puesto a prueba por el intelecto y los excelsos escogidos ea
la más alto. Así tienen estrella y estrella, sistema y sistema;
¡que ninguno conozca bien al otro!
51. Son cuatro las puertas a un único palacio; el suelo de ese
palacio es de plata y oro; el lapis lazuli y el jade están ahí; y
todas las raras esencias; el jazmín y la rosa y los emblemas de
la muerte. Que franquee de a una o a la vez las cuatro
puertas; que se coloque sobre el suelo del palacio. ¿No se
hundirá? Amén. ¡Ah! guerrero, ¿si tú servidor se hunde?
Pero hay modos y modos. ¡Alardée por la tanto: vístase todo
de fino atuendo; coma óptimos manjares y beba vino dulce
y vinos espumantes! ¡También tome su colmo y querer de
amor como quiera, cuando, donde y con quien quiera! Pero
siempre por mí.
52. Si esto no se hiciere como es debido; si usted confunde las
marcas del espacio, diciendo: Ellas son una; o diciendo,
Ellas son muchas; si el ritual no fuere siempre por mí:
¡entonces aténgase a los juicios horrendos de Ra-Hoor-
Khuit!
53. Esto regenerará el mundo, ei pequeño mundo mi hermana,
mi corazón y mi lengua, por quien envío este beso.
También, oh escriba y profeta, aunque seas de los príncipes,
a ti no te templará ni a ti te absolverá, pero que el éxtasis sea
tuyo y el goce de tierra; ¡siempre A mí! ¡A mí!
54. No cambies siquiera el estilo de una letra; pues ¡he aquí! tú,
oh profeta, no has de ver todos estos misterios escondidos
allí dentro.
55. El niño de tus entrañas, él los verá.
56. No lo esperes del Oriente ni del Occidente; pues de ninguna
supuesta casa viene ese niño. ¡Aum! Toda palabra es sagrada
y todo profeta verdadero; salvo que sólo entienden un poco;
resuelven la primera mitad de la ecuación, dejan la segunda
sin acometer. Pero tú tienes todo en la luz clara y algo,
aunque no todo, en la oscuridad.
57. ¡Invócame bajo las estrellas! Amor es la ley, amor bajo
voluntad. Que ni los tontos equivoquen el amor; pues hay
amor y amor. Hay el palomo y hay la serpiente. ¡Escoja usted
bien! El, mi profeta ha escogido, conociendo la ley de la
fortaleza y el gran misterio de la Casa de Dios.
Todas estas añejas letras de mi Libro están como es debido;
más x no es la Estrella. Esto también es secreto: mi profeta
la revelará a los sabios.
58. Doy goces inimaginables en la tierra; certeza, no fe, mientras
en vida, sobre la muerte; paz indecible, descanso, éxtasis;
tampoco exijo cosa alguna en sacrificio.
59. Mi incienso es de maderas resinosas y mucilagos; y no hay
sangre allí dentro: a causa de mi cabello los árboles de
Eternidad.
60. Mi número es once, como todos los números de ellos quienes
están en nosotros. La Estrella de cinco Puntas, con un
Circulo en el Medio y el círculo es rojo. Mi color es negro
para los ciegos, sin embargo el azul y oro son vistos por los
videntes. También tengo una gloria secreta para aquellos me
aman.
61. Mas amarme vale más que todas las cosas: si bajo las
estrellas nocturnas en el desierto presentemente quemas el
incienso mío ante mí, invocándome con un corazón puro y
llama de la Serpiente allí dentro, has de venir un poco a
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recostarte en mi seno. Por un beso querrás entonces estar
queriendo darlo todo; más quienquiera dé una partícula
polvo perderá todo en esa hora. Recogerán bienes y acopio
de mujeres y especies; llevarán joyas preciosas; excederán las
naciones de la tierra en esplendor y orgullo; pero siempre en
el amor a mí y así vendrán a mi goce. En verdad os exhorto
a comparecer ante mí en una sola túnica y cubiertos de un
tocado fastuoso. ¡Os amo! ¡Os anhelo! Pálida o púrpura,
velada o voluptuosa, yo que soy toda placer y púrpura y
ebriedad del sentido más entrañable, os deseo. Ponéos las
alas y despertad el esplendor enroscado en vosotros: ¡venid
a mí!
62. En todos mis encuentros con vosotros la sacerdotisa dirá –-
y sus ojos arderán con deseo mientras se tiene corita y
regocijante en mi templo secreto —. ¡Por mí! ¡Por mí!
reavivando la llama de los corazones de todos en su cántico
de amor.
63. ¡Cantad la arrebatadora canción de amor a mí! ¡Quemad
perfumes por mí! ¡Llevad joyas por mí! ¡Brindad por mí,
pues os amo! ¡Os amo!
64. Soy la hija de azules párpados del Poniente; soy la
brillantez desnuda del voluptuoso cielo nocturno.
65. ¡Por mí! ¡Por mí!
66. La Manifestación de Nuit llega a un fin.

miércoles, 13 de enero de 2016

Matar la realidad "Baudrillard y el crimen perfecto"

El siguiente texto es el primer capítulo del libro EL CRIMEN PERFECTO.

 
El pensamiento de Baudrillard gira entre los más lúcidos y prominentes del pasado posmodernismo del siglo XX. Autor selecto y prominente intelectual nos confiere una visión trágica de cómo el ser interactuan con la realidad hasta despedazarla, hasta asesinarla.  Lic. Antonio Pérez-Paredes
 
 
EL CRIMEN PERFECTO
 
 
Si no existieran las apariencias, el mundo sería un crimen perfecto, es decir, sin criminal,
sin víctima y sin móvil. Un crimen cuya verdad habría desaparecido para siempre, y cuyo
secreto no se desvelaría jamás por falta de huellas.
Pero, precisamente, el crimen nunca es perfecto, pues el mundo se traiciona por las
apariencias, que son las huellas de su inexistencia, las huellas de la continuidad de la nada, ya
que la propia nada, la continuidad de la nada, deja huellas. Y así es como el mundo traiciona
su secreto. Así es como se deja presentir, ocultándose detrás de las apariencias.
También el artista está cerca siempre del crimen perfecto, que es no decir nada. Pero se
aparta de él, y su obra es la huella de esta imperfección criminal. Según Michaux, el artista es
aquel que se resiste con todas sus fuerzas a la pulsión fundamental de no dejar huellas.
La perfección del crimen reside en el hecho de que siempre está ya realizado —perfectum
—. Desviación, desde antes de que se produzca, del mundo tal como es. Por tanto, jamás será
descubierto. No habrá Juicio Final para castigarlo o para absolverlo. No habrá final porque las
cosas siempre han ocurrido ya. Ni resolución ni absolución, sino desarrollo ineluctable de las
consecuencias. Precesión del crimen original —¿cuya forma irrisoria tal vez se encontraría en la
precesión actual de los simulacros?—. Nuestro destino, a partir de ahí, es la realización de ese
crimen, su desarrollo implacable, la continuidad del mal, la continuación de la nada. Jamás
viviremos su escena primitiva, pero vivimos en todo momento su prosecución y su expiación.
No hay final para eso, y sus consecuencias son incalculables.
De la misma manera que los pocos segundos iniciales del Big Bang son insondables, los
pocos segundos del crimen original son inencontrables. Crimen fósil, por tanto, igual que los
ruidos fósiles esparcidos por el universo. Y es la energía de este crimen, como la del estallido
final, la que se distribuirá por el mundo, hasta su eventual agotamiento.
Ésta es la visión mítica del crimen original, la de la alteración del mundo en el juego de la
seducción y las apariencias, y de su ilusión definitiva.
Ésta es la forma del secreto.
 
La gran pregunta filosófica era: «¿Por qué existe algo en lugar de nada?» Hoy, la
auténtica pregunta es: «¿Por qué no existe nada en lugar de algo?»
La ausencia de las cosas por sí mismas, el hecho de que no se produzcan a pesar de lo
que parezca, el hecho de que todo se esconda detrás de su propia apariencia y que, por tanto,
no sea jamás idéntico a sí mismo, es la ilusión material del mundo. Y ésta sigue siendo, en el
fondo, el gran enigma, el que nos sume en el terror y del que nos protegemos con la ilusión
formal de la verdad.
So pena de aterrorizarnos, tenemos que descifrar el mundo, y aniquilar, por tanto, su
ilusión primera. No soportamos el vacío, ni el secreto, ni la apariencia pura. ¿Y por qué
tenemos que descifrarlo, en lugar de dejar que irradie su ilusión como tal, en todo su esplendor?
Pues bien, también eso es un enigma, y forma parte del enigma que no podamos
soportar su carácter enigmático. Que no podamos soportar su ilusión ni su apariencia pura
forma parte del mundo. Tampoco soportaríamos mejor, si tuviera que existir, su verdad radical
y su transparencia.
La verdad, por su parte, quiere ofrecerse desnuda. Busca la desnudez
desesperadamente, como Madonna en la película que la hizo famosa. Su striptease desesperanzado
es el mismo que el de la realidad, que se «oculta» en sentido literal, ofreciendo a los
ojos de los mirones crédulos la apariencia de la desnudez. Pero esta desnudez la rodea,
precisamente, de una segunda película, que ni siquiera tiene el encanto erótico del traje. Ya no
hacen falta solteros para desnudarla, puesto que ha renunciado por sí misma al trampantojo a
cambio del strip-tease.
Por otra parte, la principal objeción a la realidad es su carácter de sumisión incondicional a
todas las hipótesis que pueden hacerse sobre ella. Así es como desanima a las mentes más activas,
con su conformismo más miserable. Podemos someterla, a ella y a su principio (¿qué hacen
además juntos, sino copular vulgarmente y engendrar innumerables evidencias?), a las servicias
más crueles, a las provocaciones más obscenas, a las insinuaciones más paradójicas, se doblega a
todo con un servilismo inexorable. La realidad es una perra. ¿Qué tiene de asombroso, por otra
parte, ya que ha nacido de la fornicación de la estupidez con el espíritu de cálculo —desecho de la
ilusión sagrada entregada a los chacales de la ciencia?
Para recuperar la huella de la nada, de la inconclusión, de la imperfección del crimen, hay
que suprimir, por tanto, la realidad del mundo. Para recuperar la constelación del secreto, hay
que suprimir la acumulación de realidad y de lenguaje. Hay que suprimir una tras otra las
palabras del lenguaje, suprimir una tras otra las cosas de la realidad, arrancar lo mismo a lo
mismo. Es preciso que, detrás de cada fragmento de realidad, haya desaparecido algo para
garantizar la continuidad de la nada —sin ceder, por ello, a la tentación de la aniquilación, ya
que es preciso que la desaparición permanezca viva, que la huella del crimen permanezca viva.
Lo que hemos desaprendido de la modernidad, en la que hemos acumulado, adicionado,
sobrepujado incesantemente, es que sólo la sustracción da la fuerza y que de la ausencia nace
la potencia. Y como ya no somos capaces de afrontar el dominio simbólico de la ausencia,
estamos sumidos en la ilusión contraria, la ilusión, desencantada, de la proliferación de las
pantallas y las imágenes.
Ahora bien, la imagen ya no puede imaginar lo real, ya que ella misma lo es. Ya no puede
soñarlo, ya que ella es su realidad virtual. Es como si las cosas hubieran engullido su espejo y
se hubieran convertido en transparentes para sí mismas, enteramente presentes para sí
mismas, a plena luz, en tiempo real, en una transcripción despiadada. En lugar de estar
ausentes de sí mismas en la ilusión, se ven obligadas a inscribirse en los millares de pantallas
de cuyo horizonte no sólo ha desaparecido lo real, sino también la imagen. La realidad ha sido
expulsada de la realidad. Sólo la tecnología sigue tal vez uniendo los fragmentos dispersos de
lo real. Pero ¿adonde ha ido a parar la constelación del sentido?
La única incógnita que queda es saber hasta qué punto puede desrealizarse el mundo
antes de sucumbir a su excesivamente escasa realidad, o, a la inversa, hasta qué punto puede
hiperrealizarse antes de sucumbir bajo el exceso de realidad (es decir, cuando, convertido en
absolutamente real, convertido en más verdadero que lo verdadero, caiga bajo el golpe de la
simulación total).
No es seguro, sin embargo, que la constelación del secreto sea aniquilada por la
transparencia del universo virtual, ni que la fuerza de la ilusión sea barrida por la operación
técnica del mundo. Cabe presentir detrás de todas las técnicas una suerte de afectación
absoluta y de doble juego: su misma exorbitancia las convierte en un juego de desaparición
del mundo escondido tras la ilusión de transformarlo. ¿La técnica es la alternativa asesina a la
ilusión del mundo, o bien sólo es un avatar gigantesco de la misma ilusión fundamental, su
sutil peripecia esencial, la última hipóstasis?
A través de la técnica, tal vez sea el mundo el que se ríe de nosotros, el objeto que nos
seduce con la ilusión del poder que tenemos sobre él. Hipótesis vertiginosa: la racionalidad,
culminante en la virtualidad técnica, sería la última de las tretas de la sinrazón, de esa
voluntad de ilusión, cuya voluntad de verdad sólo es, según Nietzsche, un rodeo y un avatar.
En el horizonte de la simulación, no sólo ha desaparecido el mundo sino que ya ni
siquiera puede ser planteada la pregunta de su existencia. Pero es posible que esto sea una
treta del propio mundo. Los iconólatras de Bizancio eran personas sutiles que pretendían
representar a Dios para su mayor gloria pero que, al simular a Dios en las imágenes, disimulaban
con ello el problema de su existencia. Detrás de cada una de ellas, de hecho, Dios había
desaparecido. No había muerto, había desaparecido. Es decir, ya no se planteaba el problema.
Quedaba resuelto con la simulación. Lo mismo hacemos con el problema de la verdad o de la
realidad de este mundo: lo hemos resuelto con la simulación técnica y con la profusión de
imágenes en las que no hay nada que ver.
Pero ¿no es la estrategia del propio Dios aprovechar las imágenes para desaparecer,
obedeciendo él mismo a la pulsión de no dejar huellas?
Así se ha realizado la profecía: vivimos en un mundo en el que la más elevada función
del signo es hacer desaparecer la realidad, y enmascarar al mismo tiempo esa desaparición. El
arte no hace hoy otra cosa. Los media no hacen hoy otra cosa. Por eso están condenados al
mismo destino.
Como ya nada quiere ser exactamente contemplado, sino sólo visualmente absorbido y
circular sin dejar huellas, dibujando en cierto modo la forma estética simplificada del intercambio
imposible, es difícil hoy en día recobrar las apariencias. De suerte que el discurso que lo
explicara sería un discurso en el que no hay nada que decir, el equivalente de un mundo en el
que no hay nada que ver. El equivalente de un objeto puro, de un objeto que no lo es. La
equivalencia armoniosa de la nada por la nada, del Mal por el Mal. Pero el objeto que no lo es
nos obsesiona sin parar con su presencia vacía e inmaterial. Todo el problema consiste, en las
fronteras de la nada, en materializar esta nada, en las fronteras del vacío, en trazar la filigrana
del vacío, en las fronteras de la indiferencia, en jugar de acuerdo con las reglas misteriosas de
la indiferencia.
La identificación del mundo es inútil. Hay que captar las cosas en su sueño, o en
cualquier otra coyuntura en la que se ausenten de sí mismas. Igual que en las «Bellas
Durmientes», donde los ancianos pasan la noche al lado de esas mujeres, locos de deseo, pero
sin tocarlas, y se eclipsan antes de su despertar. También ellos se tienden al lado de un objeto
que no lo es, y cuya indiferencia total estimula el sentido erótico. Pero lo más enigmático es
que nada permite saber si ellas duermen realmente o si disfrutan maliciosamente, desde el
fondo de su sueño, de su seducción y de su propio deseo en suspenso.
No ser sensible a este grado de irrealidad y de juego, de malicia y de espiritualidad
irónica del lenguaje y del mundo, equivale, en efecto, a no ser capaz de vivir. La inteligencia no
es otra cosa que el presentimiento de la ilusión universal hasta en la pasión amorosa, sin que
ésta, sin embargo, se vea alterada en su movimiento natural. Existe algo más fuerte que la
pasión: la ilusión. Existe algo más fuerte que el sexo o la felicidad: la pasión de la ilusión.
La identificación del mundo es inútil. Ni siquiera podemos identificar nuestro rostro, ya
que su simetría se ve alterada por el espejo. Verla tal cual es sería una locura, ya que no
tendríamos secreto para nosotros mismos, y nos veríamos, por tanto, aniquilados por
transparencia. ¿Acaso el hombre no ha evolucionado hacia una forma tal que su rostro se le
hace invisible y se convierte definitivamente en no identificable, no sólo en el secreto de su
rostro, sino en el de cualquiera de sus deseos? Pues ocurre lo mismo con cualquier objeto, que
sólo nos llega definitivamente alterado, incluso en la pantalla de la ciencia, incluso en el espejo
de la información, incluso en la pantalla de nuestro cerebro. Así pues, todas las cosas se
ofrecen sin la esperanza de ser otra cosa que la ilusión de sí mismas. Y está bien que sea así.
Menos mal que los objetos que se nos aparecen siempre han desaparecido ya. Menos mal que
nada se nos aparece en tiempo real, ni siquiera las estrellas en el cielo nocturno. Si la velocidad de
la luz fuera infinita, todas las estrellas estarían allí simultáneamente, y la bóveda del cielo sería de
una incandescencia insoportable. Menos mal que nada pasa en el tiempo real, de lo contrario nos
veríamos sometidos, en la información, a la luz de todos los acontecimientos, y el presente sería de
una incandescencia insoportable. Menos mal que vivimos bajo la forma de una ilusión vital, bajo la
forma de una ausencia, de una irrealidad, de una no inmediatez de las cosas. Menos mal que nada
es instantáneo, ni simultáneo, ni contemporáneo. Menos mal que nada está presente ni es idéntico
a sí mismo. Menos mal que la realidad no existe. Menos mal que el crimen nunca es perfecto.